Capítulo 27

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Él me estaba mirando.

- ¿Adam...? - Pregunté con cierta angustia.

- Sí... - Su voz estaba completamente apagada. - ¿Emily...?

- Sí, Adam. Estoy aquí.- Dije mirándolo directamente a los ojos.

Su cabeza está caída en mis piernas, sus ojos traspasaban los míos. Se notaba que quería levantarse y no podía. De la nada se escuchó: •Emily, Emily....¿Me escuchas?• Era la voz de María.

- Sí..... - Mi voz tenía duda.

¿Encontraste a Adam?•

- Sí lo encontré. - Dije mientras lo agarraba, para intentar levantarlo.

¿De enserio? ¡Oh, por Dios! ¿Cómo está? ¿Cómo está el?•

- La verdad, está muy débil. No sé cómo haré para sacarlo.

Intenta sacarlo por donde entraste, Emily.•

- Bueno. - Dada por terminada la conversación. - Vamos Adam, por favor, ayúdame a levantarte.

Él hizo lo que le pedí. Intentaba que no se golpeara con ninguna pared. Ya estaba lo suficiente lastimado. Estábamos por bajar las escaleras, cuando escuché el ruido de unas de las puertas abriéndose. De repente: •¡Emily... Emily.... Emily!¡Por favor responde! Si me escuchas, tienen que salir ahora.•

- María, ¿Qué ocurre?- Hablé tan bajo, que apenas se escuchaba.

Los que salieron hace unas horas han vuelto. Si no se van ahora, los van a atrapar. ¡Por favor, salgan ahora!•

Lo único que se me ocurrió en ese momento, fue volver a esa oscura habitación, de donde lo había encontrado. Intenté buscar por todos lados, un escape. Lo único que encontré fue una ventana, que reflejaba toda la vida del otro lado.

- ¡No sé por dónde salir María!. - Exclamé con miedo.

No por mí. Sino por Adam. Quería que estuviera a salvó. No quería que lo capturan y lo torturaran otra vez. Si tenía que sacrificarme por él, lo haría. Lo haría sin dudarlo porque él me importa tanto o más que mi propia vida.

Dime lo que ves Emily. Por favor, mantén la calma.•

- Claro, lo único que hay es una ventana.

•¿Qué hay afuera de la ventana?•

- Hay un árbol, a pocos centímetros.

•¿Crees que puedes alcanzarlo?•

- Veré si lo puedo alcanzar.

Era verdad, estaba situado a centímetros del borde de la ventana. No había manera que sacará a Adam de ahí. Yo podía saltar al árbol pero él no podía. Podría lastimarse peor.

Me estaba preocupando, de no poder cumplir con el plan. De no poder salvarlo. De quedar los dos, a manos de los Venatores.

Volví a mirar por la ventana y quedé aún más confundida. Los centímetros que antes había, desaparecieron. No solo eso, las ramas de éste, formaban una especie de escalera. Como si estuviera diseñado, para que escaparamos.

No lo dude ni un segundo, para escapar con él por la ventana. Era complicado pero no imposible. Cuando por fin lo logramos. Tuvimos que caminar varias avenidas, para encontrar a María y Roberto. Ellos asombrados recibieron a su hijo con lágrimas. Después de un par de horas llegamos al hogar, la energía volvió a instalarse apenas Adam volvió a pisar el lugar.

Lo que nos asustó fue que, después de un tiempo, él perdió sus fuerzas y cayó al piso. Todos fuimos a socorrerlo, también lo ayudamos a llevarlo a su habitación. Tan pronto, se desmayó en su propia cama.

María me mandó a comprar medicamentos para poder curarlo, así lo hice. Cuando volví, le di todo a ella, me dijo que se iba a encargar. Me instalé en el gran patio de aquella casa.

Los sentimientos en mí, no hacían que controlará lo que pasaba. Fueron varias situaciones en pocas horas. Él encontrarlo en esa forma. Él rescartarlo. Él que se desmayará. Sumado a todo el miedo, que tuve en todo momento. No dejaba de pensar en ese árbol. No había forma que haya crecido, de un momento para otro.

De la nada, me llamó la atención algo. Era una flor marchita, que estaba ubicada a mi lado. Me dolía ver a esa flor así. De auto reflejo, estiré una de mis manos para tocarla, cerrando mis ojos. Deseaba con todo mi ser, que se curará. Cuando los abrí, cada uno de los pétalos, se fueron replasando por otros, aunque más llamativos. El color de aquella planta se fue intensificando. De ser un color gris se transformó en rosa. Asombrada, me levanté del pasto de golpe. ¡No lo podía creer!.

La impresión traspaso todo mi cuerpo. De repente, pensé en el conocido Deja Vu. Cómo me había pasado con el lavabo, está flor, volvió a estar marchita. No paraba de mirarla, cuando alguien me llamó:

- ¡Emily! - La voz cansada de Roberto, resonó por aquel lugar.

-¿Qué pasó?- Su no contestación al momento, me empezó a asustar.

- Es... Adam... - Se tragantó con sus propias palabras.

- ¿Qué le pasó a él?

- No reacciona. Se puso en estado de coma.

Y ahí vino la oscuridad.

Creatores Elementis I = Descubriendo mi Ser ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora