••Ian O'brein••
Golpeé nuevamente el costal de box, cada vez mis movimientos eran más hábiles; limpié mis gotitas de sudor y continué con el entrenamiento.
De repente un par de ojos cafés aparecieron en mi mente; unos ojos llenos de dolor, sufrimiento y miedo.
Negué con la cabeza cerrando los ojos; tratando se sacar esa mirada de mi mente, cuando los abrí el costal venía hacia mí, fue demasiado tarde para poder reaccionar; el costal me golpeó directo a la cara y di al suelo.
Bufé molesto al oír la risa de Dave, el dueño del lugar; me levanté y lo fulmine con la mirada.
-¿Qué acaba de pasar?...-preguntó divertido-
-Cierra la boca, no estoy para tus bromas...-volví mi atención al costal y antes de golpearlo, Dave volvió a hablar-
-¿Quién era la chica con la que estabas aquella noche?...-alzó una de sus cejas y me le quedé mirando-
-¿Acaso importa?...-bebí un poco de agua y comencé a guardar mis cosas-
-Deja los rodeos; ¿es tu nueva conquista cierto?...
-Nada de eso Dave, solo estaba ayudándola...-me miró divertido con una sonrisa torcida-
-Lastima, estaba que se caía de buena...-mordió exageradamente su labio- En fin; ¿vas a venir esta noche verdad?
-Sí Dave...-respondí-
-Espero y aquella chica misteriosa también asista...-suspiró cerrando los ojos unos segundos-
-Estaba asustada...-murmuré para mi mismo recordando sus facciones-
Sacudí mi cabeza y tomé mis cosas, salí del gimnasio, caminando a través del bar y finalmente salí del establecimiento. Abrí mi auto y me subí yendo a casa.
••Abril Mayer••
-No quiero ir Elias...-crucé mis brazos sobre mi pecho y él suspiró sentándose en la cama-
-No empieces con tu insolencia Abril; voy a hacer negocios con el dueño de ese local, así que irás de todos modos y más te vale que esta vez te comportes...-lo miré unos segundos-
-Sabes que no me siento bien...-le recordé y rodó los ojos-
-¡Es una simple fiebre Abril, no seas una jodida dramática!...-me gritó- Y ni se te ocurra volver a ponerte esos jodidos jeans, no quiero que me vuelvas a ridiculizar...
Sin más que decir, tomó su celular y atendió la llamada saliendo de un portazo.
Suspire hundiéndome más en la cama, odiaba las reuniones de Elias, se la pasaba ignorandome, siempre terminaba ebrio.
(...)
Después de una rápida ducha y una pequeña maquillada, salí del baño con la toalla alrededor de mi cuerpo; me detuve en seco al ver a Elias rebuscando entre mi ropa.
-¿Qué haces?...-pregunté-
-Eligiendo que vas a usar esta noche...-habló y finalmente me miró con un vestido entre sus manos-
Me lo lanzó justo en la cara y bufé quitándolo; al mirarlo con detenimiento me di cuenta de que era el vestido más pequeño que tenía, era rojo, me llegaba más arriba de las rodillas y contaba con un escote nada discreto.
-No usaré esto...-negué con la cabeza y me miró con suficiencia-
-Oh claro que lo harás cariño...-miró su reloj-
Tomó la toalla y me la quitó bruscamente dejándome en ropa interior; al verme lamió sus labios y me puse el vestido rápidamente.
Acomodé mi cabello ante la mirada de Elias, se acercó a mí acorralándome contra la pared, subió sus manos de mis caderas a mis pechos, cerró los ojos y liberó un gran suspiro para después tomarme de la muñeca y jalarme fuera de la habitación.
Al salir de la casa subimos al auto, y emprendimos el camino a la estúpida reunión.
Como era costumbre ninguno dijo nada en el trayecto, el solo se dedicaba a maldecir a los otros conductores mientras que yo miraba por la ventana.
Cuando llegamos apagó el auto después de haber aparcado. Abrí mi puerta y salí, Elias enseguida hizo lo mismo, me tomó bruscamente de la cintura mientras miraba donde estábamos, y ahí fue donde me di cuenta de que estábamos en el mismo lugar donde Elias pasó por mi la semana pasada. Lo miré sorprendida mientras que el me sonrió malvadamente.
Finalmente entramos; esta vez si había música aún que no tan alta. Fui guiada hasta el fondo del bar, donde habían unas mesas apartadas; Elias se sentó y me hizo sentarme en sus piernas con un brusco jalón.
Miré a mi alrededor mientras esperábamos a que llegara el hombre al que Elias citó.
Luego de unos minutos un hombre castaño y con un cuerpo bien definido apareció en nuestra vista y se sentó con nosotros; mi esposo y el hombre estrecharon sus manos.
La mirada del hombre encontró la mía, al principió me miró sorprendido, para después sonreírme ampliamente; extendí mi mano a él, quien la llevó a sus labios y depositó un beso en ella.
Cuando comenzaron a hablar de negocios el tiempo se me hacía eterno, estaba muy aburrida, aún me sentía débil a causa de la fiebre, lo único que quería era llegar a casa y dormir por largas horas.
Sentí a Elias apretar mi cintura, lo miré y se acercó a mi oído.
-Quiero una bebida, ahora...-bufé ante su orden y me levanté de sus piernas pero antes de ir por ella, me tomó de la muñeca- No hagas nada estúpido...
Lo miré una última vez antes de alejarme de él y caminé hasta la barra de bebidas.
Al pedirla la tomé entre mis dedos y con mucho cuidado caminé nuevamente a donde estaba Elias; trataba de pasar entre todas las personas, mi mirada viajo a un rincón, y ahí estaba él.
El chico que me ayudó aquel día, su mirada chocó con la mía, permanecía recargado en la pared, no se cuanto tiempo paso antes de que él desviara la mirada.
Baje la mirada avergonzada al momento de que una mano se apodero de mi muñeca. Miré a Elias, quien me miraba furioso.
ESTÁS LEYENDO
"Heridas Ocultas"
Short StoryÉl no sabia el significado de la vida perfecta. Su infancia fue destruida después de aquél fatal suceso, Ian presenció la muerte de sus padres, cuando él apenas tenía 8 años. Creció en un orfanato, viendo como los demás niños se iban, lo único que...