Louis aún no superaba que Harry haya sonreído cuando él le cantó aquella tarde. Habían pasado exactamente veintidós días desde aquel acontecimiento —como él lo llamaba—. No se lo había contado a nadie aún y por más que quisiera, no tenía a quién. Dominic no había vuelto a ir y ninguno de sus otros amigos. Sus hermanas iban poco y, para serles sinceros, ya no aguantaba a su madre. Según él era: "una insoportable molestia que no lo dejaba respirar". Y sí, al pobre Louis no lo dejaba respirar en paz. Se pasaba día y noche encerrado en ese dormitorio sin poder asomar la nariz por la ventana. Si durmió sin compañía cuatro veces, desde que estaba allí, fue mucho. Le pidió innumerable de veces a Jay que se vaya y lo deje solo por una noche, pero ella sólo hacia oídos sordos y se quedaba a cuidar de su hijo. Y no es que Jay no estuviera cansada, porque sí lo estaba, pero sentía que si se iba, podía perder a Louis en ese lapso.
EL ojiazul tenía la edad suficiente para poder estar sólo en el hospital, sin el cuidado de ningún mayor, a excepción de doctores, pero Jay siempre estaba allí. Y aunque la amaba, lo ahogaba con su cariño.
Esa tarde aprovechó que su madre no estaba, para salir a caminar por el hospital. Se paseó de piso en piso, buscando algo entretenido para hacer o mirar. Encontró una sala de juegos didácticos para niños pequeños. Se quedó observando a aquellas criaturas que reían y jugueteaban con algunos juguetes, algunos incapaces de ejercer mucho esfuerzo. Había niños en sillas de ruedas y con cables que les salían por todos lados, otros con máscaras que rodeaban sus rostros, conectándose a bombonas de oxígeno. Otros estaban enyesados. Las enfermeras ayudaban a colorear dibujos que habían hecho. Era todo muy emotivo, pero a Louis eso no le gustaba mucho así que siguió su camino. Pasó por un portón gigante de dos puertas de vidrios y tuvo que cubrirse los brazos por la correntada de aire frío que entrada por una de ellas. Ese día Louis llevaba una remera con el logo Vans, color blanca y roja, y los pantalones, a cuadros rojo y negro, de su pijama. Se acercó más y vio que era una especie de patio.
—Así que esta es la terraza... —se dijo para sí mismo.
Miró para todos lados y sólo vio gente revoloteando lejos, así que decidió salir sin permiso. El cielo estaba gris, con grandes manchones más oscuro esparcidos en diversos puntos. El viento soplaba fuerte y las hojas, del único árbol que se encontraba allí, se golpeaban unas con las otras mientras se desprendían para iniciar un vuelo por los aires. El árbol era enorme, estaba medio desnudo, tenía muy pocas hojas, ya que era otoño. Pero Louis lo observó con más atención y se dio cuenta que de algo peculiar, tenía flores en reemplazo de hojas. Flores rosadas de cinco pétalos. Todas eran iguales. Pequeñas y redondas. Eran preciosas. Había tres de ellas tiradas en el suelo delante de él. Se agachó para levantar una y la olió. Su aroma era dulce, parecido al jazmín. Sonrió y se la guardó, con cuidado, en el bolsillo del pantalón.
El viento soplaba cada vez más fuerte y hacia que el gorro que llevaba puesto se le corriera. Se lo acomodó e hizo una mueca de asco. Las veces que salía de su habitación solía llevar gorros de lana o gorras con visera porque no le gustaba que lo vieran calvo. Suspiró fuertemente y se quedó viendo la vista que había desde allí. Se veía el océano a varios kilómetros.
Quiso acercarse hacia donde terminaba el patio pero el viento se lo impidió, así que optó por sentarse entre las raíces del viejo árbol, que aún no sabía cuál era. Le encantaba el viento y percibir el olor de la lluvia aproximarse. Recargó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos deseando que algo bueno ocurriera en su vida y que todo lo que estaba sucediendo, cambiase. Volvió a suspirar. Su pecho bajaba y subía pacíficamente. Por un momento le pareció que todo a su alrededor se quedaba en total silencio y sonaba una delicada melodía en un piano. Suave, como si apenas hundieran las teclas. A Louis le encantaba el sonido del piano, sentir las teclas bajo sus dedos y escuchar la hermosa armonía que formaban. Lo relajaba tanto. Sin darse cuenta, estaba sonriendo. La melodía se paró y una gota fría le cayó en la mejilla, seguida de otra en el brazo derecho. La lluvia comenzaba a hacerse notar cada vez más fuerte. Se levantó de su lugar, caminó unos pasos y observó el cielo mientras ponía sus manos en los bolsillos. Suspiró por enésima vez y sintió como el agua caía sobre él.
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The Same Sky 🌌
FanficUna enfermedad y un trágico accidente. Una libertad restringida y plumas perdidas. Una amistad dulce y un amor poderoso. «-Pide un deseo. -Estar en el mismo cielo que tú» Descubre qué sucede cuando Louis conoce a Harry y miran el mismo cielo. ____...