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El mismo olor a lavanda todas las mañanas, huele tan fuerte que lastima mi nariz, ese olor me desquicia tanto que se me antoja frotar mi nariz de la manera más violenta hasta desaparecerlo de mis fosas nasales.

Debo recordar decirle a Yoon que cambien de aromatizante.

— ¡Hola ___! —Ji Hwa, probablemente la única persona que no me tiene miedo en este horriblemente gigante instituto, se acercó a mi con esa peculiar dulce sonrisa que poseía.

— Buen día —sonreí no muy animadamente.

Ella me conocía, sabía que aquella era la forma en la que le sonreía siempre, a ella y a todos.

— Está de más preguntarte si hiciste la tarea ¿No? —avanzabamos a paso lento en dirección al salón de clases respectivo.

Asentí levemente sin ningún tipo de expresión en mi rostro.

— ¿Siguen usando ese aromatizante de lavanda en tu casa? —habló lo que su intuición le dijo y acertó, ni yo me había dado cuenta de cuanto podía llegar a fastidiar mi día aquel olor.

Puse mis ojos en blanco.

— Hazme recordar que debo decirle a Yoon que lo cambie, aun que sea a uno de cítricos —mi boca formó una mueca de desprecio.

— ¡Iugh! —Ji Hwa exageró una mueca de asco— Cítricos no, ¿Flores no te gusta?

— En ese caso, prefiero el de lavanda —detesto aún más el de flores, tan dulce, siento que tan solo ese olor me va a dar diabetes.

Sentí a Ji Hwa lanzar una corta carcajada mientras negaba con la cabeza.

— ¿Que puedo hacer contigo? —habló atras mío mientras entrabamos al salón de clases.

Puse mis ojos en blanco.

Lo primero que me recibió al entrar por las amplias puertas del salón fue el horrendo ruido que hacían los demás alumnos, tanto desorden y bulla, mi cabeza quiere explotar.

— ¡Hey ___! —algún chico en algún lugar del gran salón pronunció mi nombre saludandome, no iba a saludarlo, no quería saludarlo, simplemente me hice la que no oyó nada y seguí mi camino hasta el fondo del salón, la última fila pegada a la ventana que daba al patio, la última silla era el lugar que separé para mi desde que llegué.

Ji Hwa no estaba todo el tiempo junto a mi, ella también necesitaba una vida, ella necesitaba amigos de verdad. Su puesto con los más populares del instituto la esperaba mientras yo me acomodaba en mi puesto.

Mi mirada se posó en el exterior del instituto, yo gozaba de una preciada vista desde mi puesto, aunque debo admitir que de vez en cuando me marea mucho la luz de afuera.

Mis oídos dejaron de zumbar dejandome entender que el maestro había entrado al salón, todos volvían a sus puestos y se sentaban en sus lugares, este era el momento en el que todos empezaban a fingir que les interesaba mucho la escuela, tontos.

— Quiero sus ensayos en mi escritorio —habló com tono suave...— ¡Ahora! —...para gritar aquello último.

Aquel profesor era la cosa más odiosa que podía existir sobre la fas de la tierra, oficialmente lo empecé a detestar desde que me humilló delante de todo el salón. Pero, el sentimiento es mutuo, ambos nos odiamos.

Me levanté de mi silla y tomé el famoso ensayo, el cual me quedé haciendo hasta más de media noche; dejé los papeles sobre su escritorio y me giré para volver a mi sitio.

— ¡Lee! —gritó cuando había avanzado dos pasos alejandome de él.

Me giré mascullando maldiciomes.

PAPER HEART  ➽  Huang RenJun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora