[Capítulo 8]

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Apenas abrí la puerta de su habitación y el olor tan varonil inundo mis fosas nasales, era muy agradable. Miré la ropa que yacía sobre la cama y me dedique a mirarla.

¡Me iba a quedar volando!

Puse mis dedos en el borde de mi blusa y me la quité, después mis dedos desabrocharon mis jeans, di un par de brincos tratando de quitármelos.

Miré mi cuerpo con tristeza, tenía tantas marcas que Elias había hecho en mí; suspire pesadamente y tan rápido como pude me vestí.

Suspire antes de salir de la habitación, camine por el pasillo y entré a la cocina, donde él estaba de espaldas a la puerta; se movía de un lado a otro consiguiendo los ingredientes necesarios.

Aclaré mi garganta cuando me senté en la mesita de la cocina, él me miró enseguida; una risa leve resonó por toda la cocina causando que mi frente se arrugara. ¿Qué era tan gracioso?.

-El hecho de que me estés brindando tu ayuda no te da derecho de burlarte de mí...-sonrió de lado con las manos alzadas-

-Mi ropa te queda enorme...-reprimió una risa y bufé molesta- Aunque debo admitir que te miras muy bien en ella...

Mi vista no se despegó de la mesa, nunca nadie me había alagado, nunca nadie había hecho un comentario positivo sobre mí.

Todo el tiempo eran burlas, ofensas, malos deseos, ni siquiera mi propia familia se reprimía en tratarme mal.

Vi como puso un plato frente a mí, después puso uno para el y se sentó. El espagueti olía delicioso, él comenzó a comer sin decir nada.

-Aún no sabes mi nombre, sé el tuyo pero no sabes el mío..-llevó la comida a sus labios y me sonrió mientras masticaba lentamente-  Soy Ian...

Se limpió las manos para llenar nuestros vasos de jugo de naranja, después de unos segundos me uní a él y comencé a comer; moría de hambre, no había desayunado y mis tripas resonaban en protesta.

Estaba realmente delicioso, bebí del jugo y seguí devorando la comida.

-Más despacio vas a ahogarte...-limpié mi boca y aclaré mi garganta avergonzada-

Después de eso no dijo nada más, solo se dedicaba a mirarme de vez en cuando. Cuanto terminé me recargue en el respaldo y cerré los ojos. Pero enseguida los abrí cuando sentí su mirada sobre mí.

-¿Dónde aprendiste a cocinar?...-me atreví a preguntar queriendo aligerar la situación-

-Bueno, cuando una persona está sola en el mundo aprende a valerse por si misma...-lo miré algo confundida y  siguió hablando- Crecí en un orfanato, era horrible sabes, te obligaban a preparar tu propia comida, si no, morías de hambre...

-Debió ser muy duro para ti...-me miró atentamente- No puedo creer que en esos lugares sean tan crueles; se supone que deben ayudarlos, alentarlos a ser buenas personas, a brindarles el cariño que ellos necesitan...

-Eso les hacían creer al gobierno...-pasó su mano por el cabello- Las únicas veces que nos trataban bien era cuando iban a inspeccionar el lugar, después de eso nos obligaban a hacer labores sin descanso...

-Que triste...-lo miré con tristeza-

-Y que hay de ti, Abril...-cuestionó después bebió de su jugo-

-Mi vida también ha sido difícil; crecí en una familia conflictiva, constantemente mi padre discutía con su pareja; siempre terminaba escondida en el armario junto a mi hermanastro, era mayor que yo así que él se dedicaba a calmarme...

-¿Y qué paso con tu madre biológica?...

-Ella, me abandonó cuando apenas tenía 4 años; bueno, al menos eso es lo que mi padre me dijo; no lo recuerdo, estaba muy pequeña...

-¿Tu padre sabe por lo que estás pasando?...-preguntó con cierto enojo en su voz, al instante me tense sabiendo que se refería a Elias-

-No...-mentí bajando la mirada-

-Si ese tipo te hace daño, por qué simplemente no te alejas de él, Abril...-habló notoriamente molesto-

-Porque no puedo hacerlo...-escupí de golpe y el levanto una de sus cejas-

-¿Por qué no?...-exigió-

-¡Por que él es mi esposo!...-levanté la voz con las lágrimas queriendo correr por mis mejillas-

"Heridas Ocultas" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora