Nuestra gran historia de amor

Mi idiota preferido

—papá—el niño observaba su tazón repleto de cereal de colores.

—Hijo—respondio divertido el mexicano sirviéndose cereal.

—hoy en clase me dejaron tarea.

—sabes que tienes que ver esas cosas con Hiro—para que su inteligente hijo pidiera ayuda con su tarea era porque es algo tan complicado que ni Miguel entendería.

—es sobre una historia—el niño volteó a ver a su menor padre que luchaba por abrir el bote encartonado de leche con los dientes.—la historia de como se conocieron mis padres

El mexicano se sobresalto al escuchar eso. No lo veía venir. 

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Hace 11 años atrás,cuando Miguel aún era un pequeño niño de 12 años y Hiro un adolescente confundido de 14,las hojas caían de los árboles.

31 de octubre, una fecha cualquiera

Desde septiembre hasta diciembre era la fecha preferida del nipón. Las hojas abandonaban los árboles y así la alergia hacia las flores abandonaban el cuerpo del mismo.

O eso creyó.

Salió en su motocicleta dirigiéndose a su Universidad en Santa Cecilia donde había hecho intercambio para cambiar de aires e intentar independizarse de su tía. El semáforo se puso en rojo y el nipón detuvo la motocicleta por fin poniendo atención a su alrededor.

"Flores" pensó.
"¿Como es que hay flores en todas partes? Es Halloween, ¿Quién diablos compra flores en Halloween? ¿Será que algo importante se acerca?"

El semáforo se puso en verde y puso marcha a su motocicleta.

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Por otro lado el mexicano todavía tocaba su guitarra a escondidas. La música no es aceptada en su casa,no aún.

Lo que no sabía es que dos días después su vida iba a cambiar.

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4 de noviembre,una fecha no cualquiera.

La música era permitida en la casa Rivera después de lo ocurrido con mamá Coco.

El joven mexicano se estaba preparando. Se puso su rojo traje de mariachi que no le quedaba para nada mal. Y era un obsequio de su mama Elena.

—Pero que guapo estas mijo.—Luisa lo miraba orgullosamente. Su pequeño hijo ya tenía 12 años y nunca se dio cuenta cuanto había creció este.—espero que te vaya bien

—me irá bien si papá Héctor esta conmigo,ma.—feliz era poco para el rostro del niño.—me tengo que ir.— se puso su sombrero y sostuvo su guitarra blanca, la herencia Rivera.

—ma

—¿Si?

—te quiero.

—Ay Migue, yo más.—no pudo evitar soltarse a llorar,tal vez eran las hormonas del embarazo o el hecho de que su hijo era tan cariñoso.

El niño salió corriendo hacia la plaza, él y otra multitud se acercaban hacia ella. ¿Qué es lo que ocurría?

Pues un pequeño niño daría su primer espectáculo para darse a conocer como el segundo Rivera con talento. Claro, el y otros más.

Pero, ¿a quien engañabamos? Todos estaban ahí para escuchar al nieto de Héctor Rivera. 

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El pequeño prodigio de la robotica pasaba por cuyo lugar en su motocicleta y no pudo evitar detenerse al ver todo el escenario y la multitud junto a ella.

—¿Qué diablos está ocurriendo?—la curiosidad de Héroe pudo más, estaciono su motocicleta y se subió a un banco para poder observar todo con mas claridad.

Y entonces... lo vio.

—que ridículo traje—se burló el nipón al ver ese traje rojo tan brillante y el exagerado sombrero en su cabeza.

—con ustedes,el nieto del famoso Héctor Rivera.—presentó el maestro de ceremonias. Y Hiro sólo pudo pensar "¿Y quien diablos es Héctor Rivera?"—¡Miguel Rivera! —"¿Y quien diablos es Miguel Rivera?"

El niño del extravagante traje rojo sostuvo su guitarra y dio un gran suspiro nervioso ante el micrófono.

"Si baymax estuviera aquí, apostaría 50 dólares a que el niño llorara en el escenario" rio burlón. Sin saber que se tragaría sus palabras.

—que el cielo no es azul, ay mi amor ay mi amor.—el nipón sólo desencajo su mandíbula, ''¿Como es que...''— Que es rojo dices tu, ay mi amor, ay mi amor.—el mexicano paseo su mirada a la mayoría de los presentes, pero la detuvo en la del medio japonés. ¿Sera por que tenía esos característicos rasgos asiáticos que le habían llamado la atención o por que vio como su boca no podía abrirse más?

—Ves todo al revés ay mi amor, ay mi amor, creo que piensas con los pies ay mi amor, ay mi amor.— el mexicano pensaba que si incluso a un japonés le gustaba su música podría llegar a ser grande. Entonces decidió no separar su mirada con la del japonés.

—tú me traes un poco loco,un poquititito loco— el japonés al notar su mirada no pudo evitar sentirse incómodo.

"¿Que tanto me ve ese estúpido?"

—Siempre ando adivinado y que quieres y pa cuando,y así estoy celebrando que me he vuelto un poco loco.— y la música acabó, pero sus miradas seguían puestas en el contrario.

Los pensamientos no eran los mismos.

"¿Acaso se burla de mí? Ese imbécil..." pensó uno.

"Tengo que conocerlo." Pensó el otro.

Y su pensamiento se esfumó en cuanto vio como subió a su motocicleta y se fue de aquel lugar.

"Estos chinos son re raros" 

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Pasaron dos días desde entonces. Y el nipón no pudo sacarse de la cabeza a ese niñito burlón.

No se dio cuenta pero, se encontraba en frente de la misma plaza. "¿Pero que demonios estoy haciendo aquí?"

Decidido subió a su motocicleta pero no pudo acelerar. Vio como un niño de 5 cm más bajo que el se paró justo en frente cerrándole el paso.

"Es él"