Capítulo 10

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"La familia del infractor podrá ser perdonada al entregarlo a la justicia. Se le cambiará el apellido al manchado y a la familia se le otorgará la eliminación de los registros de su pecado".

Libro de Lealtad Sección 20 Párrafo 17

Cumplimos con la tarea de cortar el césped del patio trasero en silencio, ninguno quería iniciar el tema de mi recompensa. Julgick soltó esa noticia bomba y huyó como un cobarde. Amelia no podía mirarme, Josh con su actitud de chico malo, se alejó para darme espacio, mientras Steve fue a corroborar su historia.

Estoy segura que están ocupados pensando en quién es el responsable de ponerme como objetivo, mientras yo tengo asuntos por descubrir dentro de este lugar. Es peculiar que los guardias no supieran mi procedencia cuando mis opresores anteriores lo conocían a fondo. Además si tuviera un precio, Fate habría estado encantado en recibirlo. ¿Estaba aquí para ser protegida? ¿Alguien les ocultó la verdadera razón por la que me enviaron? ¿Deliberadamente el gobierno me escondió del radar de quien quiere mi cabeza? ¿Mi tía había cometido un error al revelar su parentesco conmigo? Tantas preguntas sin respuesta.

Estoy famélica, mi proceso de curación sumado al trabajo físico de esta tarde, han hecho un hueco en mi estómago, me apresuro a entrar al comedor para encontrarme con Kathy. Sus ojos pasaban por cada persona que se dirigía a comer, finalmente posa su mirada en mí y sonríe. Acelero el paso, tratando de ganar puestos en la fila. Toma mi mano cuando ya estamos lo suficientemente cerca, asiento hacia su gesto dulce y entramos a la gran sala. Se nota cansada, no está acostumbrada al trabajo pesado, su vida anterior era mucho más fácil que la mía.

—Espero que la comida sea decente hoy. —Kathy mueve su rodilla nerviosamente.

—Creo que cualquier cosa es mejor que la comida de enfermería —digo tratando de animarla un poco.

—No estés tan segura, la gelatina es deliciosa y se reconoce fácilmente. Por otro lado aquí no sabes con certeza que te estás comiendo. —Hace un gesto como si fuera a vomitar.

—Entonces espero que sea gelatina. —Reímos audiblemente llamando la atención de varios rostros enojados.

Kathy tiene razón, la comida parece un potaje de cereales, solo que el color oscuro no dejaba pistas de su procedencia. Con las bandejas en las manos nos dirigimos a las mesas. No veía a Amelia, la mayoría de los reclusos lucían tristes y cansados, con la cabeza abajo. Pero mi atención se centró en una mesa al costado derecho; músculos desarrollados acompañados de miradas asesinas. Se ven atemorizantes, irradian problemas y estoy segura que no les gusta que los miren directamente. Rompo la conexión demasiado tarde, dos hombres de esa mesa se levantan con su objetivo fijo, pretendo cierto desinterés por la situación caminando en sentido contrario, hasta que una gran mano se acomoda en mi hombro dolorosamente.

—¿Dónde estabas? Te estamos esperando para comer. —Josh retira su mano donde seguramente me quedará un moretón. Los dos hombres vuelven a su asiento sin dejar de mirar a Josh.

—Lo siento, no los pude encontrar. —Josh sonríe al ver el panorama.

—Tienes talento para meterte en problemas, nena. Tendré que mantener un ojo encima de ti todo el tiempo.

—¡No he hecho nada! —digo ofendida.

—Sí claro, pero es mejor que no te cruces con ellos. Síganme —nos dice.

Salimos de la sala, Amelia estaba sentada en una gran mesa exclusiva, Leticia, Steve y Markus la acompañaban. Al otro lado, sentada cómodamente una niña solo un poco mayor que yo, comía solitaria, tal vez María o Loren.

Contra-ManchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora