Epílogo

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Pétalos de flores se arrastraban con el viento, alrededor del balcón de aquella recámara en Gondor, donde se hallaba. Su cabello era trenzado suavemente por Arwen, una simple hilada a cada costado, anudadas detrás con una liga dorada. Su traje gris perla hacía juego con la corona élfica que adornaba su cabeza.

-Cuanto me alegra que este sea el día... -anunció ella, sonriendo casi tontamente. Él le devolvió la sonrisa, mientras una sirvienta entraba con una túnica de un blanco marfil. Se la colocó, sus manos casi temblando por la emoción. Mordió su labio, mientras diminutas gemas blancas decoraban sus trenzas, como polvo de estrellas.

Caminó en círculos, su estómago dando saltos y encogiéndose por la ansiedad, sus manos temblando, su respiración entrecortada. Arwen lo tomó de los hombros y lo sentó en la cama con delicadeza, situándose junto a él.

-Legolas, encontraste al hombre perfecto. Entregas a él tu vida, y estoy muy orgullosa -anunció, lágrimas en sus ojos, sus labios en una cálida sonrisa. El elfo la abrazó, siendo correspondido al instante. Faltaba tan poco, que apenas si podía parpadear. No quería perderse nada de esto. Unos golpes en la puerta los distrajeron, mientras Éowyn y Thranduil entraban a la habitación.

El Rey sonrió orgulloso, mirando el majestuoso porte de su hijo. Estuvieron peleados, sí. Se enfureció con él por irse sin avisar a una peligrosa misión suicida, sí. Pero eras su retoño, y estaba feliz de que, después de tanto tiempo y vueltas del destino, sea feliz.

La dama de Rohan sonrió, mientras dejaba una canasta en el medio de la cama. Abrió las mantas que la cubrían, y tomó el collar de su madre, que Aragorn le había dado. Lo metió entre sus ropas, alrededor de su cuello, mientras murmuraba con una sonrisa "algo viejo".

-Algo nuevo -añadió, tomando un broche de plata, y lo colocó en su cabello, sujetando un mechón rebelde-. Algo prestado -dijo, colocándole un anillo de su padre, quien lo había dado por esta ocasión- y algo azul -finalizó, prendiendo en su túnica una cadena de flores índigo, pequeñas y delicadas.

-Gracias, a todos -suspiró, viéndose en el espejo. Jamás se había visto a si mismo de aquella forma, pero no estaba nada mal.

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Caminó hacia el altar, un velo cayendo desde la corona, y cubriendo delicadamente su rostro. La sonrisa que llevaba, nada podría quitársela. Cuando Éowyn y Arwen desfilaron hacia los lados, dejándolo ver a su prometido, en su corazón estallaron miles de emociones. 

Llegó junto a él, y sintió como sus suaves dedos removían dulcemente la tela que ocultaba sus facciones, dejándolo a la vista. Aragorn vestía con su armadura, una capa azul y gris oscuro cayendo por su espalda y hombros. La corona de Gondor reposaba en su cabeza, dándole un aire imponente.

Una lágrima rodó por su mejilla, no pudiendo creer cuánto había pasado para que llegaran hasta aquí, y apenas si pudo prestar atención a la ceremonia. Solo volvió a la realidad con Estel deslizando un anillo de plata en su dedo anular, una sonrisa decorando su perfecto rostro mientras pronunciaba "acepto".

Tomó el anillo que le ofrecían, y sonrió, deslizándolo en el dedo de su prometido, a su tiempo. Un débil "acepto" abandonó sus labios, segundos antes de que Aragorn estampara sus labios contra los suyos. Sus brazos se deslizaron a través del cuello del castaño, mientras este lo sujetaba de la cintura.

Aplausos estallaron alrededor, y aquel se convirtió en el día mas feliz de sus vidas.



(Fin)

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Gracias de verdad por la gran oportunidad que me dieron. Espero que hayan disfrutado el fanfic! Besos y abrazos a todos, y disculpen la demora en publicar!♥

-Eärendil-

Take Care of himDonde viven las historias. Descúbrelo ahora