3

233 78 22
                                    

Decir que la fascinación y la excitación habían adueñado su ser, era decir poco.
Porque lo era.

El sentimiento que sentía Alain en esos momentos era inexplicable para un joven de su edad.

Los bytes de programación y el simulador hicieron su trabajo para mostrarle a Alain el lugar que había escogido como siguiente parada.
La luz del sol artificial bañaba aquel pueblo artificial con casas artificiales y gente artificial. Pero se sentía feliz.

Unos minutos junto con su precisa visión del lugar fueron suficientes para convertir su felicidad en intriga, pues a lo lejos podía apreciar como un anciano lo miraba fijamente.
Pero no podría estar pasando. Los viajes virtuales son creados totalmente por medios artificiales, por lo que la interacción con las personas era totalmente imposible.
A pesar de saber eso, Alain podría jurar que lo estaba observando.

Y ahora caminaba hacia él.

Mientras el anciano tomaba camino hacia Alain, no podía controlar los nervios que sentía, ¿Cómo era eso posible?
Para cuando el anciano ya se encontraba un par de metros cerca de él, en defensa dio dos pasos hacia atrás, tratando de mantener distancia entre ellos.

Ambos estaban de pie observándose y Alain aprovechó la oportunidad para apreciarlo. Era demasiado mayor, el paso de sus años había acabado con su físico. Las ojeras colgaban por debajo de sus ojos azules y las arrugas eran presentes en su piel. El cabello blanco se asomaba por su barba, sus brazos y su cabeza. Vestía una túnica larga café rasgada en algunas zonas.

—Joven, ¿Qué hace usted aquí?—Levantó la cabeza y pronunciaba sus palabras pausadamente. Su voz era ronca y segura.

Alain temblaba, sus palmas sudaban y las limpiaba disimuladamente sobre los bolsillos.

—Eh...—La voz le temblaba y le era difícil salir de su garganta.—¿Puedes verme? Es decir, ¿Eres parte de este mundo?

La expresión del anciano cambió en cuanto escuchó la pregunta y soltó una carcajada antes de responder:—¿Que si soy de este mundo? ¡Claro que si!—El tono burlesco que utilizó, hizo que Alain se sintiera muy avergonzado por su estupidez.—Soy como tú, soy un viajero.

Alain abrió mucho los ojos ante tal confesión. Jamás, en los años que llevaba viajando por la red virtual, había visto a una persona mayor realizando viajes como él y muchos otros jóvenes en Danville, quienes solo utilizaban la Red Virtual para jugar videojuegos de temporada. Se preguntaba entonces, ¿Por qué alguien como él viajaría?
Y como si el anciano leyera mentes le respondió.

—Mi nombre es Walter, y he conocido más del Mundo Antiguo que tú. Mi abuelo vivía ahí, y solía contarme cómo era su vida antes. Él fue uno de los sobrevivientes y he estado en todos los lugares posibles a lo largo de mi vida.

Estaba sorprendido, se había quedado sin palabras. Walter parecía ser buen sujeto así que tomaron asiento apreciando el lugar de Alemania. El silencio había adueñado el ambiente y fue esta vez Alain quien decidió romperlo.

—Mi padre.—Walter giró su cabeza para escucharlo.—Él estaba fascinado por el Antiguo Mundo. Gracias a él soy así. Solía contarme historias grandiosas relacionadas con eso.—Su voz se atoraba en su tráquea, y le dolía.—Pero un día, salió a hacer sus deberes como cualquier otro, pero esa vez jamás regresó.—La expresión de Walter cambió y sintió pena por aquel muchacho.

Outside Next Door ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora