Mentiras

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Mentir... el arte de la mentira. Si, así es. Es un arte. ¿Y por qué? Es simple. No todos pueden mentir. No a todos se les da ese don.

Según Wikipedia, una mentira es una declaración realizada por alguien que sabe, cree o sospecha que es falsa en todo o en parte, esperando que los oyentes le crean, de forma que se oculte la realidad en forma parcial o total.

Según Hiro, una mentira es algo que no daña hasta que se sepa la verdad, y que mientras siga siendo una mentira sin que el otro la sepa, son solo...palabras.

Según Miguel, Hiro es un cobarde que evita la realidad y asegura que necesitará un cirujano plástico por su gran nariz que se hace mas grande cada que lo escucha mentir.

—¿Qué?

—Qué le voy a decir a mi familia sobre nosotros.

—¿Decirle que...tu y yo...?—Hamada se aterrorizo con la idea.

—Si,que somos pareja.—el mexicano se bajo de la moto esperando que su contrario hiciera lo mismo. Habían ido al supermercado a comprar unas cosas que olvido mamá Elena añadir a su carrito de compras. Ya habían llegado a su destino,a la casa de su amante para la fiesta de cumpleaños del padre de Miguel. ¿Qué mejor momento para confesar algo como eso que en medio de toda la familia en el cumpleaños de su querido suegro? ¿Qué podría salir mal?

—¿Y no se te ocurrió contarme ese detalle antes de estar aquí?—el nervioso japonés empezaba a transpirar. La ultima vez que sudo como un caballo de carreras era cuando presentó su invento en la feria de ciencias, cuando Tadashi seguía con vida. Tadashi...como lo extrañaba.

—sabía que te ibas a acobardar y que probablemente inventarías una excusa para no ir a la fiesta.—Interrumpió sus pensamientos, agradeciéndoselo tan solo un poquito para no ponerse a llorar ahí con sus recuerdos. El mexicano se cruzó de brazos mientras veía las claras intenciones del nipón al esbozar una sonrisilla falsa.—ya tenemos dos años ocultando esto,te conocen, les caes bien y supongo que la noticia no sera tan fuerte.

Se bajo de la motocicleta totalmente asustado. Tal vez debería dejar las llaves puestas para huir en caso de que todo salga mal.

—¿noticia?—enloqueció y sujeto los hombros del Rivera—Miguel, esto no es un noticiero mañanero que sueles ver sentado en el sofá mientras te comes tu cereal del elefante negro, esta es la realidad, no creo que se tomen como algo no tan fuerte el que seamos gays y el que llevemos dos años de relación a escondidas.

—Y que ademas hemos tenido relaciones sexuales.—añadió para empeorar al ya nervioso Hamada, riendo por lo histérico que se estaba poniendo.

—Soy hombre muerto—se jaló el cabello desesperado. ¿Como se iba a librar de algo como eso? Miraba al mexicano totalmente relajado, casuaaaaaaaal, como si fuera a hacer algo que hace todos los días de rutina como comer.
¿Como es que este se lo tomaba con tanta calma? Podían pasar tantas cosas, desde que la familia saque a patadas al Hamada o peor aun, que lo saquen con un arma que yacía colgada como adorno en la pared. Esperaba que esa cosa solo fuera mera decoración. ¿Quien en su sano juicio tenia un arma de la época de Emiliano Zapata colgada en la sala? Más importante aún: ¿de donde la sacaron?

La oscura verdad era que Miguel estaba peor o igual de nervioso que él,pero no lo iba a admitir para que el nipón no se asustara. No es tarea fácil declararse ante su familia como libre de Narnia con una criatura misteriosa en brazos que se robo del castillo que repartía japoneses a lo güey.

"Papá Héctor,dame fuerzas para que mi familia no enloquezca y acepten mi relación. Y si pudieras quitarle del camino a Mamá Elena todo objeto lanzable que me pueda matar, estaría chido. Amén." Rezaba en su interior. Abrió la puerta y entro sin titubear, con paso decidido, volteo a ver a toda la familia y empezó a sentirse pequeñito al sentirse observado.

Nuestra gran historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora