Diecisiete.

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Una semana más transcurrió, y seguían manteniendo sus sentimientos ocultos.

Él, logró aclararlos, pero aún así los encerró en su pecho, resguardandolos para que no puedan ser destruidos.

Ella, estaba volviendose loca, lo amaba demasiado como para seguir ocultandolo, tanto que dolía.

Así qué se decidió a decírselo, justo en la mitad de su caminata de vuelta a casa.

(Ella ya no tomaba el autobús, descubrió que era mucho mejor volver con él a pie.)

Se lo dijo, con la mirada baja, ocultándose bajo todo su cabello, tratando de ocultar el rubor que sus mejillas tenían.

Pero no recibió ninguna respuesta, sólo silencio, y un miedo empezó a crecer en su interior, tan grande, que le provocó ganas de salir corriendo.

Y justo cuando estaba por empezar a huir, él la tomo en sus brazos.

Y le dio un abrazo tan fuerte, que ella pensó que no iba a volver a respirar jamás.

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