Dieciocho.

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Lo tomó por sorpresa. Fue muy de repente.

Él tuvo que guardar silencio para poder procesar lo que ella le acababa de confesar, ella, tan pequeña, bajo todo su cabello, él aseguraba que estaba más que ruborizada.

El pecho de él empezó a subir y bajar a un ritmo muy acelerado. ¿Qué era aquello?¿Miedo?¿Felicidad?¿Nervios?

Nunca le había pasado.

¿Qué se suponía que debía hacer ahora?¿Debía decirle que sentía lo mismo?¿Debía conservar sus sentimientos guardados para protegerlos?

Él notó que ella se entristecía, y le dolió muchísimo.

Así qué lo supo, no iba a poder estar alejado de ella nunca más.

Porque la amaba demasiado.

La tomó en brazos, y pudo jurar, que fue lo mejor que le había sucedido en toda su vida.

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