—Ya estamos dentro de la ciudad. El río prácticamente lo atraviesa. Incluso es mejor transportarse por agua, llegas mucho más rápido a algunos lugares. —Comentó Lucas mientras atravesaban un enorme río de agua dulce gracias a un extenso puente de casi dos kilómetros.
—Ya lo veo—comentó Gabriel, quien observaba el magnífico paisaje a su alrededor.
La maravillosa vista sin duda parecía una bella postal, sus aguas tenían un brillante color aguamarina que reflejaban los rayos matutinos de ese día. El hombre y la naturaleza coexisten de una bella manera al ver cómo los botes, yates y demás vehículos acuáticos surcaban el enorme paso. La selva tropical parece querer comerse el río mientras muchas especies de aves acuáticas sobrevolaban las orillas y en medio de toda esa vegetación ser distinguían algunas edificaciones, muchas de ellas posiblemente eran posadas, viviendas, restaurantes e incluso hoteles con gran prestigio.
—Por ejemplo, es más sencillo llegar a las playas por el río. Quizás nos tome unos quince minutos en lancha –dijo Lucas pensativo.
— ¿Iremos en lancha? — preguntó emocionado Felipe desde uno de los asientos de atrás, uniéndose por primera vez a la conversación luego de despertar de su pequeña siesta.
—Lo veo muy posible.
Pasando el emblemático puente del pueblo playero llegaron a su centro. Era bastante simple, pero muy pintoresco. Citadinos y turistas se observaban por doquier. Siendo estos últimos los más llamativos, se distinguían fácilmente al ir en grupo cubierto por grandes sombreros, modernos lentes de sol y muchas veces con una cámara para inmortalizar los momentos más llamativos de su viaje. Pero su destino no era esa zona tan transitada. Cada vez que se adentraban más al pueblo, dejando atrás el animado centro del pueblo y adentrándose a un vecindario bastante tranquilo. A su derecha se observaba la orilla del río llena de botes y yates aparcados cerca de diferentes casas cerca del río o incluso casas construidas sobre el río.
—Llegamos —informó Lucas aparcando la camioneta frente a una cabaña de madera, en la entrada se observaba el número 14, que identificaba dicha edificación.
Esta tenía más de la mitad de su construcción sobre las aguas del río, la cual era sostenida y asegurada por fuertes columnas de madera ubicadas dentro del terreno del caudal. La cabaña estaba elevado del suelo, lo suficientemente separada del nivel del río. Era prácticamente un bungaló flotante.
— ¡Es realmente Linda! ¿Es suya? – preguntó Sam que recién despertaba gracia a la luz que se colaba a la camioneta luego de que Lucas abriera la puerta trasera del vehículo. Con emoción salió olvidándose de su equipaje, para tomar varias fotos de la bella cabaña.
—Nos la prestaron gracias al abuelo de Saúl. Es un militar retirado, lo que le da ciertos privilegios, este vecindario es del gobierno, quien les da mantenimiento a estas casas para uso de sus trabajadores y retirados. —dijo Lucas acercándose a la parte trasera de la camioneta, ayudando a Gabriel y Felipe con el equipaje.
—Por suerte, el viejo aún tiene influencia, nos la dieron sin mayor problema —informó con orgullo Saúl bajando de la camioneta con un mejor humor.
—Buenos días —saludó un hombre de mediana edad que bajaba de un pequeño carro azul con un logotipo de la institución del gobierno encargada del turismo, que recién fue aparcado detrás de la camioneta de los jóvenes recién llegados. El trabajador vestía uniforme azul, en su camisa sé distinguía el mismo logo del carro, además de portar con un gafete para su identificación. —Soy Pablo Flores, uno de los encargados del vecindario. Necesito hablar con Saúl Lain del Castillo, además de su firma —comentó revisando su tabla de madera donde llevaba un formulario.
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De Triangulos a Cuadrados
RomanceCallado, inexpresivo, impulsivo e inseguro. Luego de una bienvenida a la universidad nada normal, el tranquilo mundo de Gabriel será movido. Un triángulo amoroso que pronto explotara y puede que más de uno salga herido. Pero Gabriel hará todo lo po...