"El concurso empieza en diez... nueve... ocho..."
La voz de la anunciadora a todo volumen por los altavoces sacó de sus recuerdos al niño. Había estado tan ensimismado que por un momento creyó que se había perdido alguna indicación importante, además, no había aprovechado el tiempo para aprender a usar mejor la pantalla electrónica. En fin, ya no había tiempo para eso, tomó el stylus con la mano derecha y fijó su mirada en la pantalla.
"Dos... uno... ¡Comiencen!"
Junto con la última palabra de la anunciadora la pantalla parpadeó y aparecieron montones de ejercicios matemáticos, lógicos, textos largos... ¡Todo el examen que constituía la final del concurso estaba ahí mismo! El niño quedó maravillado al ver que podía responder las preguntas en el mismo lugar en el que estaban hechas, que no tenía que preocuparse por llenar una clave de respuestas aparte como en las preliminares del concurso, y sobre todo que nunca se le iba a acabar el espacio en la hoja. Podía hacer aparecer más páginas hasta el infinito. Se enfocó en resolver a toda prisa el examen, si alguna parte se tornaba difícil, la dejaría hasta el final para meditarla.
Ese era uno de sus secretos para ganar estos concursos. Había notado que muchos perdían tiempo en preguntas muy difíciles y no pasaban de ellas. Él las dejaba al final, y si veía que el tiempo pasaba y nadie terminaba el examen, simplemente entregaba las respuestas inconclusas. El puntaje por tiempo adicional le daba ventaja, y además deducía que si él no podía responder esas preguntas, es muy probable que ningún otro participante pueda.
Y sabía que al entregar el examen primero, los demás participantes inmediatamente se ponían nerviosos, con lo que las posibilidades de que alguien resuelva esas preguntas difíciles eran casi nulas.
Sabía que todos los exámenes eran a veinte puntos, con lo que al llegar a la pregunta diecinueve y presionar el botón de avanzar página estaría en el final. El niño estaba totalmente emocionado con lo fácil que se le había hecho. Sólo una pregunta difícil había dejado sin responder en una hoja anterior, y al terminar la pregunta veinte estaría en condiciones de considerar si podía hacer su jugada final.
Y entonces notó que había una pregunta etiquetada como "21".
El descubrimiento sumado a la emoción del momento hicieron que el niño dé un sobresalto bastante notorio. Casi pega un grito. Y no pudo evitar sentir un frío en la espalda al ver que seguían saliendo preguntas: 22... 23... 24... luego de llegar a la 35 dejó de avanzar y empezó a retroceder nuevamente a la pregunta 21 y empezó a resolver. ¿Cuál sería el límite? Sabía que no podía perder más tiempo así que volvió a su estrategia clásica de dejar las preguntas difíciles y avanzar lo más fácil. Así que saltó la pregunta 22.
Y la 23.
Y la 24, y la 25... ¡Todas eran muy complicadas!
El niño empezó a mirar a su alrededor, todos estaban concentrados resolviendo sus exámenes. Al instante recordó que había cámaras en el techo y volvió a concentrarse en su pantalla.
El niño entonces pensó que estaba claro que estos tipos iban en serio. La final era una prueba de fuego y si querían jugar rudo, pues él no se iba a quedar atrás. Regresó a la pregunta que había dejado atrás, por complicada y luego de unos minutos la había resuelto. Ahora tenía las primeras 21 preguntas resueltas. De ahí en adelante ya no tenía caso buscar el camino fácil, empezó a resolver todas las preguntas, una por una, en orden.
Y entonces, cuando llegó a la pregunta 27 ocurrió todo de prisa.
El sonido de unos zapatos chocando el suelo.
El ruido de una pantalla apagándose.
Pasos cortos acercándose a él.
El niño sintió que no necesitaba mirar para saber quién era, pero la escena era tan de pesadilla que no se resistió a levantar la vista.
Pasos cortos alejándose de él.
La niña, con una sonrisa hermosa, iba camino a la salida, llevándose el puntaje por tiempo adicional y la posibilidad de ejecutar su jugada maestra con ella.
Todo estaba mal. Muy mal.
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La noche en la que el monstruo lloró
Mystery / ThrillerUn concurso entre escuelas. Los niños que han llegado a la final están habituados a pensar mucho, a analizar todo. Un niño empieza a aburrirse y una niña empieza a sospechar. Y les toca enfrentarse.