Min necesitó poco menos de dos días para prepararlo todo. La noche del seis de enero de 2012, Min y yo logramos escapar del campo y emprender nuestro camino hacia Corea del Sur. Pero me estoy adelantando a los hechos.
Estaba en mi celda cuando escuché tres toques, dos seguidos y uno que sonó varios segundos después. Así habíamos acordado que llamara cuando fuéramos a irnos. Me puse inmediatamente en pie y él entró. Me entregó sin mediar palabra un uniforme de guardia y una pistola. Yo ya sabía que tenía que hacer. Me puse rápidamente la ropa y me colgué la pistola del cinto. Min me echó un vistazo y asintió con aprobación.
—Recuerda —susurró—, sí nos atrapan, tienes que pegarte un tiro.
Cogió su propia pistola y la puso contra su frente para enfatizar sus palabras.
—Nada de dispararse en la sien —me recordó—. En caso de que dispares mal y la bala no dañe al cerebro tu muerte no será instantánea.
No me molesté en asentir. Me lo había repetido tantas veces que era imposible que no lo supiese. También me había entregado una cápsula de veneno por si tenía la desgracia de que me quitasen el arma antes de poder usarla.
Salir fue sorprendentemente fácil. De alguna forma, conseguí controlarme lo suficiente como para no ponerme a temblar cada vez que pasábamos frente a algún guardia. Sentí como si me hubieran quitado un peso de encima cuando atravesamos la vaya electrificada. Aún notaba la imponente vigilancia de las torres a mi espalda, pero estaba demasiado emocionado por hallarme fuera que no les presté atención
Anduvimos un pequeño trecho hasta llegar a una camioneta aparcada. Min me ordenó subir al asiento de copiloto mientras él hacia lo propio en el de piloto.
—¿Por qué nos dirigimos directamente a Corea del Sur? —le pregunté—. Tengo entendido que cruzar la frontera allí es infinitamente más complicado que cruzar la de China.
—Llevo tiempo sobornando a varios de los soldados que patrullan allí —respondió—. Ellos nos permitirán pasar sin hacer preguntas. Pero antes tenemos que llegar hasta allí.
Transcurridas unas horas, que yo había pasado durmiendo por obligación de Min, me despertó y me dijo que se había acabado la gasolina. Teníamos que seguir a pie. Había preparado un par de mochilas con víveres y otras cosas que íbamos a necesitar. Nos las pusimos a la espalda y echamos a andar.
No sé muy bien cuanto tardamos en llegar. Por mi culpa tuvimos que detenernos varias veces al día. Sabía que esto era peligroso, pero no aguantaba tantas horas caminando.
Min se mostró paciente. Realizaba el primero los turnos de guardia cuando íbamos a dormir y se preocupaba de que no me cansara demasiado. Me sorprendió aquella amabilidad.
Avanzábamos de noche, escondiéndonos por el día y manteniéndonos alejados de todo tipo de ciudades o pueblos, Cogíamos agua de los ríos, rodeábamos las zonas abiertas y esquivábamos las personas, poniendo especial cuidado en esto si iban de uniforme. Nos encontrábamos a medio camino de la salvación o la muerte. Fue una experiencia que no me gustaría volver a pasar por nada del mundo.
Y, un día, por fin, alcanzamos la frontera
Tengo preparada una pequeña sorpresa para el próximo capítulo ;D
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Sin esperanza
RandomTe doy la bienvenida a uno de los temibles y escalofriantes campos de concentración que a día de hoy existen en Corea del Norte. En dichos campos la tortura, el hambre, los malos tratos y la muerte es el pan nuestro de cada día. Esta es la historia...