#16 - Everything I Didn't Say

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Espero que no te moleste sacarte las sandalias. —Luke comentó risueño, al ver mi cara de asombro cuando llegamos a la playa. No hice más que sonreír.

—¿Little Bay? —dije en cuanto nos quitamos los cinturones.

—El mejor lugar poco concurrido al que nuestras familias nos traían de niños. Exactamente —presentó, con orgullo—. Y aún no acaban las sorpresas.

Él salió del auto para abrirme la puerta mientras yo inspeccionaba el paisaje que me aguardaba afuera.

—Eres todo un caballero, Hemmings. —mencioné mientras bajaba, tomando su mano.

—No mereces un trato menor. —Cerró la puerta tras de mí y se recostó en ella, observándome.

Yo continuaba sonrojada. Me halagaba muchísimo lo que él estaba haciendo. De todas las formas que podría elegir Luke para sorprenderme, esa, además de hermosa, había sido la más acertada.

Me examinó de arriba abajo. —No podrías haber elegido un mejor vestido. —Volvió a sonreír, tomando mi mano derecha y entrelazando mis dedos con los suyos.

—Pues... de hecho, sí podría. —Miré al piso, un poco avergonzada.

Él rio y se acercó a mí. —No, no podrías.

Tomó suavemente mi barbilla y me hizo mirarlo a los ojos. El camino estaba iluminado por unas cuantas luces tenues, y con eso sus ojos se veían más oscuros, más intensos. Su mirada denotaba profundidad. Era como observar un océano.

—¿No? —conseguí decir, nerviosa.

Él movió su cabeza de un lado al otro, en modo de negación.

—Deja de preocuparte. Al menos esta noche, ¿puedes con eso?

—Lo intentaré —susurré y logré sacarle una sonrisa.

Luke besó mi frente. Me rodeó y, ofreciendo su mano una vez más, me dirigió por el camino que había preparado, hasta que el pavimento dejó de existir para darnos lugar a un suelo totalmente compuesto de arena. Frené y él me imitó, esperándome hasta que pude quitar mis tacones.

—Listo —anuncié victoriosa.

—Oh, es una buena noticia. —Se puso frente a mí y yo reí.

—¿Si? —conseguí formular, sin entender del todo su referencia.

—Sí, porque ahora puedo hacer esto.

De repente, Luke me alzó en sus brazos, cual recién casada.

No podía dejar de reír. Le imploraba que me bajara, la arena le dificultaba el caminar y temía que cayéramos de bruces al suelo. Me sentía más que feliz, me sentía... Completa.  Sorprendentemente, mantuvo el equilibrio y pudimos llegar a lugar donde había preparado todo.

Unas antorchas alumbraban el lugar. Había una manta amplia con una canasta, donde supuse habría comida. No había dejado pasar ni el más mínimo detalla y eso me encantaba. Me pregunté internamente por cuánto tiempo había planeado esto.

El ojiazul me dejó en el suelo, sonriente.

—Bienvenida, Hailey.

—Gracias. —Miré al piso, nerviosa.

—Y agradece a los chicos, también. —Señaló hacia la entrada del lugar, donde Mike, Cal y Ash saludaban, retirándose. —Nada hubiera sido posible sin su ayuda.

—Son los mejores. —Los saludé y, risa mediante, lo miré a él.

Estaba temeroso, ansioso. Se sentó en la manta y soltó un largo bufido.

Mixtape #1, lado A {lrh} // EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora