Extra

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Un año después...

-¡Amor! ¿Dónde estas?

-¡Por aquí! - grito desde la sala, recostada en el sofá con un libro en la mano.

La sonrisa de Adam se ensancha al verme, allí acostada, embarazada y feliz.

-Te extrañé - dijo acercándose a mi y depositando un tierno beso en mis labios.

-Y yo a ti - respondí tratando de incorporarme.

-Quédate quieta. - replico haciendo que me vuelva a recostar.

Pongo los ojos en blanco.

-Ya estoy cansada de estar tirada todo el día, de verdad no hago otra cosa que comer y leer. Creo que no hay más comida de todos modos - argumente pensativa- y creo que me leí este libro como por decima vez. - frunzo el ceño.

Él río ante mi exageración.

-Eres una exagerada.

-¡No!, tú lo eres.

-No sé si recuerdas pero lo que llevas aquí dentro - coloca su mano sobre mi enorme vientre - es nuestro hijo.

Sonrió. Cada vez faltaba menos.

-Lo sé.

Él se acomoda junto a mi y yo apoyo mi cabeza sobre si hombro. Plácidamente feliz. Tal vez porque este era el momento del día en donde ambos podíamos estar solos, felices y relajados. Después de todo él se dedicaba el mayor tiempo posible a mi y al baloncesto, entrenando profesionalmente y sin dejar de mencionar él buen jugador que será su hijo, mientras que yo, aburrida por estar de licencia y sin poder actuar o realizar alguna obra, me quedaba allí todo el día, en nuestra perfecta y reciente casa, no muy lejos de nuestra familia o del teatro o del club. De hecho no me podía quejar, tenía todo lo que siempre quise.

Aun recuerdo el día en que le di la noticia. Ninguno de los dos nos lo esperábamos y sin embargo nos hizo tan felices. Recuerdo que él me miro con aquella mirada inocente y llena de brillo, de felicidad y emoción, qué automáticamente me hizo girar en sus brazos chillando de alegría y sin soltarme un segundo. Y desde ese entonces me había tratado el doble de cuidadoso, tierno y protector que desde que nos casamos. Mi perfecto marido. Aun era raro pensarlo, después de todo había ocurrido tan rápido.

-Por cierto, feliz aniversario. - Dije.

Él me miro, con la misma mirada, intensa y apasionada que el primer día.

-Feliz aniversario Cass. - Me beso, sin soltarme y ambos nos quedamos allí, tendidos en el sofá. Y en la dulce espera de Thomas Parker.

***

-¡Mami! ¡Mami!

Abro los ojos, soñolienta. Sonrío al ver a Thomas frente a mi, con sus rizos castaños y sus ojos color esmeralda.

-Ey pequeñín.

Miro el reloj.

-Wow, sí que te has levantado temprano.

-¡Feliz cumple mami!, te quiero

Me incorporó y le doy un fuerte abrazo con muchos besos, de esos de los que el odia porque les da cosquillas.

-¡Basta! ¡Basta mami! - ríe.

-¿Acaso no hay besos para mi? - veo entrar a mi perfecto y sexy esposo por la puerta, con el pecho descubierto y apenas los pantalones de pijama.

Sonrío al verlo allí parado, cruzado de brazos sonriendo.

Sin esperar respuesta se acerca a mi y a nuestro hijo. Me deposita un beso apasionado y que lamentablemente no interrumpiría de no ser por Thomas y su intento por separarnos, él muy celoso. Ambos reímos.

Noto como Adam me mira, de arriba abajo sin escrúpulos, teniendo en cuenta mi diminuto pijama.

-Basta - articulo en silencio. Él sonríe divertido.

-¿Puedo cargarla? - insiste Thomas.

Miro a Adam en señal de aprobación y tras un leve asentimiento divertido me dirijo al pequeñín entusiasta.

-De acuerdo pero ten cuidado.

Thomas, con tan solo dos años corre hacia la pequeña cuna y sostiene con delicadeza en sus diminutos brazos a su hermanita menor, Anne. Quien con sus ojos verdes, idénticos a los de su padre nos mira con tanto amor e inquietud.

Adam me atrae hacia él mientras contemplamos la escena. La perfecta familia reunida. Y justo aquí, y ahora, en mi cumpleaños numero veintiséis no podía pedir nada más que esto. Finalmente, tenía todo lo que alguna vez desee.

Miro a Adam, quien tiene su mirada atenta en mi, una leve sonrisa aparece por su rostro, y me contagia. Ambos nos miramos con amor, probablemente mucho más amor que antes, porque esto estaba comprobado. Cada día nos amábamos más, y nunca creí que aquello fuera posible, pero lo era, lo era con él. Y era jodidamente perfecto.

No había explicación para lo que sentía. O al menos no la encontraba aun. Pero si sabía con certeza que amaba a aquel hombre con locura, e inquietantemente cada día más. Y no creía que aquel amor desaparecería algún día, no creía posible dejar de amarlo. Solo sabía que lo amaría más y más.

-Feliz cumpleaños hermosa.

-Te amo.

Sonríe.

-Yo te amo más.

Niego.

Aquel juego no acabaría nunca.



Otra vez túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora