Capítulo siete

4.7K 400 23
                                    

Berlín-Alemania,

16 de mayo del 2014



"Stephan, eres una persona espectacular, quisiera verte más seguido".

Había mucho de cierto en que la joven princesa había simpatizado con el joven y apuesto Stephan Burkhard.

¿Cómo había sido posible?

Si siempre se había mostrado reacia a conocer nuevas personas y sobre todo a conocer nuevos muchachos y aún más cuando estos estaban relacionados a su hermana Robin Friedman, a quien consideraba una molestia por inmiscuirse en su vida, pero al parecer esta vez tendría mucho que agradecerle a su hermana mayor, ya que gracias a ella había conocido a Stephan, el cual era un muchacho maravilloso y con quien compartía más de un interés.

Ambos amaban hacer obras benéficas.

Odiaban la forma de gobierno del país.

Y eran considerados como mala hierba para muchos en Alemania. Además, eran el centro de atención favorito de la prensa local. No podían entenderse más, ¿no?

— No puedo creer todo lo que me has dicho, Lottie. — dijo Alice, quien tenía una expresión de sorpresa en el rostro, los ojos de la muchacha estaban tan abiertos como sus labios, pues era la primera vez que su amiga le expresaba su admiración por un muchacho de su edad.

— Pues créelo, Stephan me ha impresionado y mucho. Tenemos muchas cosas en común. — explicó, sonriendo como si hubiese ganado un premio de la lotería.

Gabriel que se encontraba en el mismo vehículo que las muchachas, pudo oír todo lo que habían dicho, ya que fue inevitable en un espacio tan reducido como lo era un auto. Lo que el agente nunca imaginó es que la joven estuviese tan entusiasmada con Burkhard para desear salir con él más de una vez.

En algún momento por su mente pasó la siguiente idea: ¿Qué fue lo que ella vio en él que en otros no había visto? Porque hasta ahora no le había conocido un romance a la joven Luttenberger y menos que tuviera tanta confianza en alguien que acababa de conocer para hablarle de sus futuros planes.

Había algo en ese joven que inquietaba a Gabriel Midford, algo provocaba que él no confiara en el chico problemático de Alemania. Además, temía por la joven Charlotte que éste le hiciera daño en un futuro a pesar que el mismísimo Midford sabía que por más que aconsejara a la jovencita, ella se negaría a hacerle caso, pues no era santo de su devoción.

Midford tenía dos opciones:

1) Podría aconsejar a la rebelde jovencita y esperar que esta ignore su consejo y lo mandara al demonio.

2) O simplemente podía ignorar toda esta situación y dejar que Charlotte haga de su vida lo que le plazca, después de todo, él sólo trabajaba para su familia y no tenía por qué inmiscuirse en su vida amorosa.

La segunda opción parecía la mejor y la que menos problemas le causaría, pero muy en el fondo el agente sentía que no era correcto el negarle el consejo a alguien que lo necesitaba, aun cuando ese alguien era Charlotte, su pesadilla y desafortunadamente también su deber.

— El sábado Stephan me acompañará a la institución a la que solía apoyar mi madre. — dicho esto su mejor amiga no pudo creerlo, las cosas iban en serio entre los dos.

— ¿Hablas en serio? Es que me sorprende lo rápido que van las cosas — Charlotte que no había entendido lo que su amiga había querido decir, se le quedó viendo como si tuviese un gran signo de interrogación en la cabeza —, es decir que son tan cercanos en tan poco tiempo para compartir algo tan especial como eso. — dejó entrever.

Charlotte asintió sonriente.

— Yo no suelo tener confianza en cualquiera, pero con Stephan es diferente, desde que lo conocí, no pude evitar sentir una especie de confianza absoluta en él — explicó —. Sé que hemos salido un par de veces y que tal vez no sea lo suficiente para depositar mi entera confianza en él, sin embargo me es inevitable. — explicó.

Esto preocupó más a su amiga. Sin duda Alice Fitz la quería muchísimo y no quería que por ningún motivo le hicieran daño.

— Pero no te preocupes, todo estará bien, no pienso perder la cabeza por nadie. Primero se piensa con la cabeza antes que con el corazón. — declaró con una pequeña sonrisa, aunque esto no había convencido a la muchacha, no del todo.

— Ten mucho cuidado, Lottie, nunca es bueno confiar en alguien ciegamente — Charlotte sólo le sonrió, sabía que Alice sólo quería protegerla, pues eran amigas y las mejores —, sólo espera a que Jeremy lo sepa, no podrá creerlo. — asumió Alice, citando a su pelirrojo amigo.

— ¡Ni me lo digas! — exclamó alegre.

El resto del día no fue para nada especial para las jóvenes, se la pasaron de lugar en lugar en busca de información para un proyecto en el que ambas trabajaban. Tanto Charlotte como su mejor amiga habían sido escoltadas por Gabriel, quien no le había quitado el ojo de encima a su protegida, pues quería estar seguro de que se encontrara bien, pero más que eso, él quería realmente confirmar si lo de Charlotte con Stephan iba en serio, ya que había escuchado algo al respecto mientras viajaban en el auto. Sí, tenía que saber cómo estaban las cosas entre ellos, sino ¿Cómo sería capaz de realizar su trabajo con eficacia?

Porque esa era su verdadera intención, ¿no?

Durante el día, el joven agente pudo ser testigo de unas cuantas llamadas del muchacho a su protegida mientras la escoltaba a las tiendas de la famosa avenida Kurfürstendamm. Él nunca imaginó que la joven fuese a usar un tono dulce y calmado mientras hablaba por teléfono, puesto que la había escuchado antes hacerlo y jamás había sonado tan relajada y sonriente, ni siquiera con sus amigos y mucho menos con su padre y hermanos. Sin embargo, lo que más llamó su atención fue lo último que le dijo al muchacho, es decir a Stephan.

Yo también, Stephan.

¿Qué había querido decir con eso de "Yo también, Stephan"?

¿Es qué esas palabras ya habían llegado a tener un significado especial y Gabriel todavía no estaba enterado de ello?

Pero tal vez estaba por hacerlo muy pronto.

El Secreto de la PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora