XV

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Alessandro

Ya habían pasado dos semanas. Dos semanas sin escuchar su voz, sin ver como al caminar contorneaba sus caderas de un lado a otro sin siquiera fijarse en ello. Era la mujer más bella del mundo.

-¿Todavía sigues preguntándote que hiciste mal?- Interrumpe mi hermano entrando al gimnasio donde hacía pesas.- Vamos campeón, quizás debas superarlo.

Con un deje de molestia me volteo a mirarlo.- No a la conoces, esa mujer vale cada pensamiento que yo y cualquier ser humano quiera dedicarle.- Tomo una toalla y seco mi rostro del sudor. – Aunque tienes razón, no sé que hice mal para que ella desapareciera así por así.

Siento que no debí dejarla en aquel edificio ese día y retenerla. Oler su aroma y besar cada uno de esos moretones que solo muy de cerca se podían ver. Mi locura abarcó un punto en que hasta volví aquel edificio con la esperanza de verla allí pero la joven del lobby aseguró que solo la veía de vez en cuando al parecer visitaba a alguien allí.

-Solo digo.- Se escoge de brazos.- Mira, Alexandra te ha enviado esto.- Me entrega un folder que yacía en sus manos pero que no había llamado a mi atención.

Mi ceño se frunce.

Dentro había fotos de un niño de tez morena, ojos casi grises y con aparentemente 5 o 6 años de edad. Era el niño del que me habló aquella vez. Sonreí. A diferencia de mi pequeño, este niño ya está grande y tienen por nombre Bryan Alonso. En su historia dice que fue dejado a los 7 meses de edad en una estancia infantil del gobierno y nunca dieron con el paradero de sus padres o algún familiar; la institución que dirige mi hermana lo acogió desde hace dos años y desde entonces le brindan todo lo que a esa edad se puede necesitar. En la última foto estaba posando con mi sobrino, al parecer también eran buenos amigos a pesar de las diferencias de edades.

-Es un niño hermoso, hermano. No te cierres a la posibilidad de volver a ser feliz tú y hacer feliz a ese pequeño.- Dice antes de salir y dejarme solo otra vez.

Contemplo cada una de las fotos y largo un suspiro. No sé si estoy preparado para esto, tengo tanto miedo de que me enamore una vez más y tenga que verlo partir. No lo aguantaría. Y luego está el hecho de que tampoco quiero que no tenga una madre, así como una confidente ya que es algo que todo niño necesita.

Unos minutos más tarde llamo a Adolfo para confirmar que mi traje de esta noche está listo.

Se supone que luego de dos semanas volvería a ver con suerte a Dana. Hace unos días salí a comer con Sofía y me preguntó por la antes mencionada y pues le dije que desde ese día en su casa jamás he vuelto a verla y tras ver mi cara de casi desesperación decidió hablarme de una fiesta-cena fuera de la ciudad donde ella como socia de la empresa donde Dana trabaja tenía la responsabilidad de ir así que aprovechando eso y que mi amigo está de viaje hoy seré su acompañante.

Después de todo no tengo tanta mala suerte, solo hay que rogar porque Dana vaya.

DANA

-El vestido está listo, los zapatos están listo ¿Qué diablos quieres ahora mujer?- Se queja Lena al verme ver dudosa mi vestimenta para hoy mientras devora cientos de uvas sobre mi cama.

-Corro el riego de que el vaya, Lena. Y no quiero.- Contesto quitándole algunas de esas uvas.

-Eso no es probable, además debes de conseguirme a un hombre con mucho dinero para criar a ¨shake¨- Dice haciendo referencia al bebé.- Yo no estaré allí, así que te toca a ti ser el centro de atención, conseguir clientes y si ese hombre se aparece, ofrecerle una disculpa. Se lo debes.- Y eso era lo que me mataba. Realmente me estoy comportando como una estúpida solo por no terminar de aceptarme a mi misma y creerme inferior al mundo.

Estrellas en tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora