ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 6

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Aún tenía la gelatina de pera en la mano y pensó que sería bueno llevárselo a Libby de una vez. Después de todo a él no le gustaba y no la iba a tirar.

—Volví —dijo entrando directamente. Pero nadie respondió.

La joven estaba hecha una bolita, con sus rodillas en el pecho y su cabeza entre los brazos. Su poco cabello estaba alborotado y la cinta, que tenía usaba, tirada en el suelo. Louis miró toda la habitación. Las cortinas estaba cerradas y dos de las presillas del lado derecho estaban sueltas. La cama del lado de la puerta estaba media desecha, corrida de su lugar y las sábanas tenían abolladuras.

— ¿Libby? —llamó Louis, pero ella no respondió. La escuchó sollozar—. ¿Qué pasó?

Se acercó despacio y dejó el pote de comida sobre la mesa de luz. Tragó saliva y estiró su mano, no muy seguro, para tocarle el hombro. Luego de unos minutos de meditación, si hacerlo o no, realizó la acción. Sobó despacio el hombro de la chica y notó que se relajaba bajo su suave tacto.

— ¿Qué pasó, Libby? —volvió a preguntar, despacio.

—Mi tía... —hizo una pausa—. Ella... ha muerto —el corazón de Louis se aceleró un poco. Se le hizo un nudo en el estómago.

—Yo... l-lo lamento mucho.

Se agachó un poco para abrazarla, algo que sólo hace, muy poco, con su familia. La joven lo abrazó fuerte y lloró sobre su hombro por un buen rato. Louis pensó que ese sería el día de consolar personas. Suspiró levemente.

— ¿Qué fue lo que le pasó?

—Ella sólo se murió y ya —respondió bruscamente. Se alejó de él y secó sus lágrimas con la mano—. Ahora no tengo absolutamente a nadie. Me siento tan miserable —apretó los puños. Louis dudó.

—Me tienes a mí —dijo. Ella lo miró con un pequeño y, casi visible, brillo en los ojos.

—Gracias —trató de sonreír—, pero se siente como la mierda no tener familia. Sé que puedo hablar contigo, pero se siente mierda igual.

—Lo sé. Lo lamento —se disculpó.

—Yo también lo lamento. Hubiera querido que ella me viera morir a mi primero.

—No digas eso —frunció el ceño y se sentó a su lado.

— ¿Y qué se supone que diga? Tengo leucemia —alzó las manos como protesta—. La gente que tiene suerte se salva, pero tengo la leucemia mala y de esa nadie se salva, casi —miró sus gorditos dedos—. No tengo posibilidades. Sé que pronto empezarán los síntomas más graves y será ahí cuando te alejarás —hizo una mueca con la boca—. Demasiado problemas ya tienes con tu cáncer y tu piel, Lagartija, no quiero sentir que me tienen lástima.

—No te tengo lástima —dijo serio. Ella levantó la ceja.

—Yo tampoco te tengo lastima, que eso quede claro —se acomodó en su lugar mirando al frente y secando las últimas lágrimas que amenazaban con salir. Louis sonrió al verla de perfil.

—Bien.

Ambos quedaron viendo la pared del frente, sentados en la misma posición. Louis balanceó sus pies en el aire, de atrás hacia adelante, constantemente. En cambio, Libby estaba con la cabeza gacha y su poco cabello le caía delante del rostro.

— ¿Sabes que traje? —rompió el silencio.

— ¿Qué? —preguntó ella, sin mover un musculo, sorbiendo su nariz.

—Gelatina de pera.

—Me gusta la pera —levantó la cabeza. Había lágrimas asomándose de nuevo.

The Same Sky 🌌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora