C i n c o

87 11 1
                                    

Debía admitirlo, su presa era astuta.

Se movía con cuidado entre las sombras, usando su agilidad para caminar por las paredes o los techos, saliendo únicamente de noche y con la menor cantidad de armas posibles.

Sí, era un vampiro, pero solo los de sangre real poseían dones sobrenaturales y era bastante normal encontrarlos bien abastecidos de armas de fuego previamente modificadas por ellos mismos.

Así que la noche había sido muy movida para Jungkook, quien había dejado su preciada funda de guitarra en un edificio tres cuadras atrás, para llevar el menor peso posible si es que quería matar a la chupasangre ese mismo día.

Su rifle estaba cargado, solo esperaba que se detuviera a comer para poder disparar.

Ya le había colmado la paciencia.

Maldita sea... ¿Por qué das tantas vueltas?, Pensó molesto, mirando a través de la mirilla listo para atacar, bufando cuando la encapuchada volvió a desaparecer. ¡Joder!

Haciendo uso de toda su fuerza de voluntad, dejó con suavidad el rifle en el suelo sin hacer el mayor ruido posible y sacando dos dagas de sus mangas.

Si ella no se quedaba quieta, él iría por ella.

— Esto no se quedará así...

Se alejó del límite del edificio, caminando hacia atrás dispuesto a tomar carrerilla y saltar. Se preparó, puso sus manos en el suelo y corrió a toda velocidad, dando un gran salto...

Y sorprendiendo a su presa al caer sobre ella, enterrando sus dagas en sus clavículas al descubierto y dejando que la fuerza de gravedad hiciera lo suyo. Las respiraciones erráticas de Jungkook pasaban a segundo plano si tomabas en cuenta que había saltado de un edificio a otro, con una distancia de treinta metros... entre ellos. Aunque eso no era nada, no era lo más alocado que había hecho con tal de matar a su objetivo, y esa chupasangre no se salvaría de su destino.

La sorpresa que se llevaron ambos cuando la luna los iluminó a ambos fue legible en sus rostros. En Jungkook, porque la persona que estaba debajo de él y con sus dagas bañadas en tierra de cementerio no era April O'Neils sino otra vampiresa, digna de ser llamada Reina de las Nieves. Y en la Vampiresa, por tener sobre ella al chico más lindo y apetecible que había visto después de tantos años, y eso que no eran tantos.

— Tú no eres April...

Su sorpresa fue reemplazada por enfado, recobrando la compostura y comenzando a luchar por su vida. Las dagas clavadas en su cuerpo le hacían daño, más del que predijo cuando tuvo al chico encima.

Pero él no debía enterarse.

— Tú... Humano despreciable... —eso no le gustó al castaño oscuro, que en venganza clavó más profundo las dagas, ganándose un gruñido por parte de la chica. — ¿¡Cómo te atreves!?

— Mira quién lo dice... Blanca nieves.

Ya no eran cazador y presa...

Eran dos niños buscando molestar al otro.

Que dicha, ¿No?

🌹♥️🌹

Sunset (JJK) #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora