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La batalla se escuchaba justo arriba de la familia Lightwood, seguramente ya no quedaba nada de su casa y tal vez el granero seguían en pie; ya que, no se había escuchado un estruendo por las bolas de fuego, encima de ellos.

Jace estaba desmayado, pero su respiración había mejorado cuando lograron cubrir la herida de su compañero. Eran tan maravillosos, que sanaban cuando eran heridos; sin embargo, era lento el proceso dependiendo de la herida.

– Cojearás un poco por la pierna pero no se encuentra fuera de su lugar, hijo. – Alec volteó a ver a su padre y le sonrió.

– Con que una pantera ¿eh? ¿Qué significa su nombre? – Preguntó Maryse orgullosamente.

– "Grande". – Volteó a ver a su gran felino que le veía atentamente su pierna herida.

– ¿Y le cambiarás el nombre? – Tanto Magnus como Alec, voltearon a ver a Robert, aunque el primero regresó la mirada a su compañero esperando su respuesta.

– Me gusta ese, pero quiero ponerle un apellido que me había gustado desde que lo leí en un libro latín.

Dime, dime, ¿cuál? – Alec volteó a ver a Magnus que le había hablado en su mente con un tono curioso, mientras que sus triangulares orejas se movieron.

– Bane, Magnus Bane. "Gran Defensor Glorioso", es fuerte y correcto para ti, ¿no crees? – La gran pantera se levantó y fue a su lado.

Me agrada. – Se echó sobre el piso donde Alec estaba sentado, y colocó su gran cabeza en la pierna intacta.

– Si tardaste tanto en tenerlo, debería de convertirse en algo más grande tal vez. – Dijo Izzy desde el otro lado de la habitación.

– Puede ser, ¿puedes tratar de transformarte en algo más? – Pasó su mano por el suave pelaje del felino, incitándolo a intentarlo.

Magnus se levantó y cerró sus peculiares ojos. Chispas rodearon su cuerpo y en unos segundos, un cuerpo humano apareció sobre el piso, desnudo.

Cuando un demonik se convierte en humano por primera vez, éste viene privado de ropa, pero cuando se visten con algo, su magia se hace presente antes de una transformación, para hacerla aparecer y desaparecer a tiempo.

Alec se levantó como pudo, queriendo cubrir la piel bronceada del atrayente chico que tenía facciones asiáticas. Con una cobija a su alrededor, lo levantó y éste tuvo que aprender a caminar por primera vez.

No tardaban tanto en aprender, pero como todo, costaba trabajo al principio, por lo tanto Alec lo sostenía entre sus brazos cada tanto. Pudo ver que Magnus era robusto, un poco más bajo que él y fácilmente cabía entre sus brazos.

– Debes tener hambre Magnus. – Maryse, le tendió un plato de avena y prendas para cubrir su desnudez. – Eres un poco más bajo que Alec, pero seguramente te quedarán bien.

– Muchas gracias. – Alec sonrió significativamente cuando escuchó la voz de su compañero, grave y relajada. – Huele a roedor.

– Ah no, no, señor gato, con el hámster de la casa no se acercará. – La voz angelical y seria de Max, el menor de los Lightwood, hizo reír a todos.

– Él es mi hermanito Max, mi hermana Izzy, mis papás Maryse y Robert, y mi mejor amigo, Jace. – Alec fue señalando a todos. – Supongo que tú mismo conocerás después a sus compañeros.

Magnus estaba fascinado, había conocido a todos rápidamente y ya tenía una gran familia, junto con un gran nombre.

– ¿Por qué no te convertiste en tú otro animal? – Preguntó Max con inocencia.

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