Capitulo 33: "Prometo no dejarte ir"

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Esas cinco palabras me bastaron para salir de allí, vestida de novia. Dispuesta a encontrarlo, sin saber por donde empezar, sin saber si era demasiado tarde o no.

Abrí las puertas, de par en par. Cogiendo mi vestido, corrí.

-¿Cass? ¡Cass! ¿Qué sucede? ¡¿A donde vas?!

Oí la voz de mi mejor amiga, sin pasar desapercibida su mirada confundida.

-¡Tengo que encontrar a Adam!

-¡Pero él ya se ha ido! - gritó detrás de mi.

-¡No, no lo ha hecho!

Salí del enorme salón, como una loca, mientras miradas desconocidas me observaban, vestida de novia.

¿Dónde podía estar?

Agitadamente seguí corriendo, sin rumbo, sin saber a donde dirigirme, como si corriera contra el tiempo.

Y este termino por ganarme.

Abatida y cansada, volví al punto de encuentro. Con mi vestido arrugado, y mi cabello desarmado. Me rendí.

Sentándome en el cordón de la vereda, cansada. Asustada, porque algo dentro mío me decía que lo perdí, que ya era tarde.

Y sol estaba poniéndose, mientras la gente pasaba y me observaban tristes, como si se imaginasen por todo lo que tuve que pasar para llegar aquí, como si creyesen que me rompieron el corazón, como una pobre novia plantada, frente a un salón en donde, tiempo atrás, hubiese ocurrido mi boda.

Que ironía.

Suelto una carcajada, limpiándome las lágrimas.

-¿Cass?

De repente lo oigo, sin atreverme a levantar la vista, por miedo, a que no sea real.

Pero allí estaba, parado junto a mi, cuando ya daba todo por perdido, él me había encontrado, una vez más.

-Adam. - dije casi en un susurro, poniéndome de pie.

Me dedico una mirada confundida, preocupada al verme allí, sentada, perdida en un vestido de novia. Llorando y riendo como una loca.

-No te has ido - sonreí. - estas aquí.

-Si... bueno, no podía irme, necesitaba verlo con mis propios ojos

Fruncí el ceño, antes de comprender a lo que se refería, antes de entender que en realidad no se encontraba aquí por casualidad, sino que, en este momento, se suponía que tendría que salir de aquel enorme salón, del brazo de Austin, sonriendo feliz, mientras el resto de la gente, a nuestro alrededor tira arroz y nos llena de "felicidades". Y sin embargo, nada de ello había sucedido. Pero él estaba aquí para comprobarlo, y para poder seguir a delante.

-Oh.

-Pero... ¿vos no....? - trató de preguntar mientras observaba mi andrajoso atuendo.

-No me case. - sonreí.

Él levanto la vista, hacia mi, mientras que segundos antes estaba incomodo mirando hacia cualquier lado, menos a mi. Ahora, podía ver un brillo en sus ojos, una mezcla de esperanza y felicidad.

-No podía - concluí, al verlo confundido. - Te amo demasiado como para casarme con alguien más.

Él sonrió, e instantáneamente me cogió en brazos, haciéndome girar, feliz.

Chillé de alegría, porque sabía que este era nuestro reencuentro, de verdad, después de tanto tiempo. Este era nuestro momento, ya no descoordinado, ya no en destiempo, sino qué, ahora, más que nunca, estábamos los dos, en el mismo sitio, sintiendo lo mismo.

Correspondiéndonos.

Me bajo, sin soltarme, manteniéndome cerca.

-¿Esto es real?, por favor dime que no es un sueño.

Reí.

-No lo es.

Entonces me beso, necesitándome. Un beso intenso, tierno, interrumpido por sonrisas llenas de felicidad. Interrumpido por "te amos". Un beso muy distinto a los demás, pero y al mismo tiempo, conteniendo todo lo que sentimos durante todos estos años. Conteniendo aquel amor, que lo único que hizo, fue crecer más y más.

Apenas nos separamos, colocando mi frente sobre la suya, recuperando el aire, y sin borrar la sonrisa.

-No podía soportar perderte, me estaba muriendo.

-Nunca me perdiste en realidad, siempre te amé. Siempre has sido tú.

Él me beso.

-No sabes cuanto te amo. Te prometo que jamás te dejaré ir, nunca más me apartaré de tu lado, ¿me oyes? te amo y eso no cambiará nunca, siempre serás tú.

Lo beso.

-Me alegra que no te hayas ido. -Sonrió.

-Y a mí.

Sonreímos.

-Te haré la mujer más feliz Cass, porque no hay nada que he deseado más desde que te conocí hace tres años atrás, que él que seas mía, que esto, finalmente, estar juntos, sin impedimentos. ¡Dios te amo demasiado!

Coloco mi mano sobre su mejilla, acariciándola, y viendo todo aquel amor en sus ojos. Sonriendo. Recordando el momento en que me enamoré de él, tan lejano pero tan claro al mismo tiempo. Porque incluso me enamoré de él mucho antes de saberlo, mucho antes de que él lo supiera.

Sabiendo por todo lo que habíamos pasado, hoy estábamos aquí. Finalmente juntos, hoy era nuestro comienzo y solo me alegraba de tomar la decisión correcta. De saber, que este amor jamás desapareció, siempre estuvo aquí, y ahora, más fuerte que nunca.

-Solo dime que nunca me dejarás ir.

-No te dejaría ir por nada en el mundo Cass. Ni por cualquier arrebato de ira que se te de algún día al despertar junto a mi, y sientas que quieres huir cuando las cosas se ponen feas, o por que más que me pidas espacio o me pongas excusas estúpidas o te canses de mi. Tendrás que hacer mucho más que eso para que te deje ir.

Sonrió. Porque se me daba fenomenal huir cuando algo no me gustaba, y él lo sabía. Aun así, no veía posible el hecho de alejarme de él. Ya no.

Porque sabía que jamás me cansaría de Adam Parker.


Otra vez túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora