ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 11

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Estaremos allí en un rato —la voz de Jay sonaba desde el otro lado del teléfono—. Espéranos.

—Está bien —la conversación acabó.

Veinticuatro de Diciembre. Víspera de Navidad.

Cumpleaños número veintidós de Louis.

Era mediodía, afuera nevaba fuerte y su familia no llegaba aún. Louis miró el collage de la pared, deseando estar en su casa, acobijándose con el calor de la chimenea y el aroma a pastel y galletas que su madre preparada cada Navidad.

Harry dormía aún y Libby estaba en su hora de medicación. Suspiró fuerte y decidió bañarse. Estaba secándose el pecho cuando Harry entró al baño sin darse cuenta de la presencia del otro joven. El ojiazul se cubrió el cuerpo con la toalla y tosió un poco. Deseó que la ducha tuviera una cortina para poder cerrarla. Harry, aún con los ojos pegados y adormilado, levantó la cabeza y mucha importancia no le dio. Siguió orinando. Louis lo observó desde su lugar, sintiéndose incómodo y asqueroso. Su cuerpo se estaba recuperando del cáncer, pero aún tenía la carne expuesta en varios lados visibles y se veía muy mal desnudo. Además de que estaba muy delgado y se le notaban las costillas.

—Harry... —dijo él. El chico volvió a subirse los pantalones y recién ahí, lo miró fijamente. Abrió los ojos grandes y su cara se tornó roja al instante, como si se la hubiera pintado.

—Y-yo... ¡perdón! —se disculpó al darse cuenta de la situación—. M-me iré.

Se giró para caminar hacia la puerta, pero se detuvo al escuchar un estruendo dar con la cerámica. Volteó su cara y encontró a Louis en el suelo, con la toalla desparramada sobre él. Harry corrió hacia él y lo levantó desde la espalda, despacio, para sentarlo.

— ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? —le preguntó preocupado.

—Sí —se quejó—. Me duele la pierna, nada más —pero en realidad le dolía toda la espalda, el trasero, ambas piernas y el codo con el cual se sostuvo.

— ¿Seguro? —Louis asintió con cara de dolor al querer levantarse.

Harry apoyó su mano sobre la espalda del chico de nuevo y sintió la piel extraña del muchacho. Echó la cabeza hacia atrás y observó manchones gigantes de carne y piel seca. Entonces fue ahí donde se dio cuenta que Louis no llevaba gorro y que no tenía cabello. También se percató de sus brazos y su pecho. Sintió que el estómago se le encogió. Louis miraba al piso al notar como Harry lo observaba sin decir nada. Trató de taparse un poco más, pero el ojiverde no lo dejó. Pasó su mano suavemente sobre los hombros y brazos de su acompañante, sintiendo la resequedad de la piel. Louis corría involuntariamente su cuerpo ante el tacto de él, pero sus manos eran demasiado suaves y no le hacían daño. Se sintió protegido, por un momento, pero luego el suave roce desapareció completa e instantáneamente. Volteó un poco a ver a Harry, que aún seguía tocando su brazo. Él lo miró extrañado y con el ceño fruncido.

—Harry... —susurró. El chico le sonrió amablemente—. No puedo sentir tu mano —el rizado se quedó tieso en su lugar, su respiración se cortó y corrió sus dedos lentamente—. Harry, no estaba sintiendo tu mano —dijo alarmado. Lágrimas acumulándose detrás de los ojos, amenazantes.

— ¿Cómo? ¿No... sientes? —Louis tembló y Harry lo tomó de la muñeca. Nada.

— ¡No puedo! Yo... Harry... No puedo... —dijo entrecortado—. Sentí cuando me tocaste el hombro pero luego no... —algunas gotitas comenzaron a caer, sin siquiera darse cuenta.

—Iré a buscar un doctor.

Harry corrió hasta la puerta de la habitación y llamó a una enfermera que estaba a punto de pasar. Ambos entraron, Louis se encontraba hecho una bolita humana, desnudo y enrollado con la toalla. La enfermera lo vio y de inmediato salió en busca de un médico. Harry no sabía qué hacer. Pasmolei entró al baño a los pocos segundos y lo miró a Harry primero, quien le señaló al chico en la ducha.

The Same Sky 🌌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora