Rómpete

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 — ¿Leo? ¡Estoy congelándome! No recuerdo exactamente tu dirección... — El día viernes a las 5:47 PM un mensaje de Des brillaba en la pantalla de Leo— Estoy en la parada del autobús ¿Puedes venir por mi?

No había dejado de nevar durante la semana, pero eso no le impidió a Aeva llegar hasta Spindler. Le dijo a su madre que iría con Louisa, y la mujer sólo le pidió que se abrigara, que no volviera tarde. El muchacho lo prometió sin pensarlo.

La vida sin Awerthon era definitivamente mejor y necesitaba agradecerle a Leo apropiadamente, aun que no sabía cómo... supuso que el primer paso era pasar tiempo con él.

—Entonces ¿Qué estamos haciendo?

— ¿Quieres jugar? — Leo ofreció su consola y Des asintió feliz.

Adentro del departamento todo parecía continuar perfectamente en orden, lo único que no encajaba era la pecera ridículamente recargada de adornos plásticos. El menor ignoró eso ¿Quién era Des para juzgar la decoración? Mientras el moreno tuviera la calefacción encendida y continuara ofreciendo cosas deliciosas todo estaba bien; todo estaba bien hasta que entre partida y partida una pregunta surgió:

—El chico alto... no lo has visto ¿Verdad? — Des negó con la cabeza. — ¿Seguro? ¿No me mentirías?

—No ¿Por qué haría eso? Estoy completamente feliz gracias a que tú, ehm — Des dudó— tu ayudaste a que me dejara en paz—. Tenía una idea de lo que había pasado, aunque cuando quiso averiguarlo, se le negó la respuesta.

—Genial—. Dijo el otro con honestidad. Realmente no quería atacar más a Tim, Leo sabía perfectamente que él tenía un límite para salirse con la suya.

—Admito que aun me aterra que aparezca de la nada... de hecho, tiene esa foto ¿Recuerdas? Ni siquiera necesita aparecer—.Des dijo mientras se reclinaba en el sofá, dejado el mando a un lado.

—Entiendo... —Leo emuló la posición del otro.

—Además, reconozco que no saber dónde está o qué le dijiste me inquieta... preferiría saber. Algo como... poner todas las cartas sobre la mesa. —Insistió.

—No te preocupes por eso. Nada te va a pasar...—Leo acortó el espació entre ambos y se inclinó ligeramente para chocar el hombro con Des. Fue evidente que el menor se puso rígido — Primero tiene que enfrentarse a mi...—Y fue obvio que al oír eso volvió a relajarse.

La tarde se convirtió en noche, y pasado las 11, era el momento en que Des debería comenzar el retorno a casa. Todo había sido perfecto, pero debía volver, su madre había estado enviándole mensajes. "Es peligroso a esta hora", escribió ella. Leo pareció pensar lo mismo "No puedes tomar el metro o autobús... déjame llamar un taxi", el chico se negó alegando que la distancia era mucha y sería costoso, entonces el moreno se ofreció a pagarlo. Luego de una discusión que Des perdió en el minuto 1, Leo hizo una llamada.

— Te acompaño abajo—. Anunció Spindler cuando el automóvil llegó.

Abajo, el moreno abrió la puerta para Des, tanto la de entrada al edificio, como la del taxi. El chico torpemente le dio las gracias ambas veces y le ofreció su mano a Leo para despedirse con un apretón. El mayor soltó un resoplido acompañado de una pequeña risa: tomó la mano ofrecida, pero en lugar de apretarla, la giró y acomodó hasta lograr entrelazar sus dedos.

— Avísame cuando llegues a casa ¿O.K?— Dijo, sin soltar la mano de Des, acariciándola con el pulgar.

La otra mano de Leo se posó en la espalda del chico y por un momento este creyó que recibiría un beso de despedida, sin embargo, sólo lo estaba escoltando para que subiera. Le preguntó al taxista cuánto costaría la carrera hasta la casa de Aeva y Leo le dio el dinero a Des con un margen, por si resultaba ser una cifra mayor.

Acosador - AMOLADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora