9.''De esta te salvas, preciosa.''

1K 47 7
                                    

 Salgo de casa con el corazón acelerado. Abro la puerta y el sol brilla como si no hubiera mañana. El calor me abraza. Corro hacia Cameron. Me estrecha entre sus brazos e inhalo su olor. Lleva puesto una camiseta color vino, un bañador azul y unas chanclas negras.

— Hola, cielo. — me da un beso corto en los labios. ¡Cómo había extrañado estar a solas con él!

— Hola. — sonreí tímidamente.

— Vamos a Tazacorte, ¿te parece?

— Por mí genial. — fui a entrar en el coche cuando oigo mi nombre. Me giro y veo a mi madre haciendo señas para que vaya a casa. Frunzo el ceño.— Perdona, ahora vuelvo.—asiente.

Mi madre me mira un poco incómoda e indecisa.

— ¿Qué pasa? ¿Me dejé algo?—pregunto, confusa.

— No, cariño. ¿A qué playa van?

— A Tazacorte ¿por qué?

Espero que no tenga la sádica idea de llevar a Nick y a Katherine a la misma playa.

— Porque voy a llevar a Nick y a Katherine, para que no se queden aquí aburridos.

Bufo. Voy a quejarme pero unas manos rodean mi cintura.

— Tranquila. Os puedo llevar yo. Somos cinco ¿no? — Cameron, cierra tu linda boca por una vez en tu vida. Estoy muy enfadada. Creo que mi madre no entiende lo que es la intimidad.

— Pero yo quería ir contigo.— lloriqueo en el oído de Cameron.

— Te lo recompensaré, nena. — susurra en mi oído. Normalmente, mi nuca se eriza cuando me susurra, pero esta vez no pasó. ¿Qué me está ocurriendo?

— ¡Muchísimas gracias, Cameron! Voy a avisar a estos dos. ¿Nos esperáis en el coche? — exclama mi madre dando saltos de alegría. Aprieto el puente de mi nariz en busca de sosiego. ¿Por qué tienen que venir justo hoy?

Cameron busca mi mano. Entrelazamos nuestros dedos y vamos de camino al coche.

— De verdad, mañana no puedo, pero te prometo que estaré todo un día entero contigo. Te hartarás de mí.—sonríe y deposita un beso dulce en mis labios. Mi boca no siente nada al recibir su muestra de cariño. Mi corazón da un vuelco. Confundida, pregunto:

— ¿Puedo besarte de nuevo?

— Eso no me lo tienes que preguntar. — nuestros labios están a punto de unirse. Oigo un carraspeo. Mi respiración se vuelve irregular y las manos me sudan. Inconscientemente, alejo mi tacto de Cameron. ¿Qué clase de poder tiene Nick en mí?

— ¿Nos vamos? Quiero ver a tías buenas. — escupe, serio, fulminándome con la mirada. Ladeo la cabeza, confundida.

— ¡Vaya! ¡Qué guapetón! — dice Katherine tirándose a los brazos de mi novio. Katherine lleva unos shorts que enseñan mucho cachete, una camiseta con un gran escote y unas chanclas rosas. ¡Madre mía! ¡Cualquiera diría que va a la playa! Ojalá se pierda en la playa o se ahogue.

— Ese guapetón es MI guapetón, así que aleja tus garras. —explico con un tono molesto. Oigo una risa ronca de parte de Cameron y, de reojo, veo que Nick pone los ojos en blanco ante la situación.

— ¡Ay! No seas celosa, cariño.—dice con dulzura Cameron.

— Bueno, ya estamos todos. ¡Al coche! — dice mi madre con voz cantarina.

Entramos en el coche. Yo me siento en el asiento del copiloto. Katherine, en la ventanilla izquierda; Nick, en la ventanilla derecha, y mi madre, en el medio. ¡Pobrecita! ¡Que se prepare cuando se esté agobiando por el calor y Katherine no quiera abrir la ventana!

En el trayecto, Cameron pasa varias veces su mano por mi rodilla. ¡Me derrite ese gesto! Oigo varios gruñidos por parte de Nick. ¿Se ha despertado con el culo destapado o con el pie izquierdo? ¡Vaya humor de perros!

Fue una hora de canciones, besos y risas. Nick no paró ni un momento de quejarse, bufar y rodar los ojos. Este último gesto hará que el diablo lo confunda con alguno del infierno y querrá apoderarse de él. Río ante mi tonto pensamiento.

Llegamos a la playa. El sol brilla con suma fuerza. El mar arrulla a los peces con olas suaves. La marea está baja, dando oportunidad para colocarnos cerca de la orilla. Sonrío triste. Esta playa me trae muchos recuerdos y memorias de mi infancia. Tanto de mi tía, como de mi abuela y mi padre. Todos nos reuníamos aquí los domingos a disfrutar de la costa y el sol. También recuerdo, sin duda, los bocadillos de tortilla con algún grano de arena infiltrado. ¡La arena sin duda le daba un efecto distinto a la comida!

Siempre he sido de las que llega a la playa, se desviste y se zambulle en el agua como una sirena. No entiendo la postura de algunas personas de no bañarse cuando van a la playa.

— ¡Quién se zambulla el último es una cara de tortilla! — reto a los demás. ¡Qué recuerdos! Corro hacia el agua. La arena quema como el mismísimo diablo, haciendo que mis pies vayan más deprisa. De repente, alguien se zambulle a mi lado, dejando en mi piel varias gotitas.

— ¿Quién es la cara de tortilla ahora? — dice Nick, burlón. Retoca su pelo y me mira

— ¡Yo no!

Me zambullo en el agua fría. Toda la sensación de calor se esfuma, bajando la temperatura de mi cuerpo. Salgo a la superficie.

—Maddy—dice en tono enfadado. ¡Sabe Dios qué va a decir!—.Eres mía, recuérdalo.

Una risa sarcástica se escapa de mis labios.

— Tengo novio, Nash. Lo nuestro esta en tu imaginación.

— No está solo en la mía. — se acerca a mi cuerpo. Una bomba de agua nos interrumpe. ¡Un premio enorme para el que lo haya hecho!

La acrobacia ha hecho que a Nick le salpiquen más que a mí. Río a mandíbula batiente.

— De esta te salvas, preciosa. Ya verás cuando llegue a casa. —advierte con un travieso brillo en los ojos. Respiro pesado y mi estómago se estruja.


¿Amor? Antes me tiro por la ventana. {NG} [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora