Introducción

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50 años atrás

El mundo estaba en llamas; la tierra se volvió contra la mayoría de sus habitantes y una de las bajas más grandes fue la raza humana. Muchos no saben cómo empezó, fueron sorprendidos por el nivel de devastación que no les dio tiempo de reacción. Asia desolado, África estaba inhabitable, la mayoría de las bombas nucleares fueron dirigidas a ese continente. En América se pensaba que podía haber sobrevivientes en el sur y otro grupo en el norte. Australia también se había ido cuando fue víctima de un tsunami provocado por las bombas y los movimientos telúricos que le siguieron. El resto de la humanidad estaba congregada en Europa, sin embargo en este momento no sabían en qué país estaban, no importaba siquiera.

Todo tipo comunicación electrónica se había perdido, todos los servidores, computadoras y celulares eran historia. Esta fue una de las razones por las que, a pesar que ya se había declarado la paz, hubo ataques posteriores.

—Entonces, ¿qué haremos? —preguntó uno de los presidentes de un país destruido.

—Unirnos es la única forma de sobrevivir. En esta situación, lo menos importante es el origen de las personas. Es necesario crear una nueva nación que nos contenga a todos.

—¿Una nación mundial? —intervino otro de manera escéptica.

—No tenemos la fuerza para que sea mundial. No sabemos cuántos sobrevivientes hay, ni dónde. Debemos limitarnos a nuestra tierra.

Los murmullos se elevaron. Las personas reunidas eran los pocos que aun podían tomar el poder, algunos autoproclamado y otros eran los dirigentes cuando la guerra explotó.

—Suponiendo que lo hiciéramos. Debemos llamarlo como el país con más representantes.

Todos protestaron, nadie quería perder su lugar de origen con tanta facilidad. La frustración creó caos por diez minutos mientras unos se decían a gritos que preferían morir antes que ser ciudadano de otro lugar.

—Bien, calma —dijo quien tenía mayor liderazgo —. No podemos permitir eso. Así que debemos darle un nuevo nombre y aceptar que esto es un gobierno nuevo. Sería ilógico seguir peleando por un nombre y los supuestos derechos que tiene.

Eso calmó a la mayoría. Haciendo que de inmediato fuera el más capacitado para ser el nuevo dirigente. Se hizo la votación y se proclamó un nuevo mandato.

—¡Que la paz vuelva! —gritaba el pueblo en la posesión presidencial.

—Lo hará, viviremos en paz, ahora depende decada uno de nosotros. Somos una gran nación y por lo tanto haremos a Kriestoniaun lugar mejor —concluyo el presidente Turner.    

    

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