Diez.

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Charlando, descubrieron que vivían a sólo 3 cuadras uno del otro.

Él la acompañó hasta la parada del autobús, y cuando ella le preguntó sí subía, el negó con su cabeza, bajando la mirada.

"Que raro es este chico" pensó ella.

Y cuando se despidieron, con un simple beso de mejilla, ella quiso acompañarlo, para que no camine sólo hasta su casa.

Pero no lo hizo. Porque para ella todo era muy extraño. Apenas lo conocía, no sabía nada de él. ¿Porqué acompañarlo a pie, cuando ella siempre se iba en autobús?

Ella llegó a su casa, tratando de ignorar cualquier situación extraña que pasará por su mente. Hizo su rutina de todos los días, hasta que finalmente se fue a la cama.

Y al despertarse a la mañana siguiente, ella no recordaba mucho, pero si algo sabía, era que había soñado con unos ojos grises imposibles de confundir.

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