C u a t r o

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April O'Neils era el nombre de su víctima. Una vampiresa de rango desconocido, pero aparente mente peligrosa. Lo poco que sabían de ella es que no pertenecía a un aquelarre, viajaba por toda la zona norte de Miami y se alimentaba cada tres días, invadiendo las casas sin dejar sobrevivientes, siendo preferentes familias grandes y obsesas.

Era una amenaza, como cualquier chupasangre.

En la oscuridad de su habitación Jungkook organizaba su armamento, cargando los cartuchos de balas para su precioso y codiciado fusil de francotirador, con el cual había arrebatado noventa y nueve vidas a lo largo de su estadía en Miami e iba por la número cien.

Adoraba el olor a pólvora, la adrenalina correr por sus venas y el azar del destino, sin saber si esquivarían sus balas o no. Pero claro, él nunca fallaba.

Con todo listo, lo acomodó meticulosamente en su funda de guitarra, mirando una última vez la cama que antes ocupaba aquel chico que se hacía llamar su hermano, y salió dando un portazo. No mentiría, sentía un gran vacío en su pecho gracias a la ausencia de Jimin y no había mejor distracción que acechar a alguien para apaciguar el dolor.

Antes de salir de la base, en todo el trayecto por los oscuros pasillos, recibió miradas de pena y burla solo logrando que su enfado aumentase por los cielos. Hasta podía escuchar perfectamente lo que decían, que "él será el siguiente", "no me extraña que lo dejaran de lado", "el jefe quiere matarlo", "solo es un sacrificio más".

Sin embargo, Jeon Jungkook no era juguete de nadie. No era la burla de nadie. Y se los haría saber, traería la cabeza de su víctima como trofeo y les cerraría la boca.

Porque él era Blue Rose, último miembro del grupo criminal más buscado del bajo mundo, Rosary Brother's.

Era Blue the perfect.

Blue. —detuvo su paso y miró de reojo al chico que lo había detenido, alzando un poco su capucha del mismo color que su sobrenombre para verlo mejor. Lo reconocía, era uno de sus mayores, un colega de confianza pero nunca sería un amigo. Los amigos traicionan, eso se lo había enseñado Jimin.

— Estoy por salir, ¿Qué necesitas? —a pesar de la diferencia de estatura Jeon era más imponente que el mayor, tal vez era gracias a esa gabardina azul rey con una rosa espinada grabada en plata en su espalda o el tatuaje de cruz invertida en su muñeca izquierda, pero era más creíble por su musculatura de peleador que lo delataba como atleta.

— Es sobre... ya sabes quién. —sus ojos brillaron con esperanza antes de volver a ser fríos e indiferentes. Sabía que se refería a su hermano, era la única persona que le importaba en ese momento, y permaneció en silencio para que continuara con lo que sea que tuviera que decir. — Él... Quiere verte.

— ¿Dónde? Maldición, me debe muchas explicaciones. —fue involuntario, su voz había sonado infantil y supo de su error cuando el colega se burló de su actuar tierna y berrinchuda, faceta que solo conocía el accecante.

— Regresa vivo, y él será quien te encuentre. —fue fugaz, un abrazo de despedida pero que sirvió de tapadera para entregarle un acordeón. — Suerte con tu caza, little rose.

Lo que menos deseaba Jungkook era encariñarse con los chicos de su coalición, sabía que algún día podrían morir en alguna misión y eso tal vez sería mejor a que él mismo tuviera que eliminarlos.

No era personal, pero así actuaba su hermandad.

Rosary Brother's solo confiaba en las rosas, si eras una espina en el camino podías darte por muerto.

🌹♥️🌹

Sunset (JJK) #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora