Rosa desconocida

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El sonido producido por las olas al chocar con la arena lograban calmarlo a tal punto de no prestar atención a su alrededor, varias veces recibió golpes de parte de Satsuki para que regresara. Trataba de mantener bajo candado los pensamientos relacionados con Kagami y su familia, enfocándose en los entrenamientos, partidos o juegos. Afortunadamente cada tres días les daban un día de descanso donde se perdía entre las olas o los juegos con los chicos o en caminatas con Satsuki donde se la pasaban bromeando o jugando. Con estas interacciones entre ellos daban a pensar a los demás que eran más que amigos ya que en algunas ocasiones se quitaba la camisa para cedérsela a la chica para que se cubriera o esta de la nada lo abrazaba, o él la abrazaba por la espalda cuando no podía con las lágrimas. Satsuki no decía nada durante sus momentos de derrumbe.

Si los días eran engañosos como turbulentos, las noches eran sufrimiento y tormento.

Su debilidad siempre fue el cielo nocturno junto con sus adicionales, la luna tan resplandeciente, majestuosa y brillante, el mar reproduciendo su sinfonía mientras las estrellas adoptaban el papel de audiencia y él como espectador principal. Uno que con su acto iba deshaciéndose cual azúcar en agua. Su mayor tormento no era su familia o la escuela ni mucho menos el baloncesto, sino su corazón, uno que prometió proteger para no dejarlo sin escudo ante nada ni nadie y, así como lo prometió, Kagami Taiga bajo la protección de un cazador cazó su corazón herido.

–Si no fuera porque te conozco diría que eres un ser perteneciente a la noche.

–Y si no fuera porque te siento diría que eres una bruja.

No hubo más palabras.

El abrazo junto con el palpitar de los corazones, uno agitado por el dolor y el otro de igual manera, pero causado por el contrario. El abrazo se prolongó hasta la cama junto con la salida del astro rey. Al bajar al comedor todos nuevamente se les quedaron viendo, para estas alturas a Daiki ya le importaba tres cuartos, intuía que su chica y sus amigos sabían del por qué, pero para salvaguardar su poca cordura preferían no hacer ni decir nada. Esperó paciente junto con plato en mano su desayuno, para su mala suerte quien entregaba era Kagami.

Trato de calmar al desbocado caballo que tenía en esos momentos por corazón, su cuerpo vibro al sentir una sutil caricia de parte de su verdugo al quitarle y entregarle su plato. Deseo que un muro los dividiera y, a su vez, lo protegiera de aquella mirada rojiza parecida al mismo fuego que amenazaba con quemarlo si seguía delante de él. Al sentarse en la mesa más apartada con una vista privilegiada al mar, la cual ya era su sitio predilecto, observó su desayuno. Unos hot-cakes con una bola de helado de vainilla con algo de fruta, aquello no hizo que una sonrisa pequeñísima apareciera en su rostro sino lo escrito es sus panqueques: tus ojos y el mar son uno mismo, ambos me hechizan.

Kagami desde hace varios días atrás había estado escribiendo en su comida con frases tontas y cursis junto con un constante perdón. Le daba crédito al hombre, no sólo era escritura sino flores o helados en su cama o pegados en su puerta en busca del perdón y unos minutos para hablar. Claro está que todo terminaba en manos de otra persona o en la basura, a veces llegaba Satsuki y le cambiaba el plato, la chica al principio protestó, pero al descubrir las frases comprendió. No obstante, el plato en esta ocasión no fue cambiado. ¿Razón? El maldito había hecho panqueques de fresa sólo para él, pues estos tenían otro color a los de los demás, un par de puntos por ello, pero no los suficientes para merecer siquiera dirigirle la mirada.

Durante los partidos o entrenamientos Daiki noto a Kagami fuera de control, sus saltos eran con demasiada fuerza igual sus canastas, ya casi no hacía caso a lo indicado salvo cuando Himuro le gritaba en inglés sabrá Dios qué para regresar a un Kagami medianamente más calmado y sumiso. Sin embargo, él sabía por los gestos y el lenguaje corporal que Taiga se encontraba distraído, enojado o incluso frustrado. Durante algunos entrenamientos parecía una verdadera bestia enjaulada y en otras parecía que ya tenía un pie para entrar a la zona.

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