Muestrate

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Leo se preguntaba "¿Esto está bien?". Desde que había aceptado la solicitud de amistad de aquel chico estaba perdiendo al cabeza; y por fin se preguntaba si era correcto o no esta nueva amistad.

Llevaba apenas tres días con Des Aeva en su vida, lógicamente no revisó por completo el perfil que ya conocía de memoria, sin embargo no paraba de ingresar a la cuenta ajena y leer las conversaciones que el muchacho mantenía con otros. Hasta ahora no se había interesado por los chats que no incluyeran a Louisa; claro, había comprobado que estos dos hablaron de él, de lo diferente que parecía y de lo menos incómodo que se sentía con la idea de conocer apropiadamente a Spindler. Lovelance estaba haciendo un increíble trabajo con eso, sin querer, ayudándolo. No obstante los demás personajes en la vida de Des, que si bien, eran importantes para este, eran irrelevantes para Leo. Los conocía, sabía sus nombres y podía asociarlos a las cosas que contaba Death en privado, mas no eran su preocupación; no leería esas conversaciones... se mentía diciéndose "aun tienes algo de moralidad".

—Y con esto concluye la visita por el Antoine Bourdelle. Recuerden que el museo cierra a las séis de la tarde, pueden continuar hasta esa hora por aquí o salir a los alrededores. El transporte vendrá por ustedes a esa hora para llevarlos al hotel.

Acababa por fin un día eterno, le dolían los pies y afuera llovía torrencialmente, de seguro llegaría a casa empapado. Hizo el contacto con su colega para deshacerse de esas personas lo antes posible, entonces le envió un mensaje a Williams con la primicia: "¿Recuerdas al tipo que le hackeaste el ordenador?". Estaba en una encrucijada y ni siquiera estaba seguro de confiarle su secreto a otro, pero de todos modos lo hizo. Minutos después recibió la respuesta, cuando su chaqueta dejaba caer gotas de agua en el suelo del vagón en el metro.

—No soy hacker ¿Por qué todo el mundo usa esa palabra a la ligera?— Leyó Leo.

—Y ¿Cómo se llama cuando entras al ordenador de otro a distancia?— Escribió.

—No sé. Acceso remoto... —Contestó de inmediato Will. — ¿Qué pasa con el sujeto? ¿Me vas a explicar por qué necesitabas con urgencia que te ayudara?

—Es complicado... quiero contarte. Tengo dudas.

—Te dije que no es legal ¿Pasó algo?

— No, es... otra cosa —. La respuesta tardó un momento.

— Ah, ya sé.

—¿Qué? — Quiso saber de inmediato.

— Me usaste para ganar algo...

No era primera vez que Leo manipulaba las cosas para obtener un sí rotundo. Williams lo conocía muy bien, lo había notado hace años: en la escuela, en el trabajo y como no, con los amigos.

Él era un chico inteligente, demasiado inteligente, con un humor que no fue del agrado de muchos en la secundaria, empujándolo hasta Spindler, quien en su momento fue alguien influyente en ese tonto mundillo. Fue un inicio atípico, pero ambos encontraron en el otro un equilibrio.

Cerca de las 9 de la noche Leo daba de comer a sus peces y el timbre sonaba. Del otro lado de la puerta un sujeto rubio con anteojos esperaba impaciente. Volvía a sonar.

—¡Hey! ¡Pasa! pasa... —. El moreno estaba feliz, era una sorpresa agradable recibir a su mejor amigo.

—¡¿Estás loco?! ¡Lo que estás haciendo con ese tipo no está bien!— El otro entró hecho una furia.

—¿De qué hablas?— Se había puesto pálido mientras cerraba la puerta tras de sí.

—¿De verdad Leo? Sabes bien a qué me refiero. Me tomó 20 minutos en averiguar tu juego... eres tan evidente —. De blanco pasaba a sonrojado y abría la boca tratando de emitir palabras— ¿Por qué no te le acercaste por todo este asunto de tu cuenta falsa? ¿Por...?

Acosador - AMOLADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora