C a t o r c e

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— ¡Corre! ¡Hansol!

Llevando el pesado y casi moribundo cuerpo de Jungkook encima le ponía las cosas un tanto difíciles, por lo que cargar también al niño sería una tarea complicada. Y no quería perder a ninguno de los dos.

Era frustrante haber llegado tarde a la salvación de las dos personas que más amaba en el mundo, después de la muerte de su hermana y cuñado había nacido su ideal de protección, además de la promesa de no perder a nadie nunca más.

Bien sabía que la llegada de su amiga a la ciudad era un mal augurio, sobretodo por traer consigo a ese chico misterioso y de oscura presencia que no le había agradado para nada.

— ¡M-mama!

— ¡Ya casi llegamos honey, no te detengas!

Una bala por poco impacta contra el hombro del niño, de no haber escuchado el disparo le habría dado y ella se habría detenido para matarlos sin importarle salir herida.

Y eso en vez de ayudar, pondría en peligro a los dos chicos.

Dieron vuelta en un callejón sin salida, moviendo a la fuerza uno de los contenedores para obstruir el paso a los cacciatores y ganar algo de tiempo mientras sus seguidores abrían la entrada al aquelarre ante su llamado.

— K-kookie... No... Kookie...

— E-estoy... bi-en...

— No hables, no... gastes energía.

La pared del callejón se abrió y entraron en un parpadeo, cerrando lo más rápido posible para evitar a los intrusos y darle atención rápida al humano del grupo.

— ¡Preparen una camilla, ya!

Ordenó Alaska aún con Jungkook medio desmayado en su espalda, jalando sin querer a Hansol por todos lados aun con su instinto protector encendido. Era obvio por las miradas de su gente que se habían dado cuenta de quién era el niño. En todos esos años el pequeño no había puesto un solo pie en el aquelarre de su padre por la regla de los veintiuno años. Y ahora estaba ahí por su nuevo padre. Qué dicha.

— ¡Por aquí, superior Alaska!

— ¿¡Y los invitados!?

— Siguen en la oficina esperando por usted.

— Traiga los, en estos momentos vendría bien la bendición de una banshee.

Dejando los solos a los tres en la habitación, la pelinegra puso manos a la obra. Dejó con delicadeza el cuerpo de Jungkook en la camilla, desgarrando su ropa sin pudor alguno para tener mejor vista de sus heridas, y sintió cómo su garganta se apretaba de dolor y hambre.

Su cuerpo estaba muy dañado, había hoyos que sobresalían de su delicada piel y escurría sangre fresca por cada uno de ellos, tentando a la vampiresa por tan delicioso aroma. Pero eso era lo de menos. Lo preocupante era la cantidad que había perdido y los posibles huesos rotos que se ganó al proteger al menor.

— ¿Es... t-tan m-malo?

— D-dije que te callaras. —mostrando un poco su culpa, evitó mirar fijamente al moribundo chico. — Yo... N-no sé qué hacer... N-nunca... N-nunca curé a un humano... Y no quiero perderte Jungkook...

— D-déjalo...

— ¡No! ¿¡C-cómo p-puedes...

— Así debe ser...

— ¿Jungkook? ¡No te duermas! ¡No te atrevas!

La puerta fue abierta  con un golpe seco, llenando la habitación de tensión e intenciones hostiles... pero también culpables y lastimeras.

El pequeño Hansol se ocultó detrás de la pelinegra al sentir tal presencia, y aprovechando de no estar en la vista de todos, tomó con fuerza la mano fría de su Papi.

Una idea había llegado a su mente.

— Tú... ¿¡Qué le hiciste!?

— ¡Jimin!

— No te conozco, y no tienes ningún derecho en meterte en mis asuntos. —haciendo gala de su furia, cubrió con su cuerpo el moribundo del castaño, llorando en silencio al escuchar como poco a poco su corazón baja su ritmo al latir. — A-aileen... Ayúdame... N-no quiero... No quiero que Jungkook...

— Lo siento... Ya está escrito. —mostró su libreta con pena, revelando el rostro dibujado del castaño y su sentencia de muerte a lado. — Y-yo no sabía... q-que era el hermano de mi musa... De haberlo sabido... hubiera venido antes.

— J-jungkookie... Soy yo... Jiminie... —ninguna de las chicas se dió cuenta de cuándo Jimin se acercó a la camilla, entre lágrimas abundantes. — Y-yo... Llegué tarde... Y me odio... Mi pequeño Jungkookie...

— N-no llores... Tú... M-me harás...

Silencio.

Hubo un gran silencio en la sala. Y solo se rompió por dos gritos distintos.

— ¡JUNGKOOK!

— ¡HANSOL, NO!

🌹♥️🌹

Sunset (JJK) #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora