Capítulo 13

10 2 18
                                    

Pasan dos días más y nos dejan salir. Mi voz sigue fallando en las notas altas pero sin dolor, por su parte, Kathy sigue con su tormentoso brazo, cualquier movimiento hace que sus ojos se nublen y pierda la calma. Además, está muy nerviosa. Sus párpados a veces trabajan sin parar por un minuto y luego vuelve a la normalidad. Ella parece no percatarse de esa mirada al vacío que tiene cuando no la estoy viendo. Me preocupa que esté muy afectada por la pelea y que no quiera compartir sus sentimientos.

Mi cuerpo ha cambiado visiblemente desde que puse un pie en este lugar, había perdido varios kilos y mi rostro se ve maltratado. Además el cansancio constante y la ansiedad juegan un papel importante en mi deterioro.

Leti y Amelia nos esperan en la salida de enfermería. Sus gestos amables y sonrisas que hablan por sí solas. Estoy tan feliz de salir de esa cama, mis piernas necesitan correr y sentir el aire fresco. Kathy abraza amorosamente a Leti, mientras ella toma su rostro y le da varios besos en la frente. Amelia pasa su brazo por encima de mi hombro, dando palmaditas suaves.

—Bienvenidas —dice alegremente.

Envuelvo mis brazos en ella, estoy feliz que está todavía a mi lado. Amelia se paraliza por varios segundos pero luego relaja su postura y agacha su cabeza para inhalar cerca de mi cabello.

—Lo siento mucho tía —aún estoy fuertemente enganchada con ella.

—¡Me llamaste tía! —levanta su cabeza y se aparta con amabilidad de mí para ver mis expresión.

Sus ojos se llenan de lágrimas, mientras vuelve a acercarse.

—Lamento haber tratado de llevarte de nuevo a la organización —continúo —. Te prometo que dejaré que elijas.

—Iré a donde tú vayas —afirma.

Pasamos un tiempo entre abrazos y preguntas sobre preocupaciones. Estaba tan sumergida en la conversación que me asusté al ver a María a dos metros con sus rizos ondeando en su cara. Parecía una estatua, pálida y asustada. Amelia nota mi expresión y gira para enfrentarla, a pesar que ella no tiene una postura amenazadora, las sospechas en su contra no se han eliminado.

Da un paso tímido hacia nosotras. Amelia se envara y me protege con su cuerpo.

—Vengo en paz —su suave voz parece de una niña.

Mi tía no se relaja, Leti pone una mano sobre el hombro de Amelia tranquilizando la tensión. Me abro paso, mirando el rostro de la chica que luce asustada.

—¿Qué quieres? —demando.

Una gota de sudor baja por su frente.

—Sé que estoy acusada de su ataque, pero les puedo asegurar que no tengo nada que ver con eso —tartamudea al terminar la oración, sin embargo suena verdadero.

—¿Entonces quién? —pregunta Amelia.

Niega con la cabeza.

—No lo sé, pero estoy segura que tampoco fue Steve. Él no sería capaz de un acto tan vil.

—No estoy segura —comenta Amelia —, si fuera así habría venido él mismo a decirlo.

—Le rogué que no lo hiciera, es mi culpa —dice apretando una de sus muñecas con la otra mano —. No estaba segura de la reacción que tuvieras y prefería testificar por los dos, evitando un conflicto entre ustedes.

Amelia tuerce los labios y alza su ceja derecha.

—Eres una chica inteligente, sin embargo debo hablar con Steve —dice Amelia —. Dile que me vea en el comedor.

Contra-ManchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora