¿Qué demonios haces aquí?

10 1 0
                                    

Una persona, la muy desgraciada, salta encima de mí despertándome malhumorada. Miro la hora con enfado y veo que son las cuatro de la madrugada.

-¡Se puede saber qué haces, imbécil!- grito susurrando.

-Xxt, no grites- me tapa la boca con su mano y se cuela entre las sábanas y se pone a mi lado.

-¿Qué demonios haces aquí?

-Quiero dormir contigo.

-¡No!

-¿Por qué no?

-Porque no quiero que duermas conmigo.

-Si en realidad lo estás deseando- me consume la rabia por dentro y cierro los ojos intentando calmarme.

-¡Los cojones lo estoy deseando!

-Xxxt- vuelve a taparme la boca con su mano, aunque esta vez le muerdo.

-Vete.

-No- aprovecha que tengo los ojos cerrados para besarme y acaba posicionándose encima de mí.

-¿Y qué le diré a mis padres por la mañana cuando vean que estás durmiendo conmigo?

-Que te echaba de menos y he venido- deja caer su cabeza sobre mi pecho.

-Tú crees que son subnormales, ¿o qué?

-No, pero no diremos mentiras- sus labios recorren mi cuello mordiendo la piel de esta antes de llegar a mis labios.

Me besa con deseo y me dejo hacer mientras sus manos recorren mi cuerpo. Pasan cinco minutos y estamos durmiendo cada uno a un lado diferente de la cama.


Me despierto con un peso aplastándome. Me remuevo incómoda y lo veo a él, con su cabeza encima de mi barriga con cada brazo paralelo a ella encima de mi cuerpo también.

-Buenos días, preciosa- me da un beso en la barriga y se posiciona bien para darme un perezoso beso en los labios.

-Buenos días- me levanto y me hago una cola con los pelos alborotados.

-¿Qué día es hoy?

-Domingo.

-Mientes.

-¿Ah sí?- asiente con la cabeza mientras me pongo una sudadera gris.

-Es sábado.

-¿Pues así para qué preguntas?

-Para sentir tu dulce voz- hago una mueca.

-Déjate de hacer el romanticón y levántate.

-¡A tus órdenes!- se levanta y me perfora la piel con su mirada.

-Imbécil.

Vamos hacia la cocina y nos preparamos el desayuno. Nos sentamos en la mesa para comer y me promete que después de esto se irá a su casa, aunque por la cara que pone, no lo tengo del todo claro.

Se viste del todo y antes de marcharse me da un rápido beso y desaparece por la puerta de mi habitación, no respiro aliviada hasta que no oigo cerrarse la puerta principal.

Me pongo un chándal y antes de ir a correr, me entretengo a hacer algunos de los deberes para el lunes. Después de media hora, me hago una cola bien hecha y justo cuando iba a salir suena el timbre. Abro la puerta y me lo encuentro también con un chándal y con una sonrisa irresistible.

-¿Qué carajos estás haciendo aquí?

-¿Vamos a correr?

-¿Cómo que vamos? Yo me voy, lo que hagas tú no es cosa mía.

Necesidad de ti. *Reescrito*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora