ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 17

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A Harry se le congeló la respiración, el corazón y todas las arterias de su cuerpo.

—Lo siento, Harry —siguió Louis, suavemente—, por haberme enamorado de ti, y... ni quiera yo sé cómo pasó —sus ojos claros comenzaron a inundarse de lágrimas y se sentía débil—. Lo siento.

El silencio fue eterno. Los segundos pasaron como si fueran años y el cuerpo de Louis comenzó a temblar bajo las mantas, observando el rostro poco iluminado de Harry, sin ninguna expresión más que un poco de sorpresa. Sintió que había arruinado todo.

—Creo que uno no elige a quién amar... —susurró Harry de repente—. Sólo el corazón lo sabe. Y déjame decirte que... —los ojos de Harry brillaron bajo la lamparita colgada— ahora entiendo todo.

— ¿Qué? —Louis estaba confundido.

—Ahora entiendo el porqué de querer sentir tus labios junto a los míos a cada segundo que paso contigo. E-el... Esa cosa que sentía dentro cuando te acercabas, cuando me hablabas o incluso cuando me mirabas. Todo. Todo lo que hacías —movió sus manos fuera de la bolsa de dormir—, movimientos, canciones, todo eso hacía que mi corazón latiera fuerte. Ahora... entiendo y —sus ojos irradiaron luz propia— es porque estoy enamorado de ti también.

La respiración de Louis se frenó de golpe, como si alguien la hubiera apagado con un pequeño botón en su interior. Podía oír a su cuerpo pedir por el oxígeno que no le estaba brindando. Tragó saliva dificultosamente y entre abrió los labios, temblando un poco por miedo a lo que seguía. Aún miraba anonadado a Harry. Vio algunos brillos y destellos en sus increíbles ojos verdes, además de lágrimas que no se animaban a caer. No pestañaba, ni movía sus pupilas. Sólo lo miraba, fijamente, con la boca entre abierta también, dejando entrar y salir el aire. Louis inhaló y todo su cuerpo se reactivó como una máquina. Harry, por su parte, hizo lo mismo pero rápidamente su cuerpo se llenó de impulsos incontrolables.

—Las estrellas están girando —murmuró el rizado de repente.

— ¿Qué?

—Giran, Louis —le explicó—. Están girando para nosotros, en nuestro entorno, ahora mismo. ¿No lo sientes? —la magia, ese campo magnético, había vuelto y era, probablemente, el más intenso que pudieron sentir. Louis asintió levemente.

—Sí —susurró.

Ambos chicos se acercaron más, abriendo los sacos de dormir para armar solamente uno. Harry se acurrucó cerca de Louis, apoyándose en su brazo. Solo estaba recargado junto a él, pero el ojiverde sintió la mano fría del chico y la tomó, entrelazando los dedos con los suyos, enviando un poco de su calor. Louis lo miró desde su posición, bajando la cabeza. Él le sonrío y le transmitió tranquilidad al ojiazul. Entonces Harry se movió y apagó la lámpara, alargando el brazo hacia arriba. Toda la tienda se bañó en la oscuridad de la noche. La luna brillaba afuera, en lo alto del cielo negro, acompañada de sus amigas, las estrellas.

Ambos chicos tenían los corazones agitados aún, pero no sabían qué decir. Louis cerró los ojos lentamente, apretando la mano de Harry con la suya sin sentirlo. El rizado sonrió mientras cerraba sus párpados también.

—Es extraño esto —susurró Louis, apegándose más a él.

—Lo sé —dijo el rizado, trató de sonreír, rozando su nariz fría en el cuello de Louis—. Es raro.

—Mh...

Louis suspiró y el cuerpo entero le tembló en un escalofrío interno. Harry levantó un poco su cabeza le dejó un pequeño beso en la mandíbula. Se acomodó más hacia arriba y, como si esperase que Louis le diera permiso, esperó unos segundos, antes de unir sus labios con los del otro chico. Harry se derritió cuando Louis comenzó a mover los labios entre los suyos, con gusto a alcohol. Sus bocas coincidían perfectamente, como dos piezas de rompecabezas hechas a la medida, para encajar únicamente en la otra.

The Same Sky 🌌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora