Confía

858 122 22
                                    



Life miraba a Death sin que él lo supiera: tenía la nariz enrojecida de tanto limpiarla y el contorno de los ojos ligeramente inflamado. El cabello revuelto y mojado, aun goteando en la camiseta gris sin mangas recién puesta.

— ¿Te sientes mejor, más relajado? — Preguntó Life.

— Un poco...

Aquel lunes, para cuando Des llegó a casa, ya había dicho todo y no podía mantener la poca calma que le quedaba. Leo leyó su relato sorprendiéndose de los detalles que no conocía, y casi le resultaba surrealista que mientras él lo esperaba fuera de la escuela, adentro Tim lo arrastraba hasta un cubículo de baño en el primer piso.

Nuevamente había intentado quitarle el teléfono. Des había dicho que lo tomó por sorpresa al pasar por el pasillo y se lo arrebató de las manos. Él, intentando recuperarlo, entró a los sanitarios sin darse cuenta que estarían a solas. Fue entonces que Awertton lo arrinconó contra la puerta de uno de los inodoros, empujándolo hasta acorralarlo entre esas inmundas paredes.

Un teléfono celular es un objeto preciado, personal y contiene información que pudiese ser o no confidencial; por tanto, valioso para su dueño. Leo supo de inmediato que ese sujeto no quería el equipo que poseía Des, si no al mismo Des y su atención.

El chico le dijo que forcejearon unos minutos hasta que lo recuperó, pero que Tim no paró ahí. Que en el momento en el cual volvió a tener el teléfono en sus manos, el otro lo agarró del cuello y lo obligó a quedarse ahí dentro con él. Al leer sus palabras, Leo quiso poder ver a Des contar su historia, pero en aquel momento ninguno de los dos aun llegaba a sus respectivos hogares.

Tim se estaba divirtiendo mucho con Des, una obviedad a los ojos de Spindler. Era claro que le gustaba verle inquieto, agresivo y susceptible.

Atrapado entre una pared y Awertton, dijo Death a Life en resumidas palabras, que fue obligado a permanecer quieto y callado, mientras sentía como el botón de su pantalón era desabrochado y el cierre era deslizado hacia abajo. Leo imaginó la escena sólo sintiendo curiosidad por saber cómo había ocurrido realmente... si cruzaron palabras, pero no preguntó. Des comentó que Tim tomó el bode elástico de su ropa interior, recorrió con el índice toda la orilla de esta y seguidamente, antes de soltarlo, jaló la prenda para liberarla sonoramente. Luego de eso le dejó ir. Eso confirmaba el pensamiento de Leo, su precioso Des era un pasatiempo para el otro sujeto.

El chico había terminado su relato con la aparición de su tipo raro de las estrellas y cómo gracias a esa coincidencia logró zafar de Tim, que lo siguió hasta el último momento. Entonces estaba por llegar a su casa y fue cuando Life le sugirió darse un baño para tranquilizarse.

— La ducha estuvo bien—. Decía el mensaje de Death.

— ¿Quieres confiarme algo más? O prefieres descansar—. Consultó Life, mirando a Des pasarse una toalla por el cabello. Su mechón teñido de ámbar destacaba por el contraste y la iluminación en la habitación... resaltaban los grandes ojos de Aeva en conjunto a su piel pálida. — Imagino que todo esto es abrumador y sé que no estás bien. Es sentido común —. A través del monitor, Des le pareció una frágil criatura.

— Quiero muchas cosas...

— ¿Cómo qué?

— Como no tener que lidiar más con ese hijo de puta de Tim Awertton, por ejemplo—. Des hacía una mueca de dolor y rabia. Las aletas de la nariz delatan su respiración agitada otra vez.

Leo aprovechaba de enviarle un mensaje con su perfil real: "hey, hola... sólo quería saber si estaba todo OK".

—Eso parece difícil, considerando que no quieres denunciarlo.

— No es que no quiera, no puedo... siento que no puedo.

El codiciado teléfono vibró en la mensa del escritorio y cuando Des revisó, era Leo. "Sí, todo bien", respondió y adjuntó el pequeño dibujo de una cara sonriente. Luego pregunto "¿Por qué?". Aun estaba a la defensiva.

— Eres el chico más fuerte que conozco, Death. Tú puedes hacer todo lo que te propongas. Sólo mírate al espejo y pregúntate si te mereces la vida que te estás dando, dejando pasar a ese imbécil sobre ti—. Des paró de leer, había roto en lagrimas otra vez y se cubrió el rostro. — Recuerda, un día a la vez. Eres capaz de todo y más. Si por mi fuera, yo mismo iría y le daría una paliza — Continuó escribiendo Life de todos modos. — Es natural que te sientas abatido o agobiado, pero no dejes que la mierda te cubra y te ahogue. Se el chico valiente que conozco y que es mi querido amigo.

Spindler acababa se soltar frases genéricas que no tenían un mayor significado personal para intentar suavizar las cosas. Lo cierto era que él podía entender los sentimientos del chico que lo obsesionaba, pero no lograba comprenderlos. La empatía era algo demasiado abstracto para Leo.

Des se tomó unos minutos para recuperarse antes de contestar, tiempo que fue aprovechado para responder a su desconfianza: "Lo siento si me estoy metiendo donde no me llaman, pero cuando nos despedimos de pronto parecías asustado y pensé que... bueno, no sé qué pensé, sólo me preocupé".

— Gracias. A estas alturas, eres el único en quien confío un poco más—. Las palabras de su amigo le resultaron reconfortantes. Ni siquiera notó lo corrientes que eran.

— Ve a descansar, Death. Cena, duerme y mañana, si sospechas que algo puede volver a ocurrir ¡Grábalo! Grábalo y defiéndete. No te dejes pisotear.

Aeva se despidió de Life y le respondió a Leo "Sí, bueno... me pareció ver a alguien, pero nadie importante".

Spindler analizaba cada gesto o movimiento que pudiese hacer el chico viendo de muy cerca el monitor y con el volumen de los altavoces algo elevados: el sonido que hacía el escribir era el de alguien impaciente, quizás desesperado por entregar información rápido; estaba (como pocas veces) en la cama con el ordenador, tal vez por la necesidad de sentirse a salvo; su expresión indicaba vacilación, le contestó a Leo sin saber si decirle o no sobre Tim. Lo demás era contemplado por placer: su piel, el contorno de su cuello, la hendidura entre sus clavículas, la forma de sus labios, la manera en que pestañeaba y lo revuelto que aun seguía su cabello.

— Oh, bueno... Oye, y... ¿Entonces me dejarás invitarte un café? — Decía la ventana de chat en el perfil de Aeva, y junto a la frase, una pequeña cara sonrojada.

Des lo meditó unos segundos y escribió apresuradamente, presionando la tecla de enviar con demasiado ímpetu para luego morderse el labio inferior.

— Seguro ¿Te parece el sábado?

— Perfecto.

Leo comprendió que Des no estaba de ánimos para salir con él ya que la situación era estresante, pero que probablemente se sintiera en deuda o tal vez aun pudiese creer en las tonterías que parlotea Louisa. También vio que definitivamente no estaba listo para pedir ayuda: si la cita era el fin de semana, Aeva quedaría expuesto a Tim durante los próximos días... el chico aun tenía un mínimo de orgullo y dignidad que defender por sí mismo. 

Continuará


Acosador - AMOLADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora