Mientras caminaba de regreso al piso, uno de los guardias me interceptó y comenzó a registrarme. Estaba aterrado, llevaba escondido un puñado de maíz en los zapatos. Quizás el guardia notó mi miedo, ya que me agarró del pelo y me tiró, de cara, contra el suelo.
—Procura que mañana no me tope contigo —dijo con tono más bien indiferente—. No estaré de tan buen humor.
Y después de esto me propinó numerosas patadas en las costillas. Probablemente hubiera parado en el momento en que comenzara a suplicarle. Esto a muchos de los guardias les divertía lo suficiente como para que se dieran por satisfechos, pero me negué a rebajarme y aguanté estoicamente los golpes, sin que ningún quejido o grito saliera de mi garganta. En cuanto se fue, ni siquiera pensé en el dolor infernal que sentía. Únicamente agradecí que, al menos por ese día, siguiera vivo.
Al llegar a "casa", vi que mi hermanito Soo ya estaba allí. En un principio, cuando nos enviaron a este campo, nuestro padre vivía con nosotros, pero los guardias lo fusilaron cuando intentó acceder a la zona de las mujeres para ver a nuestra madre. Fue muy duro ver como lo mataban. Ni siquiera pude llorar su muerte, eso habría deprimido aún más a Soo.
—Tengo un regalo para ti —le dije, intentando sonar animado a pesar de lo agotado y dolorido que estaba—. Cierra los ojos y extiende las manos. ¡Ni se te ocurra dejar que caiga!
Hizo lo que ordenaba. Con una sonrisa cansada, que por suerte él no podía ver, saqué el maíz y lo deposité en sus delgadas y casi enfermizas manitas.
—Ya puedes abrirlos.
Al hacerlo, se llevó con avidez la comida a la boca. Le hubiera dicho que masticara antes de ingerirlo, pero se lo veía tan contento que no tuve ánimos de hacerlo.
—Venga, vayamos a dormir. —Pasé un brazo sobre sus hombros —la piel apenas cubría sus huesos, haciendo que el contacto resultara escalofriante— y le conduje hasta los futones delgados y cochambrosos donde dormíamos.
Estaba ya a punto de caer rendido ante el sueño cuando escuché que Soo estaba llorando. Sin mediar palabra, lo cogí y lo atraje hacia mí, dejando que enterrara su cabecita en mi pecho.
—Hoy he... —soltó otro sollozo—... Denuncié a Danbi.
Danbi era una niña que iba con él a esa cosa burda a la que llamaban colegio.
—Me contó que su padre y su madre se habían encontrado por la noche... Yo... Tenía miedo y se lo conté a uno de los guardias.
Me quedé petrificado al oír eso. Soo no sabía por qué motivo nuestro padre había muerto.
—¿Qué... qué ha pasado con los padres de Danbi? —pregunté con un hilo de voz.
—Los ma-mataron —balbuceó—, y a ella no la he vuelto a ver.
Maldije entre dientes a los guardias. Todo ese tiempo había intentado que él viera la menor cantidad de cadáveres posible, y ellos iban y mataban a dos personas delante suyo.
—¿Soy un monstruo? —Me miró con los ojos llenos de dolor—. ¿Han muerto por mi culpa?
Me odie completa y absolutamente por lo que iba a decir, pero tenía que hacerlo.
—No eres un monstruo —afirmé completamente seguro. Esa era la parte más fácil—. Ellos... ellos incumplieron las normas, merecían morir.
Vi que entrecerraba los ojos, aún llenos de lágrimas, meditando mi respuesta.
—Entonces —dijo por fin—. Yo también merezco morir.
Me tensé, sorprendido y horrorizado por su respuesta.
—¿Por qué?
Se llevó una mano al estómago.
—Porque incumplí las normas cuando me diste comida de más.
Esto es un poco extraño. Ni siquiera yo sé muy bien si aquí acaba esto o si quiero continuarlo. Básicamente, resumiré diciendo que se trata de dos hermanos en un campo de concentración norcoreano. A día de hoy el Gobierno de Corea del Norte niega que existan estos campos, a pesar de las evidencias y los testigos. Este es mi pequeño aporte para dar a conocer este asesinato en masa que, por estar sucediendo es estos mismos momentos, es tan horrible.
Os invito a investigar, pero también advierto de que hay imagénes y hechos que pueden resultar perturbadores. Dejaré en un comentario un link para que podaís mirar, si quereís, unos dibujos de lo que sucede en estos campos, pero aviso, no son nada agradables. También dejaré otros links que podeís mirar si quereís más información.
Escape from Camp 14. Este libro cuenta la historia de un hombre que consiguió huir de uno de estos campos. Por desgracia, creo que no está publicado en castellano, pero animo a todo el que sepa inglés a leerlo.
Por último decir que la canción que hay en la multimedia es la que escuché mientras escribía esto.
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Sin esperanza
RandomTe doy la bienvenida a uno de los temibles y escalofriantes campos de concentración que a día de hoy existen en Corea del Norte. En dichos campos la tortura, el hambre, los malos tratos y la muerte es el pan nuestro de cada día. Esta es la historia...