Capítulo veintidós

1.7K 212 17
                                    

Berlín-Alemania,

30 de noviembre del 2014



— Andrea y yo nos conocimos en el ejército.

« Así que fueron compañeros »

— En su último año, ella vino de Bolivia y trabajó para el ejército alemán, era una de las mejores cadetes.

Tenían muchas cosas en común.

— También llegó a estudiar una carrera mientras servía al país.

— ¡Gabriel! — musitó algo apenada —. Lo dices como si fuera gran cosa, muchos cadetes hacen carreras universitarias mientras sirven al país.

Además de aplicada, era modesta y hermosa.

— Pero no todos los cadetes llegan a culminar sus estudios. — agregó Robín muy interesada en la conversación. La hija mayor de Arthur no se limitaba en elogios para la muchacha, al parecer la novia de Midford le había agradado y mucho.

Hasta su propia hermana estaba en su contra ahora ¿Qué clase de broma por parte del destino era esta?

No solamente Robin había pasado gran parte de la velada halagando a Andrea, sino que él padre de las muchachas y hasta el suegro de Charlotte también. Durante gran parte de la velada, la novia del agente fue el principal tema de conversación. En la mesa sólo se hablaba de las virtudes y cualidades de la muchacha, la familia de la ex princesa se desvivía en halagos y Gabriel no le quitaba los ojos de encima, y no era para menos, ya que Andrea Fernández además de ser encantadora, era hermosa. La joven boliviana de grandes ojos negros, cabello azabache y piel bronceada tenía mucho en común con Midford; tenían la misma edad, eran militares y estudiaron carreras similares. Mientras que Andrea estudió historia, Gabriel estudió sociología.

No había duda que teniendo mucho en común, eran el uno para el otro.

— Ha sido una velada maravillosa — murmuró la joven —, la cena estuvo deliciosa.

— Me alegra que haya sido de tu agradado — dijo Arthur con una sonrisa —, mi hija Robin fue la responsable de todo. Ella se encargó de todo relacionado con la cena esta noche.

— Me alegra mucho que te haya agradado, Andrea — le sonrió —, espero que esta no sea ni la primera, ni la última vez que nos veamos. Nos conocemos muy poco, pero te has ganado mi confianza en tan sólo una noche.

— Gracias, Robin, puedo decir lo mismo de ti. — agregó inocentemente.

La hermosa novia de Midford desconocía las verdaderas intenciones de la hermana de Charlotte, pues ella no estaba siendo del todo sincera; Andrea realmente no se había ganado su confianza así de fácil. Sin embargo, convertirse en su amiga le serviría de mucho a la perfecta dama de sociedad.

— Charlotte, ¿podría hablar contigo un momento? — Stephan se acercó a la distraída muchacha con una sonrisa un tanto nerviosa.

— ¿Eh? Sí claro — aceptó de inmediato —, hablemos.

— ¿Podría ser en el jardín? — sugirió —. Lo que te quiero decir es muy importante y necesito que estemos completamente solos.

— ¿Solos? — replicó.

— Así es — afirmó — ¿Vamos? — Charlotte accedió.


El comedor estaba cerca del jardín de la casa, en realidad estos espacios estaban conectados, lo cual lo hacía el lugar perfecto para una ocasión especial como esta. Alice que estaba muy atenta a los acontecimientos de esa noche, le hizo un gesto a su amiga preguntándole qué es lo que le ocurría y esta le respondió de la misma manera con un "no lo sé".

Una vez que la joven pareja se alejó, Stephan llevó a Charlotte al pequeño invernadero del jardín. Si bien no se encontraban muy lejos de los demás, al menos podrían tener un poco de privacidad.

— ¿Qué es lo que querías decirme? — le preguntó una vez dentro de la estructura llena de plantas y flores.

Stephan esbozó una sonrisa de la nada.

— Quería preguntarte, si realmente me amas. — Y al escuchar lo que había dicho, Charlotte no pudo evitar sentirse sorprendida, pues sus palabras la inquietaron.

Silencio, la joven se quedó en completo silencio y esto causó cierta alarma en su novio.

— Charlotte, ¿me amas? — volvió a preguntarle.

— Sí, claro que te amo, Stephan. — sonrió.

La luz de la luna iluminaba el lugar donde los jóvenes se encontraban, la ex princesa se había esmerado en arreglarse para la ocasión, esa noche llevaba puesto un vestido ajustado color borgoña con un escote en v, que le llegaba hasta las rodillas, también llevaba puesto unos tacones color piel. Charlotte no llevaba joyas esa noche, excepto unos pendientes pequeños de plata; su cabello castaño estaba atado en una media cola con unas cuantas ondas y su maquillaje era pulcro y un poco más cargado de lo usual, pues sus labios eran del color del carmín.

— He vivido momentos maravillosos a tu lado y deseo que sean muchos más. — El joven se arrodilló y tomó su mano.

— Stephan...— A este punto, ella no podía ni hablar, se le había ido la voz.

— Charlotte Luttenberger, ¿te casarías conmigo y aceptarías pasar el resto de tu vida junto a mí? — Lo que tanto temía se hizo realidad, aquello complicaría más las cosas.

La joven no respondió, pues quedó totalmente estupefacta, Charlotte quería a Stephan, pero no lo suficiente para tomar la decisión de unirse a él para toda la vida, para ese tipo de compromiso hacía falta amor y no era lo que precisamente sentía por él.

— Charlotte — pronunció su nombre suavemente —, ¿te casarías conmigo?

— Stephan — La castaña estaba al borde de las lágrimas, le remordía la conciencia —, no puedo...es decir, yo no puedo casarme contigo.

La emoción en los ojos de Stephan Burkhard se apagó.

— ¿Por qué? — le preguntó desconcertado — ¿Es que realmente no me amas?

— No es eso, si no que no puedo aceptar lo que me pides. Simplemente no puedo, perdóname.

Charlotte entró al comedor desesperada, ignorando el llamado del hombre que la amaba. La muchacha no tardó en llamar la atención de su familia y sobre todo la de Gabriel, que ignoraba lo que había sucedido entre la pareja.

— ¿Qué sucedió? — Robin se acercó a su cuñado, tan pronto notó su presencia en el comedor.

— Me rechazó. — la hermana de Charlotte abrió los ojos como platos, no siendo capaz de creer las palabras de Stephan.

— Pero... ¿cómo? — simuló serenidad.

— Supongo que tu hermana no me quiere lo suficiente — comentó con melancolía —, creo que tu consejo no funcionó y después de todo, tan sólo soy un pasatiempo para ella.

El Secreto de la PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora