She's a Problem

1.4K 26 0
                                    

Justin

La celda hizo un ‘click’ en cuanto los guardias la abrieron.

Me mantuve quieto hasta que ambos se posaron a mis lados y me empujaron fuera de la celda, guiándome a lo largo del pasillo.

Los gritos de los demás prisioneros hicieron eco por todos lados, algunos sacando los brazos entre los barrotes.

-Nos vemos luego, Bieber- Grito uno de ellos. A quien rápidamente reconocí como Damon.

El policía a mi derecha comenzó a golpear las celdas con su bate, ordenando a que todos callaran. Pero nadie lo hizo.

Levante mis ambas manos esposadas e hice un saludo militar. En este caso hacía referencia a una despedida.

Una vez que estábamos en otra habitación, los guardias me sacaron las esposas mientras se quejaban en voz baja por mi liberación. Me entregaron todas mis pertenencias, la mayoría al menos, y me dejaron ir.

-Adios Michael, saludos a tu esposa- Le hice un guiño y no pude evitar sonreír por el rostro blanco del policía antes de salir de allí.

Bruno aguardaba por mí al otro lado de la calle en su BMW negro.

-Pensé que no saldrías mas- dijo él en cuanto me subí al coche.

Estuve tres años en esa celda y lo valió. Pero por fin estaba fuera y estaba devuelta al juego.

-aquí me vez- Bruno es parte del grupo. El es el que se encarga de que todo este en su lugar, que todos estemos en las posiciones correctas.

 Somos estafadores. Y yo soy el que realiza el trabajo.

 En sí, soy el que mete la mano y va en canas. Si nos descubren, me llevan a mí. Pero no me molesta, porque la recompensa es exquisita.

-¿Y mi dinero?

Bruno señalo con su pulgar los asientos traseros, rápidamente me senté junto a la gran bolsa.

-ciento treinta mil dólares justo. Ni uno más, ni uno menos.

Sonreí totalmente complacido por la cantidad de billetes verdes en esa bolsa.

Increíble lo que un robo a uno de los bancos más grandes puede beneficiarte.

-Esperar tres años en esa celda valió la pena ¿sacaron su parte?

Bruno luego de encender un cigarrillo y dejar salir el humo, respondió.

-Sí, ya lo hemos hecho Justin. ¿Y adivina qué?

Le arrebate el paquete de cigarrillos y encendí el mío propio.

Me mantuve callado para que el continuara.

-Tenemos otro trabajo en la palma de nuestras manos.

Siempre era así. Terminábamos un trabajo y ya entrabamos en otro. Pero no era tan sencillo. No podíamos disfrutar de los beneficios hasta que no se cumplan mis años de sentencia.

El dinero que robamos estuvo en busca hasta dos meses atrás. Lo buscaron por casi tres años, la cantidad de mi tiempo en prisión. Por eso nadie puede disfrutar del dinero hasta que yo esté libre. Nos descubrirían si no fuera de esa manera.

Hasta ahora solo he  ido a prisión unas tres veces. Contando esta.

Pero todo es parte del plan.

A veces nos vamos sin dejar rastro, otras veces, dejamos huellas intencionadas.

-Detalles- Le pedí. Escondí el dinero debajo del asiento, típico escondite que es parte de todos nuestros coches.

Bruno saco una carpeta de la guantera y me la lanzo, luego me miro por el espejo retrovisor y comenzó a hablar.

-Se trata de un hombre dueño de una línea de restaurantes famosos por todo el mundo.

No pude evitar reírme ¿Restaurantes? ¿Enserio?

Bruno negó con la cabeza ante mi reacción.

-Cagan más dinero del que te podrías imaginar- Mantuve mi boca cerrada y continúe con mis largas caladas de humo. Bruno continuo –El hombre literalmente se baña en dinero, tiene una mansión en California, donde se pasa la mayor parte del año. En la carpeta encontraras más información.

Y así fue. En cuanto abrí la carpeta se revelaron varias imágenes de la gran mansión  ubicada en California, con un valor de ciento veinticinco millones.

No era posible que con una línea de restaurantes –tan famosa como no me importa que sea- pudiera siquiera tener en su valor una de estas mansiones.

-Debe de tener algún negocio aparte de simples restaurantes- Comente. La carpeta contenía todo tipo de información. Esta vez Gabriel, el investigador del grupo, había hecho un gran trabajo.

-Y lo tiene, es traficante.

Ahora si comprendía.

Continúe echándole un vistazo a todos los papeles justo cuando Bruno siguió informando.

-El hombre se va con su familia todas las vacaciones de primavera a esa mansión. Tiene una esposa de unos diez años más joven que él. Una hija solo de parte de padre y luego nada. La madre de la chica murió hace años, un año después de que ella naciera.  El padre se caso cinco años después con Rousel, su esposa actual.- El hizo una pausa para otra larga calada de humo –El hombre es Nestor y su hija es Katerina. Katerina estudia en la Universidad Stanford. Rousel no trabaja, así que ella puede convertirse en un problema.

-Está bien, no quiero una jodida lista de sus actividades. Estamos concentrados en Néstor, así que háblame de él.

Bruno suspiro, apago el cigarrillo y lo arrojo por la ventana. Logre ver en su mirada a través del espejo retrovisor que esto era más de lo que él me decía.

-Néstor se pasa en su oficina. Pero no en la de su casa, uno de sus restaurantes de unos veinte pisos es más de lo que asimila. Cada día de la semana, hombres de trajes entran al restaurante, y créeme cuando digo que no van a comer.

Ahora si me sentía interesado respecto a esto. Pero tenía curiosidad de que íbamos a robar esta vez.

-¿Los siguieron?- Pregunte.

Bruno se encogió de hombros.

-Lo hicimos, hasta que pasaron una puerta en el decimo piso, la cual está vigilada. Creemos que hay es donde se dedica a traficar, pero nos parece muy expuesto. Eso fue hasta que nos dimos cuenta que la puerta decía “Atención al cliente”.

Me reí abiertamente,  burlándome de aquello. Hay gente que no sabe disfrazar sus negocios.

Bruno sonrió.

-Increíble ¿No es así?- Se pauso –En la oficina se pasa casi todo el día. Lo hemos espiado, normalmente sale a las ocho de la mañana y vuelve a las once de la noche.

-¿Y se pasa todo el día en la oficina?

-Pues no, últimamente está saliendo muy seguido fuera de la ciudad, no sabemos para qué.

Me mantuve callado analizando todo. Pero no podía comprender si no me decía que era lo que íbamos a ganar.

-¿Qué se supone que le estafaremos?

Bruno rio, incrédulo. Eso lo hacía cuando era algo importante, o algo increíble.

Me mordí el labio.

-Ay hermano, si te digo no me creerás.

-Solo dilo y ya- Me queje.

Odiaba cuando daba vueltas y simplemente no lo escupía.

-Su hija.

She's a ProblemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora