Capítulo 3: Vestidos y molestias.

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Capitulo 3:

Katerina.

Mi armario lleno de ropa y aun sin saber que ponerme.

Vestidos, vestidos y más vestidos.

Los hice a un lado y tome un jean y una camisa.

Comodidad, por favor.

Tacos, tacos y más tacos.

Los hice a un lado y tome un calzado deportivo.

Moño en mi cabeza y listo.

En cuanto baje las exageradamente elegantes escaleras hacia la exagerada sala de estar suspire irritada al olvidar que Rousel aun estaba en casa.

-¡Oh querida, estaba preguntándome…- Su voz se fue haciendo un hilo. En cuanto me vio, finalmente se quedo sin habla.

-¿Qué llevas puesto?- Ella señalo mi vestimenta con su dedo índice. Su rostro totalmente superficial no mostraba nada más que disgusto.

La examine, me pregunto cómo no se le caen los dientes postizos y las pestañas falsas.

El rostro le brillaba de tanto maquillaje que se había puesto.

-¿Ropa?- Intente sonreír. Sabía lo que venía. Lo que me iba a decir.

“Oh no, corazón. Esa ropa no es buena para tu imagen. No causa buena impresión ¡Imagina lo que diría tu padre!”

- Oh no, cariño. Esa ropa no es buena para tu imagen. No causa buena impresión ¡Imagina lo que diría tu padre!- Dijo ella con su voz chillona.

Estuvo cerca.

Como si realmente me importara lo que diría mi padre o la impresión que causaría.

Pero según todos, debería importarme.

Sabía que Rousel no me iba a dejar salir de casa como estaba.

Y así fue, ella me tomo del brazo y comenzó a hablarme mientras me guiaba de nuevo a mi habitación.

Salí de la casa echa otra persona.

Como siempre.

Un vestido negro corto de Chanel cubría mi cuerpo. Era muy justo, llevaba un pequeño cinturón como una cinta alrededor de mi cintura. Que me apretaba demasiado.

En el momento que me lo puse el típico comentario de Rosuel fue: Oh cariño, debes bajar de peso.

Y no quiero ni pensar como la gente me ve con este escote.

Ya me dolía caminar con los tacos rojos de aguja con un valor de quinientos dólares.

Lo que son las marcas, Dios.

Rousel me maquillo y me peino.

Ahora parecía una prostituta cara sacada de una película.

Y, obviamente, odiaba eso.

Tome mi celular y marque el número de Mónica, quien va conmigo a la Universidad, y gracias a que sus padres le confiscaron su coche, yo soy su chofer.

-¿Katerina?- Pregunto ella. Su voz sonaba ronca y no pude evitar sonreír al darme cuenta que se había dormido otra vez.

-Espero que ya estés despierta y vestida, porque salgo para tu casa ahora mismo.

En cuanto dije eso, sentí mucho alboroto a través de la línea.

-¡Maldición, el jodido despertador no sonó!- Maldijo ella.

-Otra vez- Agregue yo.

Sentí las puertas de su armario golpearse contra la pared y luego ella dijo:

-De acuerdo, en cinco aquí. Estoy en eso, te veo en cinco.

No me dio tiempo a responder, ella corto la línea.

Riendo saque las llaves de mí amado coche. Un Ford Mustang Shelby de 1967 color negro.

Odiaba que me molestaran por la gran cantidad de dinero de mi familia. Pero cuando se trataba de autos, que me molestaran todo lo que quisieran.

Ese auto es mi vida.

Encendí la radio y maneje hacia la casa de Mónica.

Ella salió corriendo con un taco en la mano y el otro puesto.

Lanzo su cartera dentro del auto y se subió.

Estaba demasiado agitada, no pude evitar sonreír.

Se puso el otro taco y se acomodo las medias.

Ella por fin me miro.

En su rostro apareció una expresión sorprendida y divertida.  Primero como un ‘Oh’ y luego cambio a un ‘Ah’.

-No lo digas- Le pedí.

Ella escondió sus labios dentro de su boca, fingiendo querer contener sus palabras. Pero sabía que lo diría.

Suspire y apoye mi codo en la ventana abierta.

-¡Pareces una actriz porno!- Ella enfatizo cada palabra. Como siempre.

Siempre me decía lo mismo, y cada vez que iba a casa, se preguntaba si Rosuel no trabajaba en alguna película pornográfica.

Y esa es mi mejor amiga.

-Bien, ya lo has dicho ¿A gusto?

Ella suspiro.

-Ah, sí. Siento que un gran peso fue eliminado, me siento viva… ciento que estoy por ir a casarme con Brad Pitt.- Ella jadeo su cabeza dramáticamente.

Le golpee el hombro haciendo que callara mientras llenaba el ambiente con mi risa.

-¡Pero qué dices!

 Ella rio conmigo, rápidamente tenia la alegría del día asegurada.

Comencé a manejar hacia la universidad, Mónica comenzó a hablarme de lo aburrido que eran los chicos allí. Sí, porque ella está en busca.

-¿Estás segura que tienes diez y nueve años?- Le pregunte, sonriendo.

Ella me miro, jadeando la cabeza.

-Estoy segura- Dijo -¡Que mala amiga que eres!

Yo solo reí.

-¿Quieres manejar tu? No soporto toda esta cantidad de maquillaje y las horquillas me van a dejar sangrando la cabeza.- Exagere, lo sé. Pero por Dios, odiaba lo superficial.

-De acuerdo.

Frene a un costado de la calle y me baje del coche, esperando a que Mónica saliera también.

Y de repente sentí que alguien estaba vigilándome, como si investigara todos mis movimientos. Esa incomoda sensación se apodero de todo mi cuerpo.

Levante mi vista y había un BMW con las ventanillas tintadas, por lo que no podía ver quien estaba dentro.

Sacudí la cabeza, pensando que estaba malentendiendo las cosas.

Subí  al coche otra vez, pero ahora en el lado del pasajero.

Mónica comenzó a manejar y yo comencé a quitarme todo el maquillaje y a soltarme el cabello. Dejando que mi pelo tomara su forma natural. Se ondulo hasta llegar a mis hombros.

-Te queda mejor así, no entiendo porque Rousel te llena de esas cosas.- Comento Mónica.

No hice nada más que encogerme de hombros.

She's a ProblemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora