||CAPÍTULO 30||

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Al fin podían tener su luna de miel, Dylan en secreto lo había planeado todo para tener suministros necesarios para poder vivir por un mes alejados de todo y todos, mando a arreglar en el lago una superficie en madera para que fuera más cómodo el poder nadar en él.

La sujeto de la cintura ingresando por las ramas del árbol, al entrar la alzo entre sus brazos y la llevo dándole besos lentos cargados de una energía que hacía que Melek temblara, al llegar a la habitación la acomodo lentamente sobre la cama, la desnudo lentamente, se sorprendió cuando estaban ambos desnudos y admiro como el cuerpo de su amada comenzaba a dar pequeños destellos de luz, ella al ver la cara de él se tapó con la sabana.

– No, no te tapes por favor –quito la sabana retirándola totalmente de su cuerpo tirándola al suelo– Eres radiante, la estrella más hermosa.

Con su mano derecha comenzó a recorrer cada espacio del cuerpo de Adri y ella con su toque dejaba salir una honda tras otra, se acomodó sobre ella, besando su boca con desbordante pasión, sin dejar de ver esos ojos azules que tanto iluminaban su ser, en cuestión de segundos y con autorización de ella se introdujo en lo más profundo de su alma, el dolor que ambos sintieron fue superado por el brillo del amor, sus gemidos se convirtieron en melodías en la habitación y su clímax ilumino el cuerpo de los dos.

Perdieron la cuenta de cuentas besos embriagaron sus almas de pasión y cuantos destellos de amor hubieron, lo que sí es claro es que el bosque y la luna radiante de esa noche fueron los únicos testigos de su unión.

Los días seguían avanzando lentamente, cada día lo aprovechaban al máximo, su caballo Domino había sido enviado por el Rey Thomas en días atrás y, en el cabalgaban por el bosque, iban a nadar al lago y en él se habían perdido varias veces en cada peca de sus cuerpos, en el prado de flores salían a comer y ver el amanecer radiante de la mayoría de los días, perdiendo la cuenta de las hondas de amor, en el rio de colores, se les era complicado conocer la tonalidad de sus cuerpos bañados en pasión.

– Eres mi esposa, mi mujer, mi amiga, mi mundo, eres todo para mí Adri –le acaricio el cabello mientras ella comía su pan recostada con la cabeza en su pecho– Imagine este momento miles de veces y ahora deseo que nuestras vidas en este mundo sean muy duraderas.

– Cambiaste mi vida Ylan, eres la fuerza que necesita mi alma para brillar –se giró y lo beso con esa fuerza que hacia estremecer al mundo– ¡Te Amo Ylan!

Se levantó del prado e hizo que él se levantara con ella, lo beso una y otra vez, le fue despojando una a una cada una de sus prendas, arrebata de aquella ternura que le brindaban esos ojos violeta.

– Qué haces –murmuro sorprendido siguiendo el jugueteo de sus besos.

Se retiró el vestido de su cuerpo, quedando en ropa interior, con la mirada le aviso a Dylan que hiciera lo siguiente, sin tantos titubeos la tomo entre sus brazos y en cuestión de segundos estaba muy dentro de ella, hondas de luz salieron disparadas del cuerpo de Melek iluminando el de Ylan también, la alzo hasta sus caderas, lo contemplo y bajo las piernas sin retirarse de él, se sentaron sobre sus prendas, aún no habían alcanzado el mágico clímax.

El Secreto Del Bosque©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora