Epílogo

214 14 14
                                    

Canción: Get you the moon Por: Snow


Tenía las manos ensangrentadas y parte de mi vestido blanco igual. La bala dio justo en el pecho y para cuando Adolfo y los demás quisieron dar con Federico ya se había pegado un tiro en la sien. Cayó inconsciente al suelo y caí con él mientras mi pecho se estrujaba.

Las palabras no salían de mi boca, veía pasar todo en cámara lenta y era frustrante.

No me di cuenta en que momento estábamos en una de las camionetas que usaban los de seguridad mientras yo sostenía su cabeza sobre mis piernas.

-No me dejes sola... Dios, no te lo lleves. Te lo suplico.- Era lo único que lograba decir. No estaba siendo consciente de nada más que Aless y ver cómo su vida se iba entre mis manos. En ese instante solo deseaba estar en una novela donde los personajes sobreviven a todo.

Maldito Federico. Una y otra vez maldito.

-Por lo que más quieras amor, no te vayas.- Pasaba mis manos por su rostro mientras como puedo deposito un beso en su frente antes de que me lo arrebataran inmediatamente llegamos al hospital.

Los demás nos siguieron y siento el mundo contra mí cuando me veo envuelta en los brazos de mi padre y choco de frente con la realidad.

Aless estaba muriendo.

Las lágrimas caían sobre mis mejillas. Sentía mi rostro caliente, mi garganta seca y mi cuerpo débil. Sé que no estaba pensando en el estrés al que me estaba sometiendo y que no le haría nada bien al bebé, tampoco a que ese día se supone debía ser el más feliz de mi vida.

-Verás que ese estúpido italiano estará bien.- Siento el brazo de Sofía caer sobre mi hombro con suavidad.- Es tan testarudo que se que se negará a dejarlos.

-Si muere es mi culpa.- Otra vez sentía mi vista nublarse.- Aless se interpuso entre esa bala y yo.- Llevo ambas manos a mi rostro sintiéndome derrotada.- Yo era quien tenía que estar en su lugar.- Dejó salir un grito desgarrador y los brazos de mi padre vuelven a consolarme.

La familia de Aless está aquí también a la espera. Alex y Paolo decidieron que lo mejor era dormir a su madre para que no sufriera un paro cardíaco o algo por el estilo. Básicamente todos los invitados estaban ahora en la sala de espera de el hospital.

-No digas esas cosas mariposita. Si tu marido hizo eso, lo hizo por amor y porque cualquiera que te ame haría eso y más por ti.- Deja un beso en mi mejilla y dejo descansar mi cabeza en su hombro. Aun tenía su sangre en mis manos, en mi vestido y parte de mi rostro.

-Llevan ahí 6 malditas horas ¡y aún no nos dicen nada!- Espeta Rafael al ver salir al cirujano.

-Cálmate amigo.- Paolo lo aleja del hombre con uniforme y éste se acerca hasta donde estoy sentada.

-Señora.- Me pongo de pie para verlo a los ojos. Es imposible estar preparado para este tipo de cosas y más cuando sabes que las palabras que puede que diga el sujeto que tengo de frente pueden cambiar todo el curso de la historia. Nuestra historia.- Lo siento.- Niega con la cabeza.- El señor Calventti está clínicamente muerto.- Mi mundo se viene abajo.- Se le produjo un embolo que luego no pudimos tratar. Lamento su pérdida, una enfermera saldrá a avisarles cuando podrán pasar a despedirse.

Perdí el control de mi cuerpo. Quería y pedía a gritos que fuera una mentira.

-¡No! ¡El no! Llévame a mi, tenías que llevarme a mi.- Le reclamaba a la vida, a Dios... al mundo. ¿Por qué justo cuando estaba siendo feliz? ¿Cuando estaba tocando el cielo con las manos? No iba a volver a oír su voz jamás, no pudo despedirse.

Estrellas en tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora