Águila

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No se como ni donde me quedé dormido. El peso arriba de mi me impidió levantarme.

Un Hiro desnudo se encontraba plácidamente dormido encima mío.
Y recordé lo que había sucedido.

Probablemente si Hiro estuviera despierto ya me hubiera soltado un golpe por la cara de estúpido que estoy haciendo al recordarlo.

Un estúpido enamorado.

No puedo evitar pensar canciones que le quedan perfectas a este amargado.
¿Pudiera amarlo más?

Hiro se removió entre mis brazos y me miró. Sus gruesas cejas se arquearon en desaprobación.

—¿Qué tanto ves? Idiota.

Incluso cuando me dice idiota luce tan hermoso. Y recién levantado, ufff y recontra ufffffffffffffff.
No se como es posible que me guste tanto, incluso cuando quedo de verlo en algún lugar sigo sintiendo los mismos nervios como si fuese la primera vez que lo viera en mi vida.

—¿Qué hora es?—se separó de mis brazos en busca de su celular. Y prendió iluminando la habitación por un segundo—nos quedamos dormidos como por una hora. Son las 21 horas.

—Aún es temprano.—tuve que hacer un tonto cálculo mental para saber que eran las 9. ¿Qué tan difícil es decir las 9? maldita sea.

—¿No te regañarán por volver tarde?—hizo una mueca de dolor. Probablemente piso alguna pieza de su raro proyecto para su maestría que no entiendo, lo deduje por el sonido metálico que sonó al caerse. Dijo algo sobre un...un...¿a quien engañó? Lo olvide, la robótica no es ni por poco lo mio. Admiro a Hiro por ello, él es todo un cerebrito. Me gusta verlo rompiéndose la cabeza al intentar recordar algo, me gusta verlo arrugando la entreceja de exasperación, me gusta verlo cuando se pone los lentes para su vista cansada, me gusta verlo sonreír cuando recuerda lo que había olvidado, me gusta ver sus manos tecleando en esa computadora extraña parecida a un holograma, me gusta todo en él, incluyendo las cosas mas pequeñas.

—Nop,ya tengo 16.—probablemente si me regañarán, pero vale la pena si es por él. Todo lo vale por él.

—Cuidado con el chico grande.—¿Acaso se burla de mi? Y entonces soltó una risita que hizo pulsar mi corazón. Chingadamadremellevalaquemetrajoteadorotantodejadesertantierno. Pofavo.

Hiro se puso una mano en su cabello, dejándome ver su frente, la otra la puso en su cintura y se quedó viendo nosequecosa hacia la ventana, los rayos de la luna se reflejaban en su piel blanca haciéndolo brillar. Agh...es como ir al cielo. Y mi entrepierna respondió a favor de mi.

—¿Qué haces?—Sonreí para mis adentros. No pude evitar decirlo de tal modo que estoy seguro que Hiro ya conoce.—Ven, recuéstate otro rato conmigo.—ah, adoro cuando su rostro enrojece por mi culpa, por mi maldita culpa.

—Tú no te cansas.—Es cierto. Ya habíamos hecho el amor por tercera vez en el mismo día. Simplemente no puedo saciarme de él. Y es que, me encanta. Me encanta verlo tan vulnerable entre mis brazos, su cabello esparcido por toda la cama, sus ojos entrecerrados del placer, me gusta su respiración agitada y como huele su cuerpo después de todo. Es tan... asdfasdf.

—De ti,jamás.—arrojó hacia mi una almohada que logre esquivar.—Tantas cosas a su favor pero la puntería no es una de ellas.

—¿Quieres cenar?—me rodó los ojos y sentí las ganas de someterlo una cuarta vez. Oh,diablos. Eso sonó tan Christian Grey. Deseche la idea inmediatamente.

—¿Vas a prepararme algo?

—No.—pues claro que no, no sabe ni hacer un mendigo arroz. ¿Qué los japonés no llevan eso en la sangre? ¿Soné racista? Espero haberlo pensando y no haberlo dicho en voz alta...

Nuestra gran historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora