Estoy acostada. Hace horas que estoy así. El frío invernal no se siente dado a la calefacción que hay en el living de mi casa, pero sin embargo, mi cuerpo por dentro está congelado. Y roto. Muy roto.
¿Depender de una persona? Yo creí que eso nunca iba a vivirlo, pero ahora lo estoy atravesando, y es como una maldita estaca que atraviesa por mi pecho. Me duele, mucho. Me cuesta hasta respirar. La televisión no tiene a ningún canal entretenido, y si lo es, pues no lo sé. No estoy de humor hoy como para reírme de una película cómica o entretenerme del miedo con una de terror.
Ni siquiera aguanto dos segundos de una película romántica, porque claro, me hace pensar solo en él.
— ¿Me dejas un lugar? — mi padre Aaron toca a mis pies. Sorbiendo mi nariz, me hago en forma de bolita sobre el sofá, sosteniendo con fuerza una de las almohadas. — Dime que es lo que pasa.
— No pasa nada. — siento que la garganta se me cierra y los ojos me pican otra vez. Papá me mira con expresión obvia y yo no puedo soportarlo más. Me echo a llorar, como una niña de cinco años, mientras tapo mi cara con la almohada.
— Hija, no puedo verte así. Estuviste todo el día acostada, llorando, dime que pasa. No puedo seguir siendo indiferente al tema, Dakota. Le he intentado hacerle caso a tu padre. Él me dijo que cuando tú quisieras contarnos, lo harías. Pero veo que lo único que haces es encerrarte, Dakota. Dime que pasa.
Mirándolo, con mis labios temblando y los ojos con las lagrimas que salen a borbotones, me siento con dificultad sobre el sofá, para rápidamente abrazarlo con fuerza a él y hundir mi rostro en su pecho, aspirando su aroma, aquel perfume que me hace sentir protegida.
— Nena, cariño... — acaricia mi pelo y da besos sobre la parte superior de mi cabeza. — ¿Que pasa?
— Prométeme que no te vas a enojar, papá. Por favor, promételo.
Es allí cuando él me separa lentamente de su cuerpo, con las manos sobre mis brazos, provocando que yo le mire con algo de vergüenza. No me gusta que nadie me vea llorar. Él toma el mando de la tele, la apaga, y el silencio inunda en mis oídos. Está gacho, respirando profundamente.
— ¿De cuanto estas?
Me encantaría reírme en este momento por la ocurrencia que ha pasado por su cabeza, pero sinceramente ni siquiera puedo articular una sonrisa en mis labios. Yo niego, tapando a mi rostro con las manos.
— Te lo he advertido. Yo te lo dije, Dakota. ¿Cuantas veces desde que estas con Daryl en relación te lo dije? Infinitas. Infinitas veces te dije que se cuidar...
— Papá, no estoy embarazada. — trago en grueso, mirándolo mientras limpio las lágrimas con rapidez. — No tengo un maldito niño en mi vientre, joder.
— ¿Por qué entonces debería enojarme? Por el amor de Dios, Dakota. Dime de una buena vez que es lo que está...
— Daryl... Daryl me engañó. Lo vi con otra en su casa, besándola. ¿Sabes quien? Sky. La hija de tu amigo, el que fue a vivir a Nashville. ¿Sabes qué más? Es su maldita ex novia.
La cara de mi padre ahora mismo es todo un poema. Y claro, no es en lo absoluto para menos. Creo que si mi hija o hijo viniera y me dijera esto, yo estaría igual. Sin poder asimilar toda la situación.
Negando con mi cabeza varias veces, de repente, siento en mi espalda como ahora la mano de mi padre Eric comienza a acariciarme. Apenas le miro, veo su cara. Parece decepcionado, triste, e incluso frustrado.
— Iré a hablar con él ya mismo. — Aaron se pone de pie rápidamente, pero yo también me apresuro por ir hacia él, sujetándole de sus hombros. — No, Dakota. No vas a detenerme.
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Survive Together +18 © (Daryl Dixon)
FanficMaltrato físico, maltrato psicológico, fobias, violencia, drogas... en Dakota, todo aquello afecta. Lo que nunca tuvo en cuenta, es que pronto, un rayo de sol, un ángel de la guarda, iba a llegar a su vida, para dar un giro de ciento ochenta grados...