VIII

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Alessandro

Luego de llegar a casa me entretuve analizando algunas nuevas propuestas de inversión para este año y luego la televisión me envolvió hasta que me quedé totalmente dormido en el cine del departamento.

...

La vibración de mi teléfono celular ubicado debajo de alguna parte de mi cuerpo hace que me despierte de un sobresalto.

Wow, he dormido casi 5 horas

En la pantalla no había un nombre registrado lo cual es extraño ya que pocas personas tienen mi número personal y menos son aquellas las que llaman a estas horas.

-¿sí?- Digo al descolgar y aparto un segundo el teléfono para confirmar que quien será que allí se encuentre siga ahí pero siguen sin contestar. En un mínimo de segundos caigo en la posible conclusión de que sea Dana.

-¿Eres tú Dana?- Salió como tan parte de mi que simplemente no me dio tiempo a pensarlo o digerirlo. Quería, sin razón alguna, que fuese ella quién me estuviera llamando.

-si...si, soy yo- Su voz se escuchaba nerviosa y a la vez tan suave, dulce y... A diferencia de la mía que debe sonar como rastrillo.- Lamento llamar a esta hora, de verdad, no entiendo cómo pude, lo siento...

-Detente.- Suspira.- Puedes llamarme cuando lo consideres siempre y cuando me necesites, ¿por eso te di mi número, verdad?- No podía dejar que se fuera, que se alejara.

Que colgara la maldita llamada.

¿Qué me sucedía con esta mujer?

-Bueno, es cierto. De igual forma no debí llamar tan tarde, así que espero que descanse señor Calventti.

-¡Espera! ¿Estás bien?- No podía permitirme que cerrara sin saber que esta noche podrá descansar del imbécil de su esposo.

-Lo estoy, gracias. Buenas noches.- El pitido de la llamada cerrarse me hace sostener el celular como si fuera lo más valioso de todo el universo.

Me fui a mi cama y me quedé mirando el techo raso tal adolescente ilusionado.

Dana

-¿Cómo es que lo llamas para luego actuar como colegiala idiotizada? – Me reclama Lena del otro lado del teléfono cuando la llamo para contarle lo de la llamada de anoche.

-No lo sé, me puse nerviosa. A demás, parecía ocupado o estaba dormido...

- No te golpeo porque sé que tu madre desde donde sea que esté no me lo perdonaría y porque golpes has recibido bastantes. Te espero para comer llega a tiempo, necesito que hablemos de maternidad.

Vanessa hace su aparición del día y con ella vienen los papeles finales que hay que firmar para finalizar el divorcio y una sonrisa se instala en mi rostro verde.

-Ese sobre te lo han dejado en la recepción y aparentemente son buenas noticias. Me alegro.-Dice la joven de pie frente a mí.

- Gracias Vanessa. Y si, se han vuelto las mejore noticias. – Con todo lo que he hablado con Lena he descubierto que no estoy sola, me tengo a mi misma y si la decisión de Federico es llevarse todo, mi hija y yo saldremos adelante así sea a rastras.

Minutos después mi teléfono suena y el número en la pantalla se me hace familiar. Sin chistar contesto.

-Dana Aguilera, a su orden...- Digo habitualmente al contestar.

- Hola... soy Alessandro.- Un sudor invade mi cuerpo. De inmediato los nervios se apoderan de mí.- ¿Quería saber si hay posibilidad alguna de invitarla a almorzar hoy...?- ¿Qué? ¿y este se cree? Se supone que soy una mujer casada.- No se lo tome a mal, solo quiero empezar de nuevo y quizás ser amigos.

-Gracias señor Calventti, pero ya tengo planes para el día de hoy. Quizás en otra ocasión.- Y como ya es costumbre mía cierro la llamada.

¿Por qué soy así? Soy una mujer adulta pero actúo como adolescente sin rumbo.

Pasadas algunas horas el tiempo de ir a comer llega y con ella la exasperante de mi amiga.

-¿Dónde comeremos hoy?- Le pregunto una vez ambas en el ascensor.

-Pues iremos a una cafetería a que abrieron a algunas cuadras de aquí. Tienes unos sandwiches que muero por probar.-

-Bien.- Es lo único que contesto y esta posa su mirada escudriñadora sobre mí.

-¿Tú que tienes?- Bajo la mirada y sonrío un poco.

-Es que Alessandro me ha invitado a comer hoy, el hombre del que te hablé.

- ¿Dime que no te la has negado?- Ruedo lo ojos.

-¿No es evidente? Estoy contigo.- Ahora rueda ella los ojos.

-Por el amor de Dios que debiste de haber nacido prematura.- Exclama dramática. - ¿Cómo se te ocurre? El hombre está plenamente interesado en ti y tú has buscado todas las maneras de echarlo a un lado. ¿Qué está mal contigo?-

-Ya déjalo Lena, eso no sucederá. He vivido mucho con un hombre abusador como para que un rico quiera venir a burlarse de mí. Sólo mírame, estoy acabada ¿Qué crees que quería un hombre como el de mi? No estoy para eso Lena.

-¿Y cómo sabes tú eso...-

-¡Porque eso solo pasa en las malditas telenovelas!- Ya harta exclamo. Mi amiga, sin intimidarse en lo más mínimo solo me mira cruzada de brazos y el silencio se hace presente en todo el trayecto hasta la cafetería.

Una vez allí, solo ella pide algo de comer yo me conformo con una botella con agua.

De vuelta a la oficina, mi jefe me cita para un reunión dentro de media hora lo que me da tiempo suficiente para firmar los documentos que me ha traído Vanessa del divorcio, ya solo quedaría esperar que Federico salga de la cárcel para que firme el su parte.

El baño de mi oficina está en remodelación así que hasta entonces me toca ir hasta el general. Mientras ocupo el privado, escucho como algunas chicas entran.

-¿Hasta visto a la de relaciones públicas?- Dice una y de inmediato me pongo en alerta.

-Sii, hay cosas que el maquillaje no puede ocultar como esos moretones verdes- Dice otra voz.

-Parece que al marido ya no le sirve... no digo yo, con lo muerta que siempre anda.-

La rabia sacude todo mi cuerpo.

-... Y con el bombón de marido se que se carga, que desperdicio.- Agrega.

Esta vez no me quedo callada y salgo del privado.

-¿Y saben lo peor de todo? Que sigo estando por encima de ustedes, así que esperen sus estúpidas cartas de despido a ver a quién le queda mejor el ojo.

Sus bocas de quedaron abiertas de par en par, lo menos que esperaban era que yo iba a estar allí escuchándolas

Se acabó.

La Dana a la que aquellos comentarios solo se echaba a llorar dejando siempre el alma ya no estará más. Debo poner los pies sobre la tierra y que tarde me he dado cuenta.

Salgo de allí y subo directo hasta mi oficina. Solo me quedan unos minutos antes de que inicie la reunión.

La verdad no tengo idea alguna de con quién me veré la cara hoy, solo espero que este tedioso día concluya y poder irme a casa a abrazar a mi hija.

Todo estaba listo y solo seríamos 5 en aquella sala. Como de costumbre, me quedo de pie de lado de la puerta hasta que todos los participantes toman asiento y cuando finalmente llega el último siento como alguien susurra muy cerca de mi oído.

-¿Desde cuándo es tan difícil hacerse amigo de alguien? 

Estrellas en tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora