Dos horas de viaje, no había mirado el paisaje por estar observando como la sangre se detenía en mi muñeca. En un segundo, recuerdo mi misión, observar la zona por la que me dirigen a la cárcel, ver sus puntos de escape y posible camuflaje. Levanto mi rostro a pesar del dolor que ya se ha extendido hasta mi brazo. La zona es árida, sin ninguna esperanza de un árbol en kilómetros. Giro la cabeza hacia la izquierda y luce igual. No hay posibilidad de atravesar tanto terreno sin ayuda de un vehículo, además el sol incandescente amenazaba con quemar mis ojos. Kathy captura mi mirada, se gira observando alrededor como si supiera lo que trato de hacer. Me pongo nerviosa, tal vez soy muy obvia.
Kathy no ha hablado en todo el camino, su cara refleja el sufrimiento que atraviesa. Su brazo lleva una venda enorme y aún se ve sangre en ella.
—Kathy —susurro.
Mueve su rostro hacia mí con atención, sus ojos están ennegrecidos, su boca seca y sin color alguno.
—No tengo ganas de hablar, aún estoy mareada por los analgésicos —contesta.
—Está bien, solo quería preguntarte ¿cómo te sientes?
—No tengo dolor si a eso te refieres. Por otro lado no quiero hablar de mis sentimientos. —Gira su rostro y mira para el lado contrario poniendo fin a la corta conversación.
Me concentro en memorizar la zona, haciendo cuentas mentales del tiempo que nos tomaba atravesar un trecho determinado. El camión no iba a un ritmo constante, tenía un sonido periódico que amenazaba con desbaratar aquella armazón. El conductor seguramente sentía aquel retorcijón y desaceleraba.
Veinte o treinta minutos después, entramos a un camino lleno de sembradíos, no estoy segura que cultivan, pero es suficientemente alto para tapar a un hombre. Es la primera buena noticia para mi misión. Aproximadamente en diez minutos salimos de la zona de cultivo y atravesamos un río. A un lado, se ve un asentamiento humano, unas pocas casas cerca la fuente de agua.
Mi ánimo decae por desesperación, hace media hora que pasamos por aquel río y seguimos sin detenernos. No tengo ganas de llegar a la cárcel, ni nada parecido, pero las oportunidades son escasas sin agua o forma de ocultarse. Repentinamente el camión se detiene de manera brusca, un hombre se baja de la parte delantera discutiendo con el conductor a gritos. Ágilmente se sube a la parte trasera del camión y cierra con el plástico cobertor. Quedamos a oscuras, lo cual me obliga a sostenerme de la pared más cercana, apartándome de Kathy.
Volvemos a movernos sin ritmo predefinido, unos minutos va realmente lento y al próximo acelera a fondo. Tengo que agarrarme de las esposas que me lastiman las muñecas. Varias veces el movimiento es tan fuerte que salgo disparada del asiento, solo sostenida por mi mano aprisionada, lágrimas de dolor corren por mi rostro mientras intento acomodarme de nuevo.
Unos minutos más tarde se detiene, el mismo sujeto abre la cortina del camión y vuelvo a ver la luz del sol, tengo que adaptar mis ojos. El señor Fate aparece, sube con las llaves de las esposas en una mano, las abre y nos conduce al exterior.
Lo primero que veo es la alta reja de seguridad, no era algo que se pudiera saltar por un solo hombre o quizás por dos. Con púas en lo más alto y unos monstruosos guardianes caninos, es un reto mayor del que pensaba. El señor Fate nos entrega a dos hombres armados sin decir una palabra, mientras se queda mirándome con una advertencia silenciosa. Kathy camina sin resistencia, sus pasos son largos y cabeza baja. Sabía por el entrenamiento de Crull que era un error entrar a este lugar viéndose como alguien débil, así que levanto mi cabeza y le susurro a mi amiga que haga lo mismo. Ella no lo comprende la primera vez, pero parece hacerme caso unos segundos después.
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Contra-Mancha
Science FictionEn un mundo desolado nace una nueva civilización con grandes ideales pero con las mismas acciones que llevaron al final de la anterior. Con sus reglas drásticas, fueron excluyendo a personas que incumpliera el libro de conducta, llamado Libro de Lea...