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Un golpe en seco se escuchó, las ramas crujieron y un camino se formó en el suelo, quitando así las hojas y rocas que se atravesaban.

Jace cayó a unos metros de donde estaba, había recibido el golpe con la misma fuerza que se había lanzado hacía su contrincante.

– Regla uno, evalúen a su oponente, observen sus pies y manos, cada movimiento que haga, les dirá cuál será su modo de ataque. De ahí viene el trabajo en equipo.

– Eso fue un golpe muy bajo. – Recriminó el rubio con una mano en su estómago.

Simon, en su forma humana, se encontraba en el mismo estado; sin embargo el demonik del contrincante, le había mandado hacía el lado contrario, separándolos varios metros.

– Sus enemigos no verán donde golpear, lo que hagan será para matar o noquear.

Alec se tensó en su lugar, lo que estuvieron entrenando por un rato, no era nada a comparación con lo que Valentine hacía en cada batalla.

– Alec, su turno, tú a la izquierda, Magnus, a la derecha. – Ordenó Luke, el hombre que había aceptado entrenarlos y enseñarles lo que sabía.

El terreno donde se encontraban, había sido modificado para su entrenamiento. Con cuerdas, hicieron un perímetro bastante amplio para las lanzadas y peleas que se generaban.

Magnus, siendo pantera, gruñó por las distancia entre los dos, con la línea dibujada sobre la tierra, marcando los límites que no debían cruzar.

Era claro el hecho de que entre más distancia entre los destinados, más débiles y vulnerables se hacían.

– Regla dos, comuníquense en todo momento con sus destinados.

– Mientras más distancia más difícil es comunicarnos entre nosotros ¿no? – Preguntó Izzy, casi gritando por la distancia.

– Es solo una creencia. El vínculo mental se entrena así como físicamente, podrían haber kilómetros de distancia entre ustedes y hablarse sin problemas.

El hombre se quedó callado un momento, volteando a ver hacía el cielo, como si esperara a que algo llegara, y así fue. En unos segundos un águila descendió con agilidad, posándose en el hombro de Luke.

– Él es Alair, se la pasa en cielo el mayor tiempo que quiere y puede. Siempre me cuida, aun estando en otros pueblos lejanos para ser vigía.

Alec vio con admiración la gran ave, era un águila cabeza blanca, con la extensión de sus alas podría medir arriba de dos metros.

– Ahora, Magnus, necesito que te conviertas en tú otro animal.

– Él no ha podido hacerlo. Cuando lo intentó se convirtió en su forma humana. – Aclaró Alec sin temor.

Para muchos, que un destinado solo se convirtiera en un animal era raro, pero a Alec no le importaba. Agradecía que lo tuvo cuando más lo necesitó.

Eso era más importante.

– Ya veo. – El pelinegro observó cómo Luke le susurraba algo a su destinado. – Bien, Magnus, tú trabajo será quitarle el listón a Alair.

El águila se transformó en un lince blanco de gran tamaño y su compañero le amarró un listón rojo en la punta de su cola.

– ¡Venga Magnus, eso es sencillo! – Gritó Jace.

–Y Alec será atacado por uno de mis hombres, será algo justo, hombre contra hombre, felino contra felino.

Que alguien le pegue al hablador de Jace. – Magnus hizo reír a su compañero, bajando los nervios de ambos. – Seré rápido, no te dejes lastimar.

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