Ahora tenía once años, pero se sentía como si hubiera vivido varios años más.
La niña sentía que su vida antes del concurso era algo muy lejano, como un eco de una vida pasada. Ahí había conocido la derrota, la desilusión, pero también había comprendido que hay otras formas de aprender más allá del estudio escolar.
También había tomado conciencia de que tenía otras ventajas aparte de su inteligencia.
Para empezar, era bastante saludable y muy fuerte producto de la alimentación de primer nivel y las rutinas de ejercicio que siempre había seguido. Había sorprendido a su padre inscribiéndose en el club de atletismo de la escuela, y se había sorprendido ella misma al darse cuenta que ahí también podía llegar al primer puesto sin mucho esfuerzo.
Por otro lado, tenía gracia. Lo cual le pareció normal debido a las clases de etiqueta, modelaje y ballet que había llevado. En la primera actuación que hubo en la escuela se puso a prueba con un número de baile, y no le causó sorpresa que pudiera hacerlo bien, pero sí el otro detalle que descubrió durante aquella actuación. Lo sospechaba desde que ese niño en el concurso le dijera "mi niña bonita" en un arranque de sinceridad, pero recién en esa actuación, cuando al bailar frente a todos vio cómo todos los niños (y algunos no tan niños) no dejaban de mirarla, tuvo la plena seguridad de que no se trataba sólo de admiración a su talento.
Entonces llegó su cumpleaños, su padre se veía bastante preocupado desde el concurso, pero conforme pasaba más tiempo con él más se convencía de que no le había defraudado, y que la seguía queriendo, y considerando como muy valiosa. Se sentía mal al recordar cómo ese horrible día de la final de concurso pudo ser capaz de creer que su padre la iba a odiar.
Su padre le preguntó qué quería de regalo por su cumpleaños, ella pidió un smartphone. Su padre le consiguió uno de los más caros y potentes del mercado.
Una vez que lo tuvo en las manos, sacó dinero ahorrado de sus propinas y a la salida de la escuela, pasó por el centro comercial y realizó una recarga a su número telefónico.
Ya en casa, envió un mensaje de texto a la operadora, y esta le devolvió el mensaje que ella esperaba. Todo había salido bien: ahora tenía una conexión a Internet sin firewalls ni filtros de protección para niños por tres días.
Le duró sólo un día. Agotó la cuota de megabytes de descarga buscando información sobre el trabajo de su padre, sus asociados, más sobre el concurso, y temas diversos de cultura general, empezando por el parsec y la canción que hablaba de tigres rotos en inglés. Tuvo la precaución de buscar también métodos para romper la seguridad de ciertos firewalls y filtros.
Ya no podía navegar en el smartphone, pero eso no era ya un problema, podía volver a recargar, pero no hacía falta. Lo conectó por cable a su ordenador, copió unos archivos que había descargado, y se puso a reír al ver cómo se había convertido en toda una hacker, derribando los filtros de protección infantil que su padre había colocado a la conexión de casa.
"Nah, de hacker nada, a lo mucho soy una script kiddie... por ahora" pensó. Usando uno de tantos términos que había aprendido recientemente. Ahora sabía cómo aprender cosas nuevas por si misma, y eso había cambiado mucho su vida.
Para empezar, ahora sabía que no era realmente inferior a ese niño, podía llegar al mismo nivel o superarlo si seguía aprendiendo así.
Pero lo importante era que ahora sabía que uno de los organizadores del concurso era una empresa conectada de manera indirecta con su padre, y sabía también que ese tipo de "conexiones indirectas" no eran tales, sino formas de evitar ser reconocidos, es decir, que ocultaban algo.
También supo que había toda una serie de teorías sobre supuestas conspiraciones que la empresa de su padre tramaba. Había desde extraterrestres hasta exorcismos. Y había foros enteros llenos de gente discutiendo las "evidencias" de estos actos.
Pero entre tantas locuras, el término "la sucesora" se repetía muchas veces, y algunas teorías al respecto parecían tener sentido, al menos al inicio.
No, no tenían sentido. Sólo a ella le parecía que tenían sentido, porque sabía que había otro significado tras la frase "la sucesora." Al darse cuenta de eso se le heló la sangre.
Necesitaba respuestas. Buscó algunas cosas más en Internet, sacó algunos vestidos que tenía en el closet y unas tijeras. Cargó unos cuantos archivos en una memoria USB. Puso una dirección en el GPS del smartphone y empezó a instalar varios programas que sólo estaban disponibles de formas no oficiales.
Había pasado apenas un mes desde la final del concurso, sólo un mes desde que ese niño le dijera que ella era como él y no le creyera. Si algún día lo volvía a encontrar tendría que pedirle una disculpa.
Al día siguiente llegó al edificio donde trabajaba su padre. Eso era tan común que los guardias de seguridad simplemente la saludaban. Lo que nadie se dio cuenta es que al cerrar en la noche la niña nunca salió de ahí.
Luego de despedirse de su padre había ido a los baños, ahí había sacado su traje camuflado hecho a mano. Era simplemente una ropa deportiva totalmente cubierta de tela negra. Una vez con ese traje puesto, se había metido en uno de los conductos de ventilación. Ahí había esperado que se vayan todos.
Luego, de noche, salió de ahí y empezó a proceder como había averiguado en la Internet. Con la ropa negra era difícil que las cámaras de seguridad la noten en la noche, con todas las luces apagadas, pero tenía que evadir los sensores infrarrojos.
Conectó la memoria USB en el ordenador de su padre y pudo usar sus recién aprendidas habilidades de hacker para hacerse del código de acceso a cierto archivo. Una verdadera hacker hubiera podido llevarse el archivo desde ahí, pero ella no podía hacerlo. Sin embargo tenía otro plan.
Ingresó el código a su smartphone y activó una aplicación que emula controles infrarrojos. Luego de algunos intentos, abrió la puerta trasera de la oficina, la que lleva directo al ascensor exclusivo, el único que va hasta el sótano de los archivos.
El mismo código, pero ingresado en la pantalla numérica, activó el ascensor. La niña notó que se le daba muy fácil esto del espionaje, aunque jugaba con ventaja espiando a su propio padre. Por otro lado, le ponía nerviosa la idea de que siempre en las películas, cuando algo parece demasiado fácil, es porque al final todo falla. "Ojalá eso sólo ocurra en las películas" pensó.
Llegó al sótano de los archivos, y con la linterna del smartphone se las arregló para buscar el que le interesaba. Lo encontró casi al instante.
Lo que leyó la dejó aturdida. Su mente no podía realmente aguantar lo que eso implicaba.
Estaba tan nerviosa que por un momento sintió que alguien caminaba detrás de ella. Giró asustada, miró a su alrededor, no había nadie.
Pero luego sintió una mano fuerte tomándola del cuello.
Y no sintió nada más.
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La noche en la que el monstruo lloró
Misterio / SuspensoUn concurso entre escuelas. Los niños que han llegado a la final están habituados a pensar mucho, a analizar todo. Un niño empieza a aburrirse y una niña empieza a sospechar. Y les toca enfrentarse.