Bajo mi piel. Sandra Sánchez. CAPÍTULO 1

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CAPÍTULO 1.

Es increíble la cantidad de gente que puede haber en un supermercado un martes por la tarde, enserio. ¿No tienen nada mejor que hacer? Miro todas las familias, personas mayores, y jóvenes alrededor de mí y no puedo entender las caras de felicidad que tienen, por Dios, están haciendo la compra, ¡no están en un anuncio de pasta de dientes!

Si no fuese porque los ratones que actualmente habitan mi nevera me hubiesen amenazado con revelarse esta mañana porque no lleno el frigorífico desde hace casi un mes completo, no me encontraría aquí.

Odio hacer la compra. Mi madre siempre insiste en que si no cambio ese hábito, vendrá ella misma a mi apartamento y la llenará después de darme mil tirones de orejas acompañados de tal bronca que tendría los oídos pitando durante 1 año completo.

Sí, ella es así de exagerada como buena andaluza que es, lo lleva en la sangre; aún guarda la esperanza de poder controlar algún aspecto de mi vida a través de las conversaciones telefónicas que tenemos. Adoro a mamá pero tiene la enorme capacidad de levantar a un muerto de su tumba si se lo propone, sobre todo ahora que se ha retirado y tiene más tiempo libre para darme la brasa.

Mamá trabajaba hasta hace unos meses en el hospital Puerta del Mar como enfermera. Según me contaba, le encantaba ayudar a los demás desde muy joven. Mi abuela siempre reía cuando recordaba como mi madre corría a casa en busca de una tirita si algún amigo jugando en el parque se caía y se rozaba la rodilla. Ella iba y lo curaba con tan solo 6 años. Así que solo fue cuestión de tiempo que se hiciese médico o enfermera. Por desgracia después de la muerte del abuelo, mama no tuvo mucha elección puesto que no podía permitirse salir de casa para estudiar, así que en vez de convertirse en medico decidió estudiar enfermería.

Y aquí entra papá en la ecuación, si, definitivamente estamos esperando la llamada del Vaticano anunciando cuando lo van a canonizar por llevar tantos años aguantando a mamá.

Es tranquilo, risueño y simplemente adorable, es la clase de persona que en cuanto la conoces deseas que forme parte de tu vida. Trabajó desde muy joven para llevar dinero a casa, ya que como mama perdió a su padre cuando era pequeño y se tuvo que hacer cargo de mi abuela y de mi tía que apenas tenía meses de vida. Tuvo muchos trabajos pero comenzó en una empresa como transportista y con el paso de los años decidió ahorrar y montar su propia empresa. Trabajó duro por sacarla adelante y convertirla en una de las mayores empresas de transporte de toda España.

Ahora a sus 53 años también se ha jubilado como mamá y se dedica a cualquier cosa que encuentre por arreglar en casa, a jugar al dominó con sus amigos por las tardes. Y tolerar las cosas que se le ocurran a mamá que no es poco.

Sigo avanzando a través del pasillo y miro la lista de compra. Me aplaudo mentalmente por no comentarle nada a mamá por teléfono esta mañana de que pensaba ir al supermercado a hacer la compra porque si no se habría empeñado en que agregase a la lista cosas que ella piensa que como, pero que no pruebo desde que me fui de casa.

Cojo un paquete de servilletas del estante y las meto en el carro para seguir avanzando. Pero me paro en seco cuando escucho sonar mi móvil en el bolso, sonrío para mis adentros porque se perfectamente quien llama, precisamente él fue quien colocó ese tono. Busco entre el revoltijo de cosas que habitan mi bolso.

No estoy segura, pero creo que algo me ha gruñido dentro. Frunciendo el ceño sigo buscando hasta que hago que Chris Brown pare de cantar "Love more" al llevarme el móvil a la oreja.

- Hola bebé, ¿Cómo está la mujer más preciosa del planeta?-. Dijo Luca con la voz más sexy de la tierra.

- Hola a ti también. Seguro que eso se lo dices a todas ¿me equivoco?-. Respondí en tono de burla sonrojándome ligeramente.

Bajo mi piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora