D o c e

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— ¿Jungkook?

El castaño casi cae de dónde se encontraba al escuchar su nombre salir de los labios de Alaska, tan dulce y silencioso como si fuera un susurro.

— ¿Por qué no estás adentro?

— Solo... quería ver las estrellas.

Silenciosa como siempre, su cálido y frío cuerpo se acercó hasta él, rodeando con confianza uno de sus hombros y sonriendo a la vez disfrutando del tacto del otro.

El trato entre ellos había cambiado mucho. Alaska se preocupaba por él lo mismo que él por ella. Habían hecho un trato silencioso de hacer las cosas funcionar, de serle útil al otro. Claro, seguían teniendo sus peleas infantiles, contando con nostalgia la noche que se conocieron y los días después de estos.

Había sido toda una aventura. Él cuidando a Hansol por la noche cuando la pelinegra salía por la cena y ella velando por ellos cuando el sol salía y estos se encontraban dormidos. Tener que cuidar las apariencias, recuperar las cosas del castaño y derrotar de poco a poco a la organización de Miami.

— A veces pienso... que fue ayer cuando nos conocimos...

— Sí... nunca pensé que volvería a confiar en los humanos.

Se habían contado tantas cosas, entre ellas su pasado oscuro, su odio por la raza del otro y las pocas cosas que aún se permitían amar. ¿Sería correcto decir que se habían vuelto buenos amigos?

— Te he visto raro estos días, Kook. Desde que celebramos tu cumpleaños... no dejas de mirar las estrellas.

Era obvio que ella se había dado cuenta, Hansol le había dicho que apestaba a tristeza y había llorado por él. Había sido una escena muy triste, ver como el niño se expresaba mejor que él desarmó su corazón por completo.

Y es que, después de que perdió a su hermano había celebrado sus cumpleaños solo, llegando de la nada una carta de remitente desconocido deseándole un feliz día, trayendo consigo pequeñas plumas blancas como regalo... haciendo que llorara toda la noche y día siguiente. Y ahora que tenía a esas maravillosas personas celebrando con él fue egoísta de su parte no disfrutarlo del todo por esperar esa carta que nunca llegó.

Había días donde se equipaba con sus armas dispuesto a irrumpir la cede y buscar al compañero que le había informado que su hermano estaba en la ciudad, pero así como iniciaba se detenía al instante. Era absurdo creer que su hermano haría uso de un informante para contactarlo, él podía localizarlo en cualquier parte, lo había hecho muchas veces. La que más recuerda fue cuando unos duendes lo secuestraron y planearon comerlo, él había llegado a tiempo.

Él debía llegar a tiempo.

— Es por tu hermano, ¿Verdad?

No supo cuando, pero ya estaba llorando.

Ver las estrellas lo calmaba, lo hacía mucho desde que Alaska usó la mantra de su aquelarre para calmarlo. Y ahora... solo traía recuerdos y más recuerdos, como si su hermano se hubiera rendido en buscarlo y dejarlo a su suerte.

Como si creyera que había muerto.

— Llora todo lo que quieras... yo voy a cuidarte.

Esas palabras eran muy dulces, pero no las quería.

Egoístamente, no las quería.

Pero las necesitaba. Necesitaba los abrazos de Alaska, necesitaba su apoyo. Necesitaba que alguien le amara.

Alguien que espantara a Abraxas por Jimin.

Alguien que lo ayudara a vivir.

Alguien que no lo dejara dormir.

Alguien... Que lo amara.

🌹♥️🌹

Sunset (JJK) #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora